Gabriela Arias Uriburu: “Decidí ser la protagonista de mi propia historia”

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Gabriela conoció y se casó Guatemala, en el año 1991 con Imad Shaban, a pesar de ser ella católica y el musulmán tuvieron tres hijos: Karim (12-5-92), Zahira (25-12-93) y Sharif (5-4-96). Pero la llegada de los hijos no fue suficiente para sobrellevar el matrimonio multicultural, por lo que en 1997, Gabriela plantea su decisión de divorciarse ante la Justicia Civil guatemalteca, quien además le otorga la tenencia de los tres hijos.

Sin embargo, el 10 de diciembre de 1997, Imad Shaban, ilegalmente saca a Karim, Zahira y Sharif de Guatemala, y se radica con ellos en Jordania, su tierra natal, donde residen hasta la actualidad.

Frente a esta tragedia, dos posibilidades se abrieron en la vida de Gabriela: sucumbir ante lo impuesto, dejándose morir, enloqueciendo e intentar un contrasecuestro con riesgo de vida para sus hijos, o transformar la agresión en salud y un futuro para sus hijos y para ella. Este último fue el camino que eligió.

Llevó el caso a los Foros Internacionales, logrando importantes avances en materia de legislación y tratados, más allá de su propia conflictiva personal. Se convirtió en un referente mundial en la lucha por los Derechos del Niño. Creó la Fundación Foundchild | Niños Unidos por el mundo | http://www.foundchild.org.ar, para atender casos similares, pero trabajando en pos de los niños, pues ellos son los afectados en estas tragedias.

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En la actualidad y luego de muchos años de tragedia, horror y terror, Gabriela ha llegado a un final exitoso y de acercamiento con sus hijos, donde su familia transita un nuevo camino sin contra secuestros ni pérdidas parentales, cultivando salud física y emocional, creando caminos de superación e instando hacer posible la vida.

La travesía de Gabriela la llevó a tener una forma de expresión particular, trabajó sin cesar sus recursos y herramientas, forjando su ser en valores integrados, con una cosmovisión amplia y un compromiso singular.

 

Luego de haber presentado tres libros anteriores, “Vínculos llega con un ejemplar que ella define como: “el libro que lleva al hogar cosas del sentido común”.

En conferencia de prensa con los medios locales dijo: “Yo también pude haber ido a buscar a mis hijos con violencia y el mundo entero me hubiera aplaudido, pero si yo fue violentada mi intención es romper con eso. Mi mayor anhelo era no seguir manifestando violencia en la vida de mis hijos”.

“Aprendí a transmutar ese dolor en arte, en sanación y en amor. En la vida tenemos que aprender a facilitar, no a impedir. Es una constante lucha entre el corazón, la mente y el dolor. Pero siempre se puede”.

Muchas veces la gente me pregunta si podría volver a vivir con mis hijos. Creo que no podría alterar sus vidas solo para solucionar algo que en algún momento me faltó o que no resolví. Ellos son libres de elegir qué camino quieren seguir” y agregó: siempre les digo, vayan a sus vidas. Ellos buscarán la manera de sanar sus propias heridas pero yo debo sanar las mías”.

“Lo que logré con el caso es una resolución que sea favorable para los chicos más allá de las diferencias culturales y religiosas. Eso, ya es muy grande. En una situación de estas características hay que entender que el juez tiene que ser un posibilitante (de solución), no solucionador del conflicto. Hacer justicia es devolver a los hijos sus derechos. Es un enorme trabajo el que se hizo ya que en el transcurso alocado de la tragedia tuvimos que ingeniarnos un nuevo camino para poder resolver la historia de los chicos, dada la incompatibilidad de las leyes argentinas y jordanas. Frente a situaciones  extremas hay dos caminos, o ser la víctima o la protagonista de tu propia historia”.