Entre los agrotóxicos se hallan los inhibidores de la colinesterasa, prohibidos por el Ministerio de Salud de la Nación en su carácter de dominosanitarios, como es el caso del Clorpirifós. También se señala que se utiliza el Glifosato y el Endosulfan (prohibido por el SENASA – Servicio nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria – pero cuyo su uso esta permitido hasta el agotamiento del stock)
Textualmente el organismo oficial reconoce que «Al tratarse de un cultivo con muchas labores mecánicas: alrededor de 3 labores de cincel, el control de malezas en los primeros estadios se realiza preferentemente mediante esta alternativa. No obstante, la tendencia es a realizar cada vez más aplicaciones de Glifosato tras la primera labor mecánica, y de esa manera sustituir las siguientes labores con la aplicación del herbicida. Que se opte por una u otra forma de control depende en gran medida del precio del gas oil y del agroquímico. Actualmente, se usa algo de Glifosato durante el barbecho, en casos en que rebrotaron malezas tras las labores de labranza. Como curasemilla, el principal insecticida aplicado es el Clorpirifós acompañado con algún fungicida. »
Luego agrega que «Entre los insecticidas más aplicados se destacan diversos piretroides y fosforados como el Metamidofós, Clorpirifós y el Dimetoato. También se emplea Endosulfán, Imidacloprid y específicos para Liriomyza como Abamectina y Cartap.»
La relevación de la OPDS muestra la gravedad que reina sobre el control de inocuidad alimentaria del cultivo de papa por tratarse de un producto de consumo directo.
A ello se suma la reciente irresponsable e ilegal aprobación de la versión transgénica del tubérculo por parte del Estado Nacional, que ha ignorado las pautas mínimas para la evaluación de los riesgos de toxicidad crónica y carcinogenicidad.
Un informe oficial reconoce que en el cultivo de la papa se utilizan hasta 40 agrotóxicos
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