Es muy frecuente encontrarse en el medio de una conversación telefónica, una clase aburrida o una espera tediosa dibujando formas, figuras o paisajes -que sólo uno mismo puede comprender- en una hoja de papel.
Se trata ni más ni menos de ‘garabatear’, una práctica que ha sido considerada como la antítesis de la intelectualidad y la representación del divague pero que hoy, la neurociencia, la psicología y el diseño, buscan resignificar.
Sunni Brown, autora de «The Doodle Revolution» (‘La Revolución del Garabato’, en español) y experta y referente mundial en el estudio de los beneficios del garabateo explica que estos dibujos que, muchas veces, no se entienden, sirven para captar nuevos conceptos y retener información, (además de mantener enfocado a quien los hace y funcionar como aliciente para la creatividad).
En su charla TED en 2011, Brown describió cómo el garabateo ha sido visto siempre como algo inapropiado y sin embargo es una acción que, además de ayudar a pensar y reaccionar creativamente, favorece en la absorción de contenidos al poner en funcionamiento de manera simultánea los cuatro canales de retención información: visual, auditivo, lectoescritora y kinestésica sumado a la posibilidad de una experiencia emocional.
Los científicos solían creer antiguamente que los garabatos suponían una ventana a la psique del garabateador, pero, esta idea, difundida por la psicología tradicional, no es apoyada por la investigación más reciente. En este sentido, la revista médica The Lancet publicó un estudio que demuestra que las personas que garabatean mantienen su cerebro activo más tiempo debido a que utilizan las redes neuronales por defecto.
En otra investigación, llevada a cabo por la Universidad británica de Plymouth, se reprodujo una conversación telefónica de dos minutos y medio de duración a un grupo de 40 voluntarios, de los cuales la mitad debía dibujar garabatos mientras permanecía al teléfono. Al finalizar, fueron sometidos a un examen sorpresa donde debían recordar nombres y lugares mencionados en la conversación. El grupo de personas que garabateó durante la conversación telefónica recordó un 29% más de información que el grupo que no lo hizo. De esta manera, se demostró que el garabateo puede suponer una herramienta de ayuda para mantener la concentración y estimular la memoria.
Este estudio pretendía comprobar si dibujar o hacer garabatos en medio de otra tarea suponía desviar la atención de la misma. Al contrario de lo que se piensa, la mente puede operar de forma disociativa. Esto quiere decir que se puede trabajar conscientemente en una actividad mientras se expresan contenidos inconscientes a través del garabateo sin desviar la atención de la primera tarea. La psicóloga y principal autora del estudio, Jackie Andrade, cree que «garabatear supone una gestión eficiente del subconsciente que evita que el cerebro se vaya por las ramas y se distraiga de la tarea que realiza».
Un estudio de la Universidad de Columbia descubrió que sin embargo estos dibujos no funcionan para todo tipo de aprendizaje. Se solicitó a varias personas que garabatearan mientras veían una serie de imágenes y los resultados no fueron los mismos. La autora del estudio, Elaine Chan, entiende que es porque la atención se divide entre dos tareas visuales, provocando una especie de «embotellamiento cerebral».
Sin embargo, hay un claro viraje en la mala fama que se ha creado alrededor de los garabatos. Los especialistas entienden que una página en blanco puede servir al cerebro como un área de juego muy funcional para actividades intelectuales y creativas. Estas marcas espontáneas llegaron para quedarse y para sumarse a larga lista de técnicas de estudio como una de las más efectivas.