Debido a que me enteré tarde de esto y se dificulta recolectar «anécdotas» para antes del 19/10/2018, hago mis «anécdotas» públicas e invito a cualquiera, que haya tenido alguna similar la cuente en este espacio o si no se anima, tiene pudor o miedo, lo haga en forma privada. Sé que somos muchas/os.
Por mi parte vengo hablando del tema desde muy chica, aunque las respuestas en su mayoría han sido desprestigiando o desmintiendo lo que contaba.
No pretendo «historias/anécdotas» de terceros, sino historias/anécdotas personales, en primera persona.
Sé que esto va a generan incomodidad y rechazo en algunas/os, aunque «refugio» o en otras/os.
Mi idea no es desmerecer la imágen de el Padre Antonio que ha ayudado a tantas personas. Sino la de contar sobre la otra cara que ha condicionado y/o abusado a tantas otras.
Quizás me denuncien. Quizás no.
Pero bueno.
Ya que piden que compartamos, lo hago
ACÁ VA MI ANÉCDOTA: Como todos saben, al comenzar a recibir los sacramentos, uno comienza a confesarse. Desde mi primera experiencia me sentí incómoda, desde mi inocencia de niña no entendía el porque. El tema era que cada vez que iba a confesarme con el Padre Antonio (el único disponible para poder hacerlo en esa época), este me obligaba a arrodillarme frente a él (porque no dejaba que te confieses por el costado) abría sus piernas y me acercaba demasiado a su cuerpo. Colocaba su frente y nariz contra las mías. Me tomaba de la cintura y me hablaba mientras deslizaba sus manos de arriba a abajo y jugaba con mi pelo.
Todo esto hizo que comenzara a rechazar esto y que hasta me salteara el turno que me tocaba y dijera que ya me había confesado así no me mandaban a hacerlo.
Cuando crecí y entendí cómo funciona “la cosa”, decidí alejarme, hasta el día de hoy, de la Iglesia Católica. Espero no haberles causado indigestión, aunque en realidad poco me importa. Besos a todas y todos. Y como dije antes: Los invito a contar sus historias. En forma pública o privada”.
Llamativamente, este posteo, que está de forma publica en su red social, para que, según palabras de Mariela, están todos invitados a compartir, tuvo mucha repercusión y varios testimonios más que daban cuenta de las mismas situaciones que contaba Mariela. Una vez más, resurge el tema de la Iglesia, y los abusos de los curas, y quizá en una comunidad como Saladillo, esta denuncia de para mucho más y cada vez haya más testimonios, pero con la particularidad que el Padre Antonio ya no esté para que de su versión de los hechos.