Instaurado por la ONU en 2009, su celebración comenzó en 1970 en EEUU para tomar conciencia sobre la necesidad de proteger el planeta frente a la contaminación y la sobreexplotación de recursos naturales
Con el objetivo de tomar conciencia sobre la necesidad de proteger el planeta frente a la contaminación y la sobreexplotación de recursos naturales, hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Tierra.
El origen de esta fecha se remonta a finales de la década de los 60. Todo comenzó en 1968 cuando el profesor Morton Hilbert y el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos organizaron una conferencia sobre los efectos del deterioro del medio ambiente en la salud.
A partir de ese episodio, Hilbert y sus estudiantes se plantearon dedicar un día a la concienciación ambiental, tomando como modelo las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam. Por aquellos años, las cuestiones ecológicas no estaban presentes en la agenda de los políticos de americanos, cuestión que irritaba al senador por Wisconsin, Gaylord Nelson, que se sumó a la iniciativa de Hilbert junto al Proyecto para la Supervivencia impulsado por la Universidad Northwestern para convocar al Primer Día de la Tierra.
Era 1970, y Nelson organizó una jornada de concentraciones por todo Estados Unidos para reclamar la creación de una agencia que se ocupara de la protección del medio ambiente. Uno de sus objetivos era conseguir la máxima participación de profesores y alumnos universitarios, por lo que pensó en la semana del 20 al 26 de abril porque no coincidía con los exámenes ni con las vacaciones de primavera. Y eligió el miércoles al considerar que ese día habría más estudiantes en los campus por la lejanía del fin de semana.
El 22 de abril de 1970 el senador bautizó la jornada como Día de la Tierra, aceptando el consejo de Julian Koenig, un amigo suyo que trabajaba como ejecutivo de publicidad.
Pese a las críticas, miles de centros educativos de EEUU (desde la enseñanza primaria hasta la universidad) se sumaron al Día de la Tierra, lo que propició que 20 millones de personas participaran en las concentraciones. Esta presión social llevó al Gobierno estadounidense a fundar la Agencia de Protección Ambiental y a impulsar un paquete de leyes de orientación ecologista.
Dos años después se celebró la primera cumbre mundial sobre medio ambiente: la Conferencia de Estocolmo. El «espíritu de Estocolmo» sirvió para sensibilizar, aunque insuficientemente, a los gobiernos y a la sociedad civil sobre la magnitud de los problemas que afectan al medio ambiente en que se desarrolla nuestra existencia, pero es indudable que el Plan de Acción y las recomendaciones emanadas de Estocolmo no se han traducido aún en una acción decidida.
En 1990 se organiza de nuevo el Día de la Tierra, esta vez en todo el mundo. La celebración fue todo un éxito: más de 1000 ONGs organizaron actos en 140 países y se estima que participaron del orden de 200 millones de personas. Al igual que en la primera celebración dos años después se celebró otra macro cumbre mundial.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Janeiro de 1992, despertó grandes esperanzas y fue la mayor conferencia celebrada hasta el momento, no sólo en número de participantes sino de asistencia de jefes de gobierno. Pero las expectativas no fueron satisfechas, perdiéndose una oportunidad única de iniciar un cambio de rumbo para construir un mundo más justo, seguro, próspero y sostenible.
La convocatoria se fue consolidando año tras año. Y en el 2009, a petición de Bolivia, la ONU fijó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra en «reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas sustentan nuestras vidas».
A partir de entonces, este día se celebra cada año con la una participación superior a los mil millones de personas en 180 países de todo el mundo, según los datos de Rogers.
Kathleen Rogers, presidenta de la organización del Día de la Tierra en Washington y una de las primeras fundadoras en la organización, afirmó que una de las principales razones para elegir aquel 22 de abril de 1970 como el primer Día de la Tierra porque ese año cayó en un miércoles, el día de la semana ideal para convocar una manifestación por el medio ambiente en todo el país.
«Todo funcionó a la perfección, porque todo el mundo fue a la manifestación al terminar su jornada laboral», recordó Kathleen Rogers, presidenta de la organización del Día de la Tierra en Washington.
«Fue algo frenético. Nos llegaban telegramas, cartas y consultas telefónicas desde todas partes del país», escribiría Nelson en un ensayo poco antes de morir en julio de 2005 a los 89 años.
«El pueblo estadounidense por fin tenía un foro para expresar su preocupación sobre lo que estaba sucediendo con la tierra, los ríos, los lagos y el aire, y lo hicieron de forma espectacular», agregó.
Un planeta dañado
Los problemas medioambientales de hoy van más allá del aire sucio, el agua tóxica, y los agujeros en la capa de ozono, principales reclamos enarbolados en 1970.
El cambio climático es el gran desafío ambiental al que nos enfrentamos en la actualidad. Aunque desde inicios de los años 80 ya empezaba a mencionarse como una seria amenaza para el planeta, recién en los últimos años hemos tomado conciencia de su gravedad y los desastres naturales que podría generar a mediano y largo plazo.
Además de los daños medioambientales irreversibles, el cambio climático también tiene una incidencia directa en los movimientos migratorios que observamos actualmente en varios puntos del planeta, así como en las crisis alimentarias, las guerras territoriales o el aumento de la desigualdad, por citar solo algunos.
Los 5 problemas más urgentes a resolver
1) Gases de efecto invernadero (GEI): Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los niveles de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera han alcanzado un nuevo máximo sin precedentes. No hay indicios de una reversión en esta tendencia, que está desencadenando un cambio climático a largo plazo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos.
El Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero ha revelado que la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) pasó de 400,1 partes por millón (ppm) en 2015 y 403,3 ppm en 2016, a 405,5 ppm en 2017. También ascendieron las concentraciones de metano y óxido nitroso, en tanto que reapareció el CFC-11, un potente gas de efecto invernadero que agota el ozono, regulado en el marco de un acuerdo internacional para proteger la capa de ozono.
Desde 1990 se ha producido un incremento del 41 % del forzamiento radiativo total —que tiene un efecto de calentamiento en nuestro clima— causado por los gases de efecto invernadero de larga duración. El CO2 es responsable de un 82 % del aumento del forzamiento radiativo durante los últimos diez años, según las cifras proporcionadas por la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera de los Estados Unidos de América que se citan en el Boletín de la OMM.
2) Desaparición de fuentes hídricas: Ríos, lagos, laugnas y hasta mares se han secado en las últimas décadas por el cambio climático. Y muchos otros que quedan están contaminados y representan un grave riesgo a la salud humana y animal. De la mano de este fenómeno, se puede apreciar también el incremento de zonas desérticas y la creciente migración poblacional a grandes centros urbanos.
3) Deforestación: En los últimos 10 años, se han destruido nada menos que 13 millones de hectáreas Se calcula que, desde 1990, se han destruido más de la mitad de los que observamos ahora. Además, los árboles mueren a un ritmo acelerado debido a la contaminación del aire, la sequía de fuentes hídricas cercanas y los cambios bruscos de temperatura. En muy pocos países existen programas alternativos de siembra, repoblación y protección de las tierras cultivables.
4) Sobreexplotación de los recursos naturales: En 2050 seremos 10.000 millones de personas viviendo en el único planeta conocido que puede soportar la vida tal cual la conocemos. Pero a este ritmo de crecimientos, los recursos naturales pronto serán insuficientes para la supervivencia de las personas que habitan la Tierra. La sobreexplotación de los recursos, el consumo irresponsable y el aumento de la población mundial, que se ha triplicado en los últimos 60 años y continúa creciendo a un ritmo acelerado, son las principales causas de este agotamiento. El agua y la energía disponibles no darán abasto para suplir tales necesidades.
5) Uso de fertilizantes químicos y métodos artificiales de cultivo: Las sequías, los huracanes y otros fenómenos ambientales impiden la producción y el cultivo de alimentos en condiciones normales. Con el fin de enmendar estos efectos y multiplicar la producción, se han sustituido los métodos de producción natural por otros de tipo artificial y en los que predomina el uso de sustancias químicas. Estos métodos de cultivo hacen que los alimentos sean de peor calidad y afectan negativamente a nuestra salud y la del medioambiente, pues contaminan los alimentos, la tierra y el aire.
¿Qué hacer durante el Día de la Tierra?
Rogers anima a establecer un compromiso público para realizar una acción relacionada con el medio ambiente a todos aquellas personas implicadas con el medio ambiente el próximo 22 de abril.
Comprometerse con las ideas promovidas desde la plataforma Día de la Tierra supone educar a amigos y familiares sobre el calentamiento global o comprar productos ecológicos. Y fundamentalmente aprender la regla de las tres R: reusar, reutilizar y reciclar.
«El compromiso es la máxima de la iniciativa que se prolonga durante todo el año, La Generación Verde, que nos ha llevado a una nueva convocatoria del Día de la Tierra en 2018 gana protagonismo año tras año», precisó.
Según Rogers, todos son parte de esta generación que marca la transición de la revolución industrial a la revolución verde.
«También se trata de generar energía y empleos verdes. … Cada vez que mencionas «Generación Verde», la gente sabe a qué ideas te estás refiriendo, y eso es exactamente lo que queremos», concluyó.