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El periodista autor de la emblemática entrevista a las Madres de Plaza de Mayo el mismo día del inicio del Mundial 1978.
El periodista neerlandés Jan van der Putten, autor de la emblemática entrevista a las Madres de Plaza de Mayo el mismo día del inicio del Mundial 1978, afirmó que el certamen le sirvió «para contar qué pasaba» realmente en el país y reconoció que recibió amenazas de la dictadura unos días antes de que el campeonato terminara.
A 42 años del Mundial celebrado en la Argentina, Van der Putten, de 78 años, casado, cuatro hijos y ocho nietos, dialogó en exclusiva con Télam desde la ciudad de Alkmaar, donde vive; recordó cómo fue el operativo para enviar la nota a través de un vuelo de Lufthansa y confirmó que el plantel «naranja» sabía lo que ocurría en el país, pero que decidieron participar del Mundial «porque la orden era separar el fútbol de la política».
El periodista sigue trabajando en el semanario De Groene Amsterdammer (el más viejo y más influyente de Países Bajos), en la revista Argus y en De Brug (plataforma digital sobre política y derechos humanos en Israel), entre otros medios.
¿Qué lo motivó a entrevistar a las Madres de la Plaza de Mayo?
Van der Putten: Formaba parte de un equipo de tres periodistas que debía reportar para la radio holandesa, durante el Mundial, sobre la realidad político-económico-social argentina. Un equipo de la televisión holandesa VARA se encontraba también en Argentina. Joop Daalmeijer, su director, me invitó a colaborar como entrevistador de las Madres. El Mundial nos sirvió solo de cobertura para contar qué pasaba. Oficialmente estábamos acreditados, con entrada libre a los estadios, pero no vi ningún partido en ningún estadio. La final la vi en un café en Buenos Aires.
¿La entrevista a las Madres qué significó en su carrera?
VDP: Fue parte de una larga serie de entrevistas y encuentros cargados de dramaticidad. Sólo después de muchos años me enteré que era una entrevista icónica.
En 2019, en el diario Tiempo Argentino manifestó: «El fútbol me aseguraba cierta impunidad». ¿Puede ampliar ese concepto?
VDP: A los militares el Mundial les servía como una operación de relaciones públicas a nivel mundial. En esta operación los periodistas internacionales éramos indispensables. Gracias a mi acreditación pude entrar el país sin ningún control e inclusive recuerdo que fueron a recibirnos algunos funcionarios.
¿Cuándo, dónde, de qué modo y por quién fue amenazado «de un modo civilizado» en 1978 en Argentina?
VDP: Fue cuando el torneo se aproximaba a su fin. Una mañana, la compañera argentina de uno de los integrantes de nuestro equipo de radio caminaba por la calle cuando se dio cuenta de que la seguía una persona bien vestida. No logró deshacerse de ese hombre. Finalmente el tipo decidió hablarle. «Deciles a tus amiguitos que tienen que portarse bien». Ella le dijo: «¿Y si no se portan bien?». Y le respondieron: «Que se atengan a las consecuencias». Decidimos quedarnos después de haber recibido la promesa del ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda que el equipo de fútbol se retiraría de la final con Argentina en caso de que algo nos pasara. No pasó nada, pero por las dudas salí de Argentina por Mendoza y no por Ezeiza.
¿El plantel de Holanda sabía lo que pasaba en la Argentina?
VDP: Totalmente. Antes del Mundial había un debate nacional sobre participar o no. Dos famosos humoristas desarrollaban una campaña (llamada «Bloed aan de paal», Sangre al poste de la portería) por todo el país para boicotear el Mundial.
¿Por qué cree que, del plantel holandés, solo Wim Rijsbergen se acercó a hablar con las Madres de Plaza de Mayo?
VDP: Porque los jugadores siguieron la línea oficialista de la asociación nacional de fútbol: deporte y política serían áreas completamente separadas. Ellos solo iban a Argentina para jugar al fútbol y no otra cosa.
¿La embajada holandesa en Buenos Aires dispuso algún operativo de seguridad para los periodistas holandeses durante el Mundial 1978?
VDP: Ninguno, que yo sepa. En ese entonces los periodistas hicimos todo a riesgo propio. Tampoco creo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Holanda haya dado algún tipo de instrucciones a los periodistas. Pero yo ya no vivía en Holanda.
Vivió en Argentina entre 1973 y 1976. ¿Qué hizo y para qué diario? ¿Por qué se fue a comienzos de 1976?
VDP: Desde comienzos de 1971 hasta 1987 fui corresponsal en América Latina para distintos medios de Holanda y otros países. Mi diario más importante era NRC Handelsblad. Mi sede era primero Santiago de Chile, después Buenos Aires, después Caracas y al final México. Mi primera visita a Argentina fue en 1971, con el golpe de Agustín Lanusse. Viví la matanza de Ezeiza y la victoria de Héctor Cámpora y luego de la elección de Juan Perón me establecí en Buenos Aires. Viví allí toda la locura trágica de ese período. Tuve que irme en 1976 porque, en medio de las desapariciones y asesinatos de tantos amigos y conocidos, mi vida estaba en peligro.
¿Cómo se enteró de los ‘vuelos de la muerte’? En la entrevista en Tiempo se cuenta que usted reveló su existencia.
VDP: En ese entonces vivía en Caracas, siempre como corresponsal. Sabía que habían aparecido cadáveres de desaparecidos argentinos en las costas de Uruguay y que se habían inventado historias truculentas para explicarlo. La conclusión era obvia.
Por último, ¿cómo fue el operativo para entregar el material con la nota a las Madres que fue enviado a través de un piloto de confianza de la aerolínea Lufthansa?
VDP: Fue pura casualidad. El director de VARA comenzó una charla en un bar con un hombre que terminó siendo piloto de Lufthansa y que se ofreció a llevar el material a Frankfurt. Lo llevó, y hasta allí fue un mensajero de VARA a buscarlo.