Es una acción frecuente y más que habitual en estos tiempos. Cumpleaños, los primeros pasos y hasta perfiles personales de los niños. ¿Cómo proteger su presencia y reputación online?
Los últimos debates sobre la exposición de los hijos de algunos famosos plantearon la necesidad de preguntar, indagar y analizar qué estamos haciendo con los más chicos en las redes sociales.
Sin lugar a dudas, como todo lo nuevo que implica un cambio de paradigma, al principio genera recelo y desconfianza, y sobre todo voces a favor y en contra. ¿Qué puede tener de malo subir una foto a una red social?
Compartir ¿es sinónimo de exponer?
Karina Di Benedetto, profesora titular de Psicoanálisis de Fundación Barceló, dice que con solo poner atención a los términos obtendremos la respuesta: «publicar es para el público, para los de afuera», aclara, por tanto, «las redes sociales son promotoras de exhibicionismo, y anulan la intimidad», agrega.
Entonces, ¿nos convertimos todos en adultos irresponsables exhibicionistas de niños? Si nos ponemos moralistas la respuesta sería sí, pero si aceptamos los cambios que vivimos y atravesamos como sociedad, podremos ver que es uno más de los nuevos hábitos.
«Previo a la existencia de los medios virtuales, la familia delimitaba un espacio, dentro del cual lo que allí sucedía formaba parte de un mundo íntimo. Es más, lo esperable era, tanto de modo implícito como explícito, que lo que ocurriera en el seno de la familia no debía saberse fuera de las paredes.
Ante lo familiar, se oponía el espacio de los otros, de lo público. Las redes sociales dan muestra de sobra que esto hoy no sucede. Podemos ver en los contenidos publicados todo lo que hace o sucede en una familia», explica Di Benedetto.
Sin caer en el extremo de una sobre-exposición con cuentas de Instagram propias para los chicos, por ejemplo, compartir acontecimientos y momentos se convirtió en una práctica más en nuestras vidas.
Mariana cuenta que ella es muy natural con el tema y respetuosa de su marido, a quien afirma «le pesa» el tema, porque si bien ella nació en una familia de famosos, por lo que nunca tuvo prurito de salir en las revistas, para él no era así, entonces empezó considerarlo. «Me gusta de vez en cuando mostrar a mis hijos, publicar algo que es importante para mí, pero no lo hago mucho porque no quiero exponerlos. De vez en cuando subo algo, en fechas especiales como el día de la madre; no me lo prohíbo; en las notas hago lo mismo, pero trato de no hacer la tapa de una revista en función de mis hijos. Todo el tiempo intento que ellos tengan una vida lo más normal posible. Los he mostrado, pero en algunos momentos. O capaz me dan ganas de mostrar que están re-grandes, pero lo justo y necesario, cuando no doy más de ganas porque uno no sabe quién está del otro lado», revela.
Compartir fotos ¿hola riesgos?
Uno de los puntos por los cuales Mariana mide mucho qué, cómo y cuándo compartir una imagen de sus hijos es el juicio que se abre sobre ellos.
Sabemos que las redes sociales pueden llegar a ser muy duras y los «haters» muy hirientes con sus comentarios y, sobre todo los riesgos se multiplican ya que al abrir el espacio de lo público se pierde el control.
«Dentro de lo íntimo hay posibilidad de controlar, observar, saber cuáles son las consecuencias. Pero ¿cómo se puede saber lo que se hace con una publicación o una fotografía?
La pregunta es: ¿a quién debería importarle lo que hace mi hijo? Los únicos que viven y disfrutan de sus logros o vivencias son los padres o los seres más cercanos. Es una experiencia única que es intransmisible, que sólo la sienten los protagonistas de la historia. Por eso, queda nuevamente afirmado que lo familiar es lo íntimo», explica la profesora de Fundación Barceló.
No podemos tampoco negar la realidad en la que vivimos y que compartir fotos de nuestras vidas es una práctica cotidiana. Entonces, ¿existe alguna forma en la que podamos encontrar un equilibrio?
El licenciado Alejandro Barizza, psicólogo del Servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Alemán, sugiere una buena práctica: «los padres deberían preguntarles desde pequeños a sus hijos para que, por ejemplo, puedan elegir qué foto se publicará y a quién se le mostrará. Sería aconsejable ejercitar el derecho de los niños sobre su imagen y propio cuerpo», cuenta.
Para concientizarnos sobre este tema, Barriza comparte un interrogante: ¿a mí como adulto me gustaría que alguien publicara alguna imagen mía sin mi consentimiento en la red social? ¿No es acaso un derecho de cualquier adulto decidir sobre el uso de su imagen?
Entonces, ¿cómo podríamos enseñar a nuestros hijos el derecho a la privacidad y cuidado de su cuerpo? Para eso, sugiere iniciar comentando a los chicos que queremos publicar una imagen de ellos, y que puedan elegir que foto prefieren.
«El derecho al uso de imagen y el propio cuerpo es un derecho individual que los adultos tenemos que tutelar y enseñar en su manejo para que cuando lleguen a la adolescencia, tengan los recursos necesarios para manejarlo de modo autónomo y sin correr riesgos», agrega el licenciado.
En el cotidiano, existen acciones pragmáticas para ayudar en esta tarea: las herramientas tecnológicas en las redes, llamadas genéricamente perfiles de privacidad, les permiten a los padres ser más cuidadosos con la publicación de estas imágenes, ya que no es lo mismo que lo vea una tía, un amigo que un desconocido.
De todos modos, cada vez que deseemos publicar algo sobre nuestros hijos sería aconsejable conversar con ellos sobre qué foto, a quién, aprovechar la ocasión para conversar sobre lo público y lo privado, como una forma de diálogo conjunta que ayude en el futuro al niño en el ejercicio del derecho de privacidad y manejo de su cuerpo y su imagen.