La candidata a vice del Frente de Todos, Cristina Fernández, volvió a ausentarse del debate presidencial en el que podría haber apoyado con su experiencia, consejos y aliento, aunque sea solo presencial, a su compañero de fórmula, Alberto Fernández. En rigor, esos tres valores que no aportó Kirchner configuran, al mismo tiempo, una síntesis de la complejidad que representa para Alberto hacer campaña con su compañera de fórmula.
Ella se mostró lo menos posible antes de las PASO, y después de las primarias. También habló poco.
Evitó siquiera contestarle a Miguel Ángel Pichetto, el candidato a vice de Mauricio Macri, y su ex jefe de bancada en el Senado, cuando éste sugirió públicamente que los postulantes a la vicepresidencia también debían exponer sus ideas y cruzar retóricas.
El gigantesco globo que se movía al viento en las puertas del lugar donde se haría el debate, que imitaba la cara de Cristina, vestida con un traje a rayas, como los que usan los presos, es también muy gráfico sobre el díficil aunque por ahora victorioso escenario electoral que transita el PJ-K.
Antes de que empiece la campaña, tanto los dos Fernández, como otros jefes políticos y candidatos del Frente de Todos, acordaron que Cristina le dejaría la centralidad de la escena pública a Alberto.
De haberse presentado entre el público del segundo debate para acompañarlo hubiese captado la atención de los medios. El Fernández que debatía quizás se podría haber opacado.
Si la prensa lograba abordar a Cristina y ésta hubiera respondido preguntas que jamás explicó en su campaña vicepresidencial, la noticia hubiese sido relevante. Sus palabras habría arrastrado, al menos un poco, a las de Alberto.
Su presencia en el debate, sentada en la primera fila, era también otro riesgo. Los candidatos podrían haber tenido la excusa ineludible para que parte de la exposición sea dirigida a ella. O se la mencionase más que las apenas tres veces de las que se habló de ella en el primer debate. Es la ex presidenta del gobierno de José López y sus bolsos, de los arrepentidos propios por corrupción que hablaron en la causa «Cuadernos», de los presos que fueron funcionarios de su gestión ya con condena firme por diversos desmanejos.
Con ella ahí mismo, alguno de los postulantes a la Presidencia podría remarcar que la candidata a vice del PJ-K tienen siete pedidos de desafuero y detención dictadas por un juez en su contra nunca resueltos por el Senado; que es protagonista al menos en un juicio oral que se desarrolla en su contra, y en el que es acusada de liderar una asociación ilícita que usó el poder del Estado para favorecer con contratos de obra pública a su socio Lázaro Báez, procesado y preso con preventiva, por ser un presunto lavador de millones de dólares.
Ella es, para el discurso de Macri, para sus votantes, para casi toda la oposición, y para un sector de la sociedad, un emblema de la corrupción y de la búsqueda por generar impunidad.
La experiencia que le dio dos veces ser Presidenta de la Nación, entonces, le generó también una fortuna probablemente acumulada de modo ilegal, y un sistema de recaudación ilícito de sus principales funcionarios.
A menos de una semana de la elección presidencial, esos temas, entre otros similares, a los que se suman más problemáticas de sus presidencias en temas sensibles como la inseguridad, la mentira instalada del INDEC inservible o sus vínculos nunca aclarados con la Venezuela de Chávez o Maduro, o con la República Islámica de Irán, igual que su modo de percibir el trabajo del Poder Judicial o la prensa no tuvieron ningún costo electoral ni para ella ni para el Frente de Todos. Al menos eso indica el resultado de la votación de las PASO.
Que Cristina no haya ido a ninguno de los dos debates, que casi no comparta actos de campaña con su compañero de fórmula, o no dé explicaciones al electorado sobre temas múltiples, parece no interesarle demasiado a un sector relevante de ese mismo electorado.
Cristina volvió a faltar como candidata a vice a un debate presidencial.
Esta segunda ausencia en esta instancia novedosa para los comicios nacionales podría representar, para parte de la opinión pública, una muestra de desprecio de la ex Presidenta por el funcionamiento de las prácticas democráticas que van mejorándose con el tiempo.
Al debate anterior no solo faltó. Tampoco lo vio entero. «Justo tenía gente en casa», se excusó. Particular excusa para una Kirchner: sus casas y visitantes giran sobre la política. ¿Quiénes se habrán encontrado con ella la noche del anterior debate?
Esta vez, la ex presidenta dejó trascender que no estaría en la última instancia de discusión pública entre los rivales que pelean por la Presidencia por motivos familiares. Se quedó en su provincia, Santa Cruz. La hija menor de su hijo, Máximo, cumplía años. La familia Kirchner está asolada hoy por la salud de su otra hija, Florencia, quien aun sigue internada en Cuba por problemas de salud. Es un tema privado. Cuestiones personales.
Alberto Fernández es candidato a Presidente después de sacar la mayor cantidad de votos en las PASO.
¿Cuántos fueron votos de él y cuántos de Cristina? ¿Cuántos aportó el primer candidato a diputado Sergio Massa?
Cristina le dio el poder a Alberto al mismo tiempo que lo hacía de un modo en el que se lo restaba. Una mañana de sábado anunció de modo sorpresivo, por su cuenta de Twitter, que ella se bajaba de la precandidatura presidencial para postularse como vice e informó que el otro Fernández sería el candidato a Presidente.
Fernández (Alberto) debió construirse a sí mismo.
Debate presidencial: lo mejor y lo peor de Mauricio Macri
Hoy no lo acosa tanto la sospecha de que Cristina será quien mande en su Gobierno, si es que gana la elección.
Pero es evidente, como así demuestran los faltazos de Cristina a acontecimientos relevantes como los debates presidenciales, que ella es la compañera perfecta para llegar al poder de un modo imperfecto.
Ironía que no pasó: de haber acompañado a Alberto al debate presidencial de ayer, Cristina hubiese entrado a la casa de estudios donde se formaron los jueces y fiscales que le generaron sus infortunios judiciales.
La Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.