Dejate de joder, Boca

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Arrancó abajo otra vez, apenas empató con Barracas, sumó cinco de nueve puntos fáciles, el técnico pifia, los refuerzos casi no refuerzan… La gente se fue caliente.

El Boca de los refuerzos no le puede ganar a Barracas en la Bombonera. Es un hecho, no una opinión. Boca está a seis puntos de Huracán, navegando en la mitad de la tabla, no consigue meterse en zona de clasificación a la Libertadores, no aprovecha el quedo de los de arriba, apenas sacó cinco de los últimos nueve puntos. Más hechos. Boca jugó muy mal contra Instituto -los esperó Riquelme para cagarlos a pedos-, le ganó a un Banfield que peleará el descenso -con pocas chances de éxito- y apenas igualó con este Barracas que de sus últimos nueve juegos ganó apenas uno. ¿Somos conscientes de lo mal que estamos? Ojo, que en breve empiezan los partidos contra rivales serios.

Hay una justificación que anda dando vueltas: a Boca le faltó la columna vertebral. A ver: Rojo no estaba, Cavani tampoco ni Pol. ¿De quién es la culpa de las ausencias del uruguayo y del central? ¿Quién tiene la culpa de su fragilidad, de sus constantes lesiones? ¿Se puede confiar en ellos, considerarlos parte de la columna vertebral? También faltaron Equi, que ya no volverá, y Zenón y Medina. Pero estuvieron en cancha los jugadores que Riquelme eligió para reemplazarlos, así que no debió haber dolido tanto. Lo que pasa es que Medel está de vuelta jugando de central o de 5, que del Belmonte de Lanús sólo vemos sus protestas, que Aguirre es tan suplente como en Newell’s, que Martegani tiene lagunas (o mares). Giménez hizo un golazo y la peleó, con eso zafó, pero hay que ver para qué está. ¿Están mál elegidos los refuerzos? Sí. Ojo, falta Miramón, que jugó en enero por última vez. Tal vez él dé vuelta todo. Martínez, por ejemplo, dijo que su llegada aportará «control y equilibrio». Perdón, yo no soy tan optimista.

Hay hinchas que dicen que Boca extrañó a Pol. Siento que -con todo respeto- es una pelotudez gigante. Que Pol haya mejorado un poco no significa que sea imprescindible. Y si lo es, pobres de nosotros, por lo baja que está la vara. Yo digo que Boca extraña a Oscar Córdoba, al Flaco Schiavi, a Samuel, a Serna, a Gago, a Román, al Flaco Cagna, a Tevez, al Melli, a Delgado, a Palermo, a Bianchi. Boca extraña tener buenos jugadores y un buen técnico, tipos que estén a la altura de la camiseta.

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Lo del DT no es una cuestión menor, eh. Vayamos pensando en acertar el próximo, porque este tampoco es, como no fueron Battaglia, Ibarra, Almirón. Y esto no es una opinión: el propio Riquelme los rajó porque no estaba conforme. Pero volvamos a Martínez: Otra vez armó mal el equipo y necesitó corregir. Salvo que le quiera demostrar a Riquelme que Medel es una carreta, no es serio ponerlo de 5 cuando hace un siglo que no juega ahí. Para protegerlo, Martegani y Belmonte se le arrimaban y dejaban las bandas libres. Resultado: los laterales sufrían y a los 6 minutos Boca ya perdía. Delante de ellos, Zeballos estaba tirado de enganche: nada más alejado de su espíritu. El Chango, aún en recuperación de una lesión seria, es un gambeteador serial, un individualista que a lo sumo puede tirar un centro. No es un organizador ni un pasador. Cuando se corrió a un costado, se hizo cargo Merentiel. El uruguayo es cada día más imprescindible. Puso pelotas en profundidad, armó juego, buscó socios, desbordó, le dio un gol servido a Zeballos, llegó al área, pateó al arco… Le faltó atajar, y probablemente lo habría hecho mejor que Romero. El único que habló su mismo idioma fue Blanco. Entre los dos armaron la jugada del golazo de Giménez, por caso.

Hay otras decisiones del entrenador que tampoco se explican: ¿por qué no es titular Saralegui? ¿Hay que poner sí o sí a los que llegaron o se puede elegir a los que juegan bien? ¿Vale poner a los buenos? Y ojo, no había cómo errarle: si mirabas al banco impresentable que tuvimos (García, Mendía, Molas, Delgado, Benítez, Janson) era el único que podía entrar.

Un último temita con Romero, tocado antes a la pasada. Los arqueros de equipo grande están para atajar las pelotas que les llegan. A veces, después del partido, ni necesitan pasar por la ducha. A Chiquito le pasó algo de eso esta vez. Sólo que lo embocaron en la primera y recién tuvo una suerte de revancha en un tiro de afuera, cerca del final: 50% de efectividad. Reprobado. El pibe que le hizo el gol, Zalazar, es nuestro. Se fue triste, dijo: «Siempre quiero que gane Boca». Le llegó la pelota y pateó. No digo que se la haya entregado ni que no haya querido hacer el gol, eh. Pero el pibe pateó. Romero se tiró un poco tarde, 15 o 20 minutos tarde, y la fue a buscar adentro. Hace tiempo que el 1 está lento de reacción en lo que solía ser su fuerte: los tres palos. Ahí tenemos otra vértebra ausente de la columna…

La gente se fue caliente, aunque tuvo demasiada paciencia. Gritar «Movete, Boca, movete» a los 43 del segundo tiempo ni les da tiempo a los jugadores de moverse. ¿Qué pasa, muchachos, estamos dormidos? ¿Tenemos miedo de cantar? ¿Nos damos cuenta de lo que pasa enfrente o nos vamos a seguir haciendo los boludos? Este lunes, Gallardo vuelve a hacerse cargo del barco. Pidió a Pezzella y lo tiene. Se está reforzando para ganar una Libertadores de la que nosotros ni siquiera participamos. A Maxi Meza lo buscamos en un momento y elegimos esperar que quedara libre por no pagar 2 millones, o nos conformamos con el rumor de que el pibe quería irse a Europa… Bueno, acá está. Ya lo tiene el Araña. ¿Para qué queremos la guita nosotros si no es para armar un equipo espectacular que nos dé gusto ver, que nos haga reventar el corazón de alegría? ¿La estamos guardando para reformar la Bombonera y no lo informaron? Dejate de joder, Boca. Vayamos para adelante, no para atrás. Así, se hace difícil aguantar. 

Por: Antonio Serpa Fuente: www.tycsports.com