Un niño que vuelve del colegio sin querer hablar de cómo fue su día. Una niña que le ruega a sus padres que la dejen faltar a la escuela o un menor que llora en silencio mientras mira su celular y ve un video de la humillación que sufrió en el aula mientras todos se reían. Todas son situaciones que se viven con mayor frecuencia de la que se habla del tema. El hostigamiento prolongado tiene nombre: bullying.
En este contexto, desde el año 2013, cada 2 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Bullying, una fecha impulsada por la ONG Bullying sin Fronteras, pero que aún despierta la atención de muchos especialistas
La problemática no es nueva ni está en camino de erradicarse. De hecho, según datos globales de Unicef, -que reconoce la efeméride como tal- la mitad de los adolescentes del mundo sufre violencia en las escuelas. Alrededor de 150 millones de estudiantes de entre 13 y 15 años han confesado sufrir de violencia entre compañeros en la escuela y en sus inmediaciones.
«Celebro que se hable de la problemática, porque siempre es bueno que se ponga en debate y se hable para brindar información. Sin embargo, sería mejor poder hablar del Día de la Convivencia y elegir fechas que tengan lo positivo en su nombre», aseguró a Infobae Alejandro Castro Santander, psicopedagogo experto en bullying, integrante de la cátedra Unesco de Juventud, Educación y Sociedad y director del Observatorio de la convivencia escolar de la Universidad Católica de Cuyo.
El término ‘bullying’ fue desarrollado por Dan Olweus en la década de 1970 para hacer referencia a una forma de maltrato, normalmente intencionado, que se da en el marco de la escuela entre un estudiante (o un grupo de estudiantes) hacia otro alumno que es considerado el blanco habitual de los ataques. «Lo más importante es que hay un grupo que mira lo que pasa y se mantiene en el silencio, y eso es una pieza clave para prevenir el bullying», aseguró a Infobae Gabriela Mures, profesora, directora de nivel inicial e integrante del Equipo Bullying Cero en Argentina, que reconocen el 2 de mayo como el Día Mundial de la lucha contra el Bullying.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la primera causa de suicidio adolescente. Por eso, son cada vez más las acciones globales que se intentan llevar a cabo para combatir este fenómeno.
«Hay una realidad, y es que el bullying sigue existiendo. Lo que vemos es que se ven situaciones en edades más tempranas que si no se las trabaja, podrían terminar en situaciones de bullying. También como docentes es importante identificar si un niño podría tener un perfil de niño hostigador, es vital darse cuenta de las señales para trabajar en conjunto y evitar este tipo de situaciones», enfatizó Mures, quien en su labor diaria se relaciona directamente con niños de primaria.
De acuerdo con la profesional, quien integra uno de los primeros grupos que abordó la temática en Argentina, en las escuelas sigue habiendo situaciones de hostigamiento: «Aunque se trabaje, no se logró detener en ninguna parte del mundo, sí disminuir los porcentajes. Sin embargo, siempre hay situaciones, sean cuales sean el contexto y el lugar».
La manifestación del niño que sufre bullying
Ante el constante hostigamiento que sufre el que padece la problemática, aquellos que se animan a contar por lo que están pasando muchas veces se enfrentan al desconocimiento o a la falta de un protocolo para poder actuar.
«El niño afectado tiene miedo de manifestar lo que le sucede por muchas cuestiones, como que los compañeros lo hostiguen más o el adulto no sepa tratar la situación. A veces el docente minimiza las cuestiones porque, generalmente, a los chicos que se eligen para hostigar, chicos más tímidos, les cuesta responder, carecen de habilidades, y (los hostigadores) se aprovechan de esa situación. Cuando el colegio se preparó y capacitó, habilitó canales de comunicación y acciones que ayuden a que se animen a hablar, como los buzones anónimos», enfatizó Mures.
El que hostiga
En el bullying duele no solo el acoso psicológico de las palabras que retumban en la víctima, sino el escenario de la agresión; los participantes activos y pasivos del acoso. Aquel que ejerce el hostigamiento sobre el blanco suele ser un chico que padece o padeció algún tipo de acoso. «El chico que hace bullying generalmente es un niño que ha sido hostigado por un miembro cercano. Sin embargo, es vital que la escuela también se aboque a ese niño, mostrarle otra realidad, para darse cuenta de que también es una victima», aseguró Mures.
«Un chico que es, de alguna manera, el agresor, que ve que puede actuar con cierta impunidad, lo hace en la escuela o en la casa, y el día de mañana (lo hará) en otros ámbitos. Hay que evitar el ascenso de esas conductas que no son tratadas bien en la escuela, no son tan visibles. Por otro lado, eligen siempre jugar con el poder, ya que nadie se quiere juntar con la víctima. Su imagen fortalece la conducta violenta», finalizó.