Así lo afirma un estudio realizado por un grupo de investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales, el CONICET, el Museo de La Plata y de la Fundación Azara. Entre los organismos exóticos, se destacan distintos tipos de gusanos, ciempiés, arañas y babosas.
En el mundo actual, se pueden ver cotidianamente a muchas personas fuera de su país de origen producto de la globalización. De la misma forma, por este fenómeno se incrementó el número de especies animales y vegetales exóticas. En algunos casos, algunas de estas se comportan como invasoras al eliminar a las nativas y afecta a la biodiversidad a través de competencia por recursos o por la transmisión de enfermedades.
En esta línea, un grupo de investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales, el CONICET, el Museo de La Plata y de la Fundación Azara registraron un total de 17 especies de invertebrados en la ciudad de Buenos Aires que provienen de otros países de origen.
Entre ellos, se destacan distintos tipos de gusanos, ciempiés, arañas y babosas.
Al respecto, el doctor Federico Agnolin, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales, el CONICET y la Fundación Azara, indicó: “Hemos registrado, al menos, 18 especies exóticas en distintos parques de la ciudad de Buenos Aires, pero especialmente en jardines internos”.
El investigador y además autor principal del estudio publicado en la revista Acta Zoológica Lilloana aseguró que “algunas de estas especies exóticas son nuevas para la Argentina y otras para toda Sudamérica”, y agregó: “La ciudad de Buenos Aires está plagada de estos invasores silenciosos que están en abundancia y aún no sabemos de qué manera han modificado los ambientes a los que han llegado”.
Por su parte, el investigador del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL-CONICET), Agustín Agnolin, comentó: “No sabemos en qué momento llegaron estas especies, de qué manera y si se están dispersando cada vez más, pero sabemos que algunas especies de las babosas que hemos observado se han vuelto plagas para la agricultura en otras partes del mundo, así que tenemos una idea del impacto negativo que pueden generar en el ambiente”.
En tanto, el doctor Elián Guerrero de la División Plantas Vasculares del Museo de La Plata resaltó que “si bien se ha detectado por primera vez la presencia de estas especies exóticas, son muy constantes y muy numerosas en cualquier jardín o baldío en la ciudad de Buenos Aires. Están siempre”.
En relación a las causas de este fenómeno, Guerrero agregó: “Muchas veces, las especies exóticas invaden espacios naturales, como es el caso del castor en Tierra del Fuego, pero, en el caso de estas especies en la ciudad de Buenos Aires, la invasión se ocasiona porque, previamente, al instalarse y edificar, el humano destruyó los ambientes naturales. Entonces, estas especies aprovecharon estos ambientes degradados o transformados como jardines y plazas”.
En materia de prevención, Guerrero sugirió: “una de las posibles medidas es fomentar el control de las plantas ornamentales que ingresan al país para ser vendidas en viveros, porque la tierra de las macetas es un medio probable para la introducción de estas especies, ya que las babosas pueden ingresar como huevos y los ciempiés son muy chiquitos como para verlos a simple vista”.
Una especie que llamó la atención de los investigadores, fue el bicho bolita, el cual no se hallaba desde hace más de 90 años en Argentina. En esta línea, el doctor Federico Agnolin añadió: “Asimismo, como curiosidad, una de las especies estudiadas de gusanos planos, científicamente conocida como Imbira flavonigra, se descubrió en 2018 en una pequeña localidad de Brasil, y hoy en día ya la tenemos en los jardines porteños”.
Otra especie encontrada en la ciudad capital de Argentina, fue el gusano cabeza de ancla (Bipalium kewense), el cual solamente se tenía registros de su presencia dentro de las provincias argentinas de Misiones y Tucumán. Su tierra de origen se radicaría en Asia, posiblemente Indochina, mientras que el gusano sanguíneo (Austroplana sanguinea) es originaro de Nueva Zelanda.
Un rasgo común de estos gusanos, es su depredación de las lombrices, caracoles e insectos. En ocasiones, cuando abundan, pueden afectar a las poblaciones de lombrices y causaría perjuicios para la agricultura, mientras que a su vez también pueden ser peligrosas para caracoles y otros invertebrados nativos.
“Se debe conocer y monitorear a estas especies exóticas para entender cuál es el efecto que ejercen en los ecosistemas autóctonos y nativos. Hay casos de especies exóticas que llegan incluso a hacer extinguir a especies locales”, remarcó el investigador del MACN. Por: infocampo