Las lágrimas del virtuoso volante chileno, las atajadas que eligió Arias y el pedido unánime por la renovación del «Chacho». Crónica de una noche inolvidable en el Cilindro
El llanto de Marcelo Díaz es desgarrador. Racing ya salió campeón y el Pepo ya hizo bailar al Cilindro con su cumbia, pero el Chelo no puede contener sus lágrimas. Es el décimo título de su carrera, pero lo vive de una manera especial. «Racing me recibió muy bien, el grupo se lo merecía», dice mientras se sostiene en los brazos de su hijo, «una bendición de Dios».
La emoción del chileno se basa en el recuerdo de la tragedia que vivió en su adolescencia. El grito de la madre todavía le zumba en sus oídos y su carrera hasta el patio trasero de su casa donde encontró a su hermano sin vida es una escena que se repite en la memoria del volante.
Una carta escrita por el joven que decidió suicidarse representó la primera muestra de carácter para el jugador andino. «Seguí peleando por tus sueños», había sido el mensaje que le dejó el hermano antes de morir. «Y los sueños están para cumplirse. Muchas veces la vida te puede golpear y ponerte muchas barreras adversas, pero depende de cómo uno las pueda afrontar y de la fortaleza de cada uno para mirar hacia adelante», relata el Chelo Díaz, aún con los ojos rojos humedecidos por las lágrimas que no cesan.
A pesar del dolor que le provoca el recuerdo, su mirada positiva le permite brindar un mensaje hacia las generaciones venideras. A sus 32 años, el virtuoso mediocampista sostiene que «en la vida no hay nada imposible». «Todo se puede lograr si uno se lo propone con la cabeza y el corazón. Espero que los muchachos de las inferiores puedan seguir sus sueños, porque se trata de ponerse los objetivos bien claros», afirma el chileno que arribó de México para colaborar con la consagración.
«Cuando llegué y vi el grupo que había, empecé a sentirme campeón. Yo me siento un ganador de la vida, y ver un plantel tan comprometido, y con tanta jerarquía, me hizo sentir campeón desde el principio. No lo decía porque era una falta de respeto, aunque internamente lo sentía así», reveló el Chelo, quien además tuvo tiempo para elegir los goles que más gritó durante toda la temporada: «Los de la cancha de Independiente, fueron muy significativos para el título».
A su lado, con una sonrisa enorme que se contrapone con el llanto de Díaz, Gabriel Arias vive el campeonato de otra manera. Con la serenidad que lo caracteriza, el arquero reconoce que «el objetivo llegó muy rápido». «Uno imaginaba que se podía dar, pero no tan pronto», desliza el ex Defensa antes de escoger sus mejores tapadas del torneo: «La del Morro García acá y las del clásico».
Otro de los protagonistas que se instaló en Avellaneda bajo las mieles del éxito fue Darío Cvitanich, el delantero que se sumó en la última pretemporada y se consolidó como el socio perfecto de Lisandro López. «Para mí es un privilegio poder vivir esto con este grupo. Es uno de los títulos que más disfruté, porque nunca pensé que iba a venir acá a esta altura de mi carrera», confiesa el ex Banfield que se metió velozmente en el corazón académico.
Durante su estadía en Racing, el goleador advierte que su conquista más importante «fue la de Colón, porque sirvió para rescatar un punto en un partido que parecía perdido», y al igual que el resto de sus compañeros aprovecha el medio para enviarle un mensaje al Chacho Coudet: «Nosotros queremos que siga porque nos dio una identidad de juego».
«Sería lindo que continúe, porque es la cabeza de este grupo y el que nos hace jugar mejor», agrega Arias cuando escucha la pregunta sobre el futuro del técnico que es tentado para dirigir a la Selección. «Ojalá que tenga su oportunidad porque se lo merece, pero la verdad es que queremos que siga con nosotros», insiste Darío.
Sin la bufanda y con el saco de honor de la Academia, el Chacho se ríe. Celebra la corona conseguida y se emociona con el cariño de los hinchas. «La gente los disfrutó tanto como nosotros. Es una felicidad enorme por mis jugadores, pero lo tomo con mucha tranquilidad porque hay que seguir laburando», dice con el particular tono que lo caracteriza.
Su fórmula se basa en la humildad y el sacrificio. «Como entrenador intento preparar equipos competitivos. Salir primero es muy lindo, pero si vos te preparás para dar pelea a la larga se consigue el objetivo», analiza el Chacho, quien escuchó desde las tribunas el notable repertorio musical exigiendo que se mantenga en el cargo.
Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de Coudet…
El Chacho no se va… el chacho no se va…
Volveremos, volveremos… volveremos otra vez… volveremos a ser campeones… de la mano de Coudet…
El sentimiento de los fanáticos con el técnico se formó a partir del título logrado. El agradecimiento es notorio, pero todavía el Chacho no confirmó su continuidad: «No pasa por el pedido de la gente. Estoy muy cómodo acá, pero pasa por el tiempo y la dinámica del fútbol que no me permite reunirme con Víctor (Blanco) para hablar. Estoy muy contento con el club, los directivos y los jugadores; seguramente nos juntaremos a hablar tranquilos porque hay una gran predisposición de todas las partes». La ilusión académica sigue en marcha. Cuando se pase la resaca de los festejos, los más entusiastas volverán a soñar con una alegrías en la Copa de la Liga, la Copa Argentina y la Copa Libertadores. Sin dudas, en el mundo Racing creen que esos títulos son posibles si se queda el Chacho.