En cuanto al calzado para la playa, el Lic Carlos Monzani del Colegio de Kinesiólogos de la Provincia (Cokiba) recomienda jugar a la pelota, correr, saltar y realizar actividades recreativas con zapatillas. «Los distintos tipos de ojotas o sandalias, si bien son cómodas y frescas, son abiertas, y por eso pueden resultar dañinas para la columna, las rodillas o las caderas. Solo son aconsejables para la excursión al agua».
En lo posible si se va a utilizar un calzado abierto o algún tipo de sandalia, «es preferible que sea con sostén en talón para evitar el gesto de reptación de los dedos, (leve elevación en arco longitudinal) y amplias a nivel del antepie para mayor confort, punta redondeada y pala con orificios que sirven para proteger de roces y golpes a dedos y pie. Además, con esas características, permiten evacuar la transpiración y desalojar el agua de manera que nunca se llenen de arena y acumulen peso», agrega Oscoz, profesional que pertenece a la sede tandilense del CoKiBa.
Desde la regional VIII del Colegio de Kinesiólogos, el Lic Laureano Oscoz explicó que «los pies son un órgano muy especializado que proporciona apoyo a nuestro cuerpo, aparte de servirnos para trasladarnos, detenernos, realizar acciones rítmicas de propulsión, absorción de choques y para mantener el equilibrio. Estos a menudo están dentro de un calzado con tacos muy altos, hormas demasiado estrechas o puntas afinadas que a la larga provocan lesiones como la fasciitis plantar o tendinosis del Aquiles».
En temporada de verano, los consultorios kinesiológicos reciben un creciente número de casos de pacientes afectados por el mal uso del calzado. “De 10 consultas o atenciones que realizamos en esta época, seis corresponden a patologías derivadas de esta problemática. Por eso resulta clave la prevención y la información para poder evitarlas”, dijeron desde el COKIBA.
Otra de las cuestiones fundamentales que debemos saber, es que «el arco plantar termina de formarse a los 3 años, por lo que se aconseja a los padres realizar una consulta con médicos especialistas en Traumatología y Ortopedia infantil para saber si aparecen alteraciones en la pisada» asegura el Lic Monzani, Kinesiólogo Fisiatra.
Una vez que se realice el examen y si la pisada es normal, los expertos consideran que es relevante estar atentos al calzado que usamos (sobre todo en verano) para no correr el riesgo de adquirir formas de andar que desequilibren la mecánica corporal.
Según Oscoz, «para un destino que incluye trekking por sierras o montañas, hay que tener en cuenta la caña, que es la altura que alcanza la bota para abrazar el tobillo. Con una caña mediana se tendrá suficiente estabilidad al sujetar el tobillo y protección ante posibles resbalones o esguinces. En terrenos más agrestes y accidentados, es preferible botas con cañas altas y rígidas».
Además es importante la impermeabilidad: si se trata de recorrer el monte en verano se puede elegir una bota no impermeable que garantice una buena ventilación. Si en cambio hay charcos, barro o el clima varía bruscamente, es imprescindible que la bota sea impermeable. En cuanto el material, en rasgos generales hay de dos tipos: las botas de cuero que son confortables, más resistentes, pesadas y poco transpirables, y la de las fibras sintéticas son muy livianas y transpirables pero se adaptan mal al pie.
La flexibilidad se refiere a la rigidez de la bota y suela. Las blandas o semirígidas son más cómodas al caminar, pero si realizamos alpinismo invernal es recomendable rígidas y bien impermeabilizantes.
Ya sea para sedentarismo, excursionismo o alpinismo, la suela deberá ser antideslizante y con tacos para evacuar el barro o pequeñas piedras durante un recorrido.