La jornada maratónica estuvo teñida por momentos de extrema tensión afuera del Congreso, con violentos incidentes entre la Policía y manifestantes que se acercaron a las inmediaciones para protestar.
Para conseguir la aprobación del Presupuesto, el oficialismo contó con el apoyo de una veintena de integrantes del interbloque peronista Argentina Federal, y de diputados referenciados en algunos gobernadores no peronistas, además de los tres diputados de Evolución. Así, consiguió 138 votos a favor del proyecto, contra 103 que sumaron kirchneristas, massistas, izquierdistas y otros peronistas; en tanto que se registraron ocho abstenciones y siete ausencias.
En un final escandaloso, el FpV se levantó de sus bancas y dejó el recinto luego de que el titular de la Cámara, Emilio Monzó, hizo lugar a una moción de orden del diputado Luciano Laspina de aprobar en particular la ley en una sola votación. Tras la propuesta de Laspina, Monzó no le dio la palabra al kirchnerista Axel Kicillof, defendiendo que era «moción de orden» y se pasaba a votar, y citó «el criterio» del ex titular de la Cámara durante la última etapa del cristinismo, Julián Domínguez. Los kirchneristas se levantaron entre gritos y acusaciones a Monzó, y se fueron del recinto, pero no los siguieron ni el massismo ni la izquierda.
El proyecto pasa así al Senado, donde el oficialismo espera poder sancionarlo a mediados de noviembre. Los tiempos corren para el Gobierno de cara al acuerdo que pretende cerrar con el FMI, y porque necesita enviar una señal política antes de que a fines de noviembre tenga lugar en Buenos Aires la cumbre de Líderes del G20.