Cómo hizo un emprendedor argentino para exportar helicópteros nacionales a cuatro continentes

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Augusto «Pirincho» Cicaré (1937-2022) era un soñador empedernido y un inventor nato. Sin haber cursado más que sexto grado, fue capaz de diseñar y fabricar motores y helicópteros que hoy esta Pyme familiar exporta a Estados Unidos, Europa, y países de Asia y Oceanía.

En la planta industrial de Cicaré S.A., en la localidad bonaerense de Saladillo, se producen el Cicaré 7 (monoplaza), el Cicaré 8 (biplaza «lado a lado») y el Cicaré Tandem (para dos pasajeros, uno detrás del otro), ultralivianos (menos de 300 kg), cuya estructura es de acero y aluminio en la cabina, con palas de fibra de carbono. También se fabrica allí el Cicaré SVH-4 Trainer, un entrenador de vuelo para pilotos de helicóptero, único en su tipo. Todos estos modelos fueron creados por el infatigable «Pirincho», y producidos íntegramente en la fábrica donde trabajan 28 personas.

La firma exporta actualmente el 80% de su producción. «Siempre la relación fue 40% de ventas al mercado local y 60% al internacional pero ahora estamos exportando un poco más», comenta Juan Manuel Cicaré, hijo del fundador y actual presidente de la compañía.

La Pyme que aterrizará en Alemania

Recientemente, la firma obtuvo la certificación de la Asociación Alemana de Vuelo Ultraligero (DULV, su sigla en inglés), para comercializar helicópteros en ese mercado. Antes de esto, debió realizar pruebas de resistencia y calidad, y el rediseño de algunas piezas. En estos ensayos contó con la colaboración de instituciones como el INTI, La Facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata y la Dirección de Asistencia Técnica (DAT) de Santa Fé, entre otras.

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«Un uso muy común de nuestros helicópteros es en establecimientos rurales. En Australia lo compran algunos hacendados para trasladarse de un campo a otro y para arrear ganado», cuenta Cicaré (h).

«Exportamos a algunos destinos no tradicionales, como las Islas Reunión (cerca de Madagascar, en Oceanía), donde un médico nos compró uno para trasladarse dentro de la isla a atender pacientes. El helicóptero al ser versátil, resulta muy eficiente y rápido para moverse y además, no necesita una pista de aterrizaje», explica.  En cuanto al diferencial respecto de los drones, «son para usos distintos. Nuestros helicópteros tienen mayor capacidad de carga, y autonomía de vuelo», comenta.

No obstante, Cicaré está desarrollando, junto a la firma aeroespacial Marinelli e INVAP, la compañía de alta tecnología rionegrina,  un helicóptero no tripulado. El «Heli-Dron» tendría múltiples usos: desde la aplicación de agroquímicos en el campo, hasta la prevención de pesca ilegal y vigilancia de grandes extensiones en el océano. Se trata del último proyecto de Pirincho Cicaré, quien presenció las pruebas de vuelo realizadas entre 2020 y 2022, en plena pandemia.

Un pionero y una Pyme de alto vuelo

Muy pocos países cuentan con tecnología y desarrollo propios para la fabricación de helicópteros, y el que Argentina tenga su propia industria en el rubro se debe en gran parte a la tenacidad y genialidad de Augusto Cicaré.

A los 14 años, construyó en su casa un motor para hacer funcionar un lavarropas. Y a los 16, leyendo una revista de mecánica popular, se fascinó con los helicópteros. A los 21 años, fabricó el primero de ellos, en el taller familiar de maquinaria agrícola.

Y en las décadas siguientes, pese a las dificultades económicas en aquellos años donde la democracia era frecuentemente interrumpida por la violencia y los golpes militares, Cicaré continuó diseñando, probando y produciendo helicópteros

A principios de los 60, conoció a Juan Manuel Fangio, quien le pidió que diseñe un motor para su proyecto de fabricar autos deportivos en el país. La iniciativa no prosperó, pese a las pruebas exitosas, pero de allí surgió una sólida amistad entre el inventor y el quíntuple campeón del automovilismo.

Cicaré apostaba a producir en Argentina y por más que le ofrecieron adquirir la patente de sus helicópteros para ser fabricados en el exterior, prefirió montar una fábrica en su pueblo, Saladillo. La firma tiene un programa de pasantías con la escuela técnica Nr 1 General Savio de esa localidad, donde «los estudiantes se capacitan y muchos de ellos se quedan trabajando», comenta Cicaré (h).

En la fábrica, situada en Saladillo, trabajan 28 personas.

A lo largo de los años, esta pyme familiar no solo formó técnicos y operarios, sino una cadena de proveedores, pymes industriales de distintos puntos del país. La mayor parte de los componentes de los helicópteros son de fabricación nacional. Se exportan desarmados para ser ensamblados en el destino, con ayuda de un técnico de la firma, en aquellos lugares donde no hay un distribuidor oficial.

Hoy, una de las calles principales de Saladillo, lleva el nombre de Cicaré. Y sus helicópteros vuelan por el mundo con la premisa de su fundador: soñar alto para llegar lejos.

Nota realizada por iprofesional