Con esa imaginativa estética que caracteriza a sus textos, el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeno expresó alguna vez: “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me dijo que estamos hechos de historias”. Y la historia de vida de Nahuel Tenaglia (22), el lateral de Talleres a quien le tocará reemplazar hoy en Rosario, frente a Newell’s, a un referente como el ahora lesionado Leonardo Godoy, merece ser relatada.
Hace menos de dos años, Nahuel estuvo a punto de dejar el fútbol porque no tenía lugar en Atlanta, en la B Metropolitana. No soportaba más la postergación que tenía y había decidido volverse a su Saladillo natal. Pero su papá, un trabajador de clase media del transporte de cargas, lo convenció de no hacerlo. Hoy, aquella suerte esquiva que antes lo había sacado también de Boca, se transformó en buena estrella. A tal punto, que el mes pasado lo designaron “embajador deportivo” de su ciudad, con sólo un partido y “chirolas” como titular en la “T” (contra San Martín y 29 minutos frente a Colón). Es considerado el deportista más importante de Saladillo, además del “Vasco” Julio Olarticoechea.
–Es la segunda vez que te tocará reemplazar por una lesión a “Leo”. ¿La responsabilidad es aún mayor que en aquel partido en San Juan?
–A “Leo” lo veo entrenarse día a día. Es un jugadorazo para la edad que tiene. Si jugara en Buenos Aires seguro lo hubieran convocado a la selección. Trato de mirarlo e imitarlo. Voy a tratar de que la gente no lo extrañe tanto.
–Talleres no puede darse el lujo de perder otro partido si quiere entrar a la Libertadores.
–Será un partido duro. Tenemos que traernos los tres puntos de Rosario. Contra Independiente jugamos muy bien, sólo que la pelota no quiso entrar y (Martín) Campaña estuvo bárbaro.
–Debe ser muy lindo para vos que, con sólo 22 años y sin dos partidos completos jugados oficialmente, seas el embajador deportivo de Saladillo.
–Es hermoso que mi ciudad me reconozca así. Si hasta me da vergüenza. El premio lo recibieron mis viejos. Yo vengo de la B Metropolitana. Di un salto muy grande. Sabía que me iba a costar la adaptación. Talleres es un club muy lindo, tiene unas instalaciones hermosas, ojalá me pueda quedar.
–¿Lo conocés a Olarticoechea?
–Sí, yo empecé jugando en la escuelita de él, en Saladillo. Es un emblema allá. Yo no lo vi jugar, pero mi papá siempre me contaba lo que hizo en el Mundial y en la selección. Ojalá yo pueda hacer en mi carrera sólo una partecita de lo que hizo él. Últimamente no lo he podido ver, porque cuando voy de vacaciones a Saladillo él está trabajando con la selección Sub 23. Pero siempre estamos en contacto por Facebook. Me felicitó por la distinción. Es una gran persona.
–Estuviste “ahí” de dejar…
–Sí, bueno… mis viejos hicieron lo imposible para que yo llegara a jugar en el fútbol grande. Cuando empecé en Boca, el primer año, no nos daba para vivir en Buenos Aires. Mi papá es custodia de camiones. Se levantaba todos los días a las 3 de la mañana y llegaba a las 6 a ‘Baires’. A las 8 o 9 salía, me pasaba a buscar a las 12 por la escuela y salíamos para allá de nuevo. Así, tres veces por semana durante un año. Fijate el sacrificio que hizo. Hasta mi mamá aprendió a manejar para poder llevarme también a entrenar. Si hoy estoy en Talleres es gracias a ellos. Les debo todo, porque me podrían haber dicho: “Mirá, Nahuel, no nos da para que vivas en Buenos Aires”. Y se sacrificaron.
–¿Qué pasó en Atlanta?
–Esa etapa en Atlanta fue muy difícil. Había subido a la primera Primera, pero entrenaba, entrenaba y no me ponían. Por ahí no hacía ni fútbol y me dejaban afuera. Llegaba a la noche y lloraba y lloraba. Quería volverme. Entonces lo llamé a mi papá y le dije: “Mirá, pá… la verdad es que ya estoy cansado. No sé si me gusta el fútbol como cuando era chico”. ¿Viste cuando no te sentís querido? Eso era lo que me pasaba. Fue la primera vez en mi vida que lo sentí llorar. Uhhh… lo recuerdo y me emociono. Y me dijo: “Dale, Nahu, yo sé que vas a llegar a jugar en Primera. Vamos a meterle un poco más”. Mirá ahora, estoy en Talleres y jugando en Primera. No saben la emoción que tenía mi viejo en el clásico amistoso que jugamos contra Belgrano. Me vino a ver y tenía la camiseta puesta con el apellido Tenaglia.
–Sos apegado a tu familia.
–Sí, los extraño. A mi papá, que se llama Camilo, mi mamá Susana, mi hermana Estefanía y mis hermanos Matías y Agustín. Siempre hablamos de fútbol con mi papá. Es el mejor DT que tuve. No pude ver por la tele el partido de Newell’s contra Paranaense porque estaba en clases en la escuela del club. Y cuando llegué al departamento me llamó y me explicó a quién tenía que marcar el lunes. Por la mañana lo tengo de DT a Kudelka y por la tarde a mi papá. Hoy va a ver el partido por TV.
–¿Vivís solo en Córdoba?
–Sí. Cuando puede, viene mi familia a visitarme. Lo que más deseo es quedarme en el club. No sé cómo agradecerle a Talleres.
Por Javier Flores @jflores_mundod
Periodista de Mundo D