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La vigencia de Scola, se complementó con el talento de Campazzo en la base y su socio Laprovíttola, a la entrega de Garino en el perímetro, a la explosión de Delía en la pintura y a la verticalidad de Deck.
«Estamos muy bien, veo similitudes con el subcampeonato de Indianápolis 2002, hay que decirles a los chicos que podemos llegar a la semifinal, Sergio». Esas fueron las palabras de Luis Scola, capitán del seleccionado de básquetbol y campeón olímpico en Atenas 2004, al entrenador, Sergio Hernández, en la previa del Mundial de China.
Claro, a diferencia de Scola, el seleccionador estaba convencido del buen nivel de sus dirigidos pero no era tan «optimista», según contó en diversas notas periodísticas.
De esta manera, ambos negociaron y puertas adentro se habló de dos objetivos posibles: clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y cuartos de final del certamen mundialista.
Sin embargo, la razón del interno se plasmó partido a partido en el que la nueva generación de basquetbolistas dejó en claro que estaba para algo serio después de la obtención de la medalla dorada en los Juegos Panamericanos Lima.
Para terminar en el segundo puesto de China, donde cayó contundentemente en la final contra España (95-75), Scola se convirtió en el pilar fundamental al aportar 16.9 puntos, 7.1 rebotes y 1.5 asistencias en 29.5 minutos de promedio. Esos números lo llevaron a ser parte del quinteto ideal junto con los españoles Ricky Rubio y Marc Gasol, el francés Evan Fournier y el serbio Bogdan Bogdanovic.
A su vez, el porteño quedó como el segundo anotador de la historia de los mundiales, con 601 unidades, detrás del brasileño Oscar Schmidt (906), e igualando la primera línea de presencias (41 partidos).
«Me gustaría felicitar a España por tremendo torneo. Fueron los mejores y se merecieron el título. Para nosotros no pudo ser. Estamos tristes, pero pronto vamos a poder ver para atrás y estar orgullosos de estás increíbles dos semanas que tuvimos», expresó minutos después de la caída en la final y la segunda en su carrera, ya que estuvo en la otra derrota contra Yugoslavia en Indianápolis 2002.
La vigencia de Scola, con 39 años, se complementó con el talento de Facundo Campazzo en la base y su socio Nicolás Laprovíttola, a la entrega de Patricio Garino en el perímetro, a la explosión de Marcos Delía en la pintura y a la verticalidad y versatilidad de Gabriel Deck.
Campazzo, estrella en Real Madrid de España, se hizo cargo de su progreso en las últimas temporadas y con su desfachatez rompió todas las líneas defensivas rivales. El cordobés cerró con 13.3 unidades y 7.8 asistencias en 29.2 minutos; lo mismo sucedió con sus compañeros de club Gabriel Deck (13.8 tantos) y Nicolás Laprovíttola (10 y 3.6 pases gol).
En su trayecto, Argentina se hizo de zona B contra Corea del Sur (95-69), Nigeria (94-81) y Rusia (69-61) en la primera fase; luego del grupo I frente a Polonia (91-65) y Venezuela (87-67) en la segunda ronda.
Con estos resultados, el seleccionado consiguió el pase a Tokio 2020, ya que eran dos las plazas disponibles y la otra se la llevó Estados Unidos por América.
Ya en los cuartos de final se presentó Serbia, uno de los candidatos al título, pero Argentina mostró su mejor versión y lo superó con comodidad en el trámite por 97 a 87 y una maravillosa jornada de Scola (20 puntos) y Campazzo (12 asistencias).
En la siguiente rueda estuvo Francia, con su promedio de altura de más de 2.12 metros, pero se sorteó con facilidad (80 a 66). Aquella noche en el estadio Wukesong Arena de Pekín, otra vez Scola dejó 28 unidades y 13 rebotes.
La historia cambió en la final porque España tiró sus credenciales, cortó los circuitos de juego, le quitó fluidez a la media cancha nacional y de entrada dejó sin posibilidades a los dirigidos por Hernández.
A pesar del sello, el Mundial y los Juegos Panamericanos sirvieron para confirmar el proceso iniciado con Carlos Vecchio en 1996, continuado Julio Lamas (1997-1999 y 2011-2014) y Rubén Magnano (2001-2004). En el medio estuvo Hernández (2005-2010 y 2015-presente), quien en los últimos días anunció que se quedará en Tokio 2020, a pesar de sus diferencias con el nuevo presidente de la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB), Fabián Borro.