La muerte del propietario de la empresa OCA causó una gran conmoción social y política por las vinculaciones que tenía con los funcionarios del gobierno del presidenteCarlos Menem .
Yabrán apareció en escenario político en 1995. Acostumbrado a pasar los veranos en la localidad de Pinamar , Yabrán -de 53 años- había logrado mantenerse en el anonimato mientras controlaba negocios en depósitos fiscales, logística y concesiones en rampas aduaneras y aeropuertos por medio de diversas firmas. Pero en agosto de ese año, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo , lo acusó ante el Congreso -en una exposición que se prolongó durante 11 horas- de liderar «una mafia enquistada en el poder», de acuerdo con lo publicado por la agencia de noticias Télam.
Si bien seis años después Cavallo se retractó en un acuerdo firmado con los familiares de Yabrán, esa denuncia en la Cámara de Diputados le otorgó al empresario una visibilidad que no quería.
El seguimiento periodístico y las investigaciones sobre los negocios, vinculaciones y contactos que guardaba Yabrán se incrementaron con el correr de los meses hasta que se produjo un hecho que marcó el principio de su caída: en el verano de 1996, José Luis Cabezas lo fotografió mientras caminaba por una playa de Pinamar, imagen que ilustró una tapa de la revista Noticias.
«Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente», decía Yabrán ante las personas que integraban su círculo íntimo.
Su pretensión de pasar un «verano tranquilo», significó para su jefe de su seguridad, Gregorio Ríos, una orden que debía cumplirse sin peros: matar a Cabezas. Entonces Ríos se contactó con el policía bonaerense Gustavo Prellezo, quien a su vez se vinculó con una banda de delincuentes comunes conocida como «Los Horneros» para ejecutar, el 25 de enero de 1997, el crimen del fotógrafo.
El cuerpo de Cabezas fue hallado en las afueras de Pinamar, calcinado, dentro de un Ford Fiesta y con un tiro en la cabeza. Tras varias pistas falsas, la investigación judicial que encaró el juez Macchi se cerró con el correr de los meses sobre el entorno del empresario.
La esposa de Prellezo, Silvia Belawsky, declaró el 15 de mayo en Dolores que su marido le había dicho que Yabrán había ordenado la muerte de Cabezas. Entonces, el magistrado a cargo de la causa libró una orden de detención internacional contra el empresario.
«Cuando se ordenó la captura empezamos a trabajar en un número especial de la revista Noticias. Lo que menos se pensaba era que Yabrán podía matarse. La verdad que al principio no lo creía», dijo el periodista Gabriel Michi, compañero de Cabezas en la cobertura del verano en Pinamar al momento del asesinato.
Yabrán ordenó el asesinato del fotógrafo porque le tomó una imagen en la playa Fuente: Archivo
Varios días antes de su muerte, Yabrán se ocultó en uno de los campos que tenía en su Entre Ríos natal. Por esos días, se resguardó en la estancia San Ignacio, ubicada en cercanías a la localidad de Aldea San Antonio, donde una comisión de la Policía entrerriana lo fue a buscar.
Yabrán estaba preparando una picada junto a sus caseros Leonardo Aristimuño y Andrea Biordo y, al advertir la presencia de los efectivos, se encerró en un baño. Al intentar forzar la cerradura, los policías escucharon un disparo y, al ingresar, se encontraron con el cuerpo del empresario en el piso.
Eran las 12.45 del miércoles 20 de mayo y Yabrán acababa de pegarse un disparo en la boca con una escopeta calibre 12.70 que -según la autopsia- le incrustó más de 30 perdigones en el cráneo.
«En medio de la incredulidad, comenzaron a correr muchos rumores sobre si en verdad Yabrán se había suicidado o se trataba de una simulación. Me puse a investigar y comprobé que era cierto. Se había quitado la vida. No había dudas», apuntó Michi.
El periodista recordó que vio fotos del cuerpo de Yabrán,y asegura que los rasgos de su rostro podían distinguirse pese a los impactos recibidos. «Tenía la cara hundida y, a pesar de las heridas que tenía en la parte superior de su cabeza, se podían reconocer sus facciones. Se hicieron análisis de ADN y tres periodistas vieron el cuerpo en la funeraria a la cual se lo trasladó. Investigué el tema y puedo afirmar que es imposible especular con una muerte fraguada», remarcó.
Tras el suicidio, su esposa María Cristina Pérez y los tres hijos que tuvo con el empresario, Pablo, Mariano y Melina, heredaron su fortuna y montaron negocios en Uruguay, donde aún residen distanciados de sus tíos, los hermanos del empresario.
Gregorio Ríos llegó a juicio oral por el crimen de Cabezas, y su defensa legal estuvo costeada por la familia del empresario, en un intento de desligarlo del crimen del fotógrafo de Noticias.
«La metodología bajo la cual se ejecutó el asesinato de José Luis quedó muy clara. (Alfredo) Yabrán daba las órdenes, (Gregorio) Ríos como jefe de seguridad lo secundaba y Prellezo mandaba a los Horneros. Eso es lo que se probó en la Justicia», explicó Michi.
El empleado más fiel del empresario resultó condenado como instigador del crimen de Cabezas y hace tres años la Justicia dio por terminada su condena.
«Con esa sentencia, se probó la implicación de Yabrán con el asesinato de José Luis. Cuando me preguntan por qué un hombre con tanto poder tomó esa decisión, pienso que lo hizo por una sencilla razón: no soportó perder la impunidad», finalizó Michi.