“Es un tema que para nosotros es difícil abordarlo, estamos para tomar decisiones que a veces son duras y tenemos que aceptar las críticas, pero como estamos convencidos de lo que hacemos actuamos con firmeza. Lo más fácil es prohibir, lo difícil es buscar estrategias y ofrecerlas. Por eso, se están evaluando varias propuestas desde el área de Juventud y la posibilidad de abrir el boliche Qiú tan cuestionado en su momento”.
“El expediente empezó a caminar, el dictamen fue favorable y dio una vista favorable a la ubicación del espacio y pasaría ahora al área donde se debe evaluar el impacto ambiental. Sabemos que cuando se comenzó a gestionar este espacio era un ámbito donde no había construcciones ni viviendas cercanas, la vivienda más cercana tengo entendido que está a más de 200 metros”.
“Todo cae en una responsabilidad absoluta del estado municipal y de la policía o el juzgado de faltas para tomar una decisión durísima, pero creo que es un problema social que lo debemos evaluar todos, como padres y como sociedad, tienen que existir los límites en estas cuestiones”.
“Cuando se toma la decisión de clausurar, la verdad es que hay fiestas privadas que van en contra de todo lo que dice la ley, se vendieron entradas en la plaza durante dos días y eso no se puede hacer, una se realizó en un lugar con una pileta con cables, cosa que está prohibido porque los cables deben ser subterráneos, y además, se promueve el consumo libre de alcohol. Debemos tomar consciencia de que pasa si en una fiesta de 2000 personas alguien rompe una botella y arranca una pelea, porque invitan a los jóvenes a ir con lo que van a tomar y llevan botellas de vidrio”.
“Estas fiestas tienen un fin netamente comercial porque lo que les importa es juntar dinero, cobran una entrada muy saladita de 60 pesos anticipadas y 100 en la puerta, juntan muchísimo dinero y si pasa algo el responsable es el estado”.