El lunes 4 de febrero, un micro de dos pisos de la empresa Vía Bariloche volcó en la Ruta 2. El saldo: dos muertos y más de 30 heridos, cuatro de ellos de gravedad.
El siniestro se produjo cerca de las 6 de la mañana. El ómnibus había salido de Miramar hacia General Pacheco con 38 pasajeros. Según trascendió el vehículo tomó la curva que desemboca en el puente que pasa sobre el río Samborombón, siguió de largo y cayó al cantero central que divide los dos carriles.
El conductor, de 24 años, y el chofer alternativo, de 35, fueron asistidos en el lugar con distintos golpes y se les realizó el test de alcoholemia, que dio negativo. El más joven fue aprehendido por disposición de la fiscal Mariana Albisu y fue trasladado con custodia policial al Hospital San Fernando.
Al día siguiente, se viralizó un audio de uno de los choferes. En su relato, el hombre contaba que habían viajado desde Buenos Aires hasta Miramar para luego emprender de inmediato el mismo camino de vuelta.
“Así como llegamos limpié el micro y salimos de nuevo. Se durmió. Lo dejé dormir 2 o 3 horas, creo, no sé, no me acuerdo ya y después lo agarré, lo desperté para que maneje 100 kilómetros o 150 kilómetros y se durmió… ¡se durmió!”, se lo escuchaba decir con angustia.
El accidente reabrió el debate acerca de las condiciones en las que trabajan los choferes de larga distancia. En ese contexto, se conoció la denuncia de un chofer de Vía Bariloche, que aseguró que fue desvinculado de la empresa por negarse a salir a la ruta sin haber descansado lo suficiente.
El hecho, según contó Esteban (prefirió no dar su apellido) a Infobae, sucedió el 15 de enero pasado. El marplatense de 48 años y padre de tres hijos estaba regresando de San Clemente del Tuyú a Mar del Plata.
“Cuando llegué a Villa Gesell tuve que cambiar de micro porque se llenó de pasajeros y, el que me dieron, estaba roto. Entre una cosa y otra me terminé acostando a las 3 de la mañana”, repasó. Para el día siguiente, el hombre tenía previsto un viaje a las 7, pero como sólo había dormido cuatro horas, se negó a salir a la ruta.
No era la primera vez que Esteban se quejaba. “Si no te gusta andate”, le respondían. «Somos rehenes de la empresa. Hacemos cerca de 20 viajes por mes: no nos pagan las horas extras, ni las horas nocturnas, ni los francos, ni los feriados. Tampoco se respetan las horas de descanso”, dijo el conductor a este medio.
Esteban contó que tras el episodio lo tildaron de “problemático” y lo despidieron sin causa. Enseguida interpuso un recurso de amparo para que la empresa, donde trabajó once años, le devolviera el puesto. “Yo necesito volver a trabajar”, sostuvo.