Los abuelos de la UBA: tienen más de 70, volvieron a la facultad y sienten que los desafíos no se terminan

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Jesús Vazquez tiene 74 años y está agotado. Pero no por su edad, sino porque acaba de salir de rendir una de las últimas cinco materias que le quedan para recibirse de abogado. Se pasó todo el fin de semana de carnaval repasando apuntes y subrayando textos. Está contento. Dice que rendir lo hace feliz: que lo mantiene vivo. Jesús es uno de los 200 alumnos que tienen más de 70 y que a pesar de la edad estudian diferentes carreras en la UBA.

Son los estudiantes que le ganaron al tiempo. Que viven en base a sus pasiones y motivaciones, muchas de las cuales no pudieron realizar de jóvenes ¿Por qué estudiar ahora? ¿No es mejor estar en casa disfrutando de la familia y los amigos? ¿Qué sienten cuando les dicen que ya están grande para iniciar una carrera? Eso quiso saber Clarín de estas personas que ya son parte de una nueva edad dorada.

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Sus arrugas y cabellera blanca relucen en las aulas repletas de millennials. Ellos dicen que sus compañeros los tratan como iguales y que menos que menos tienen coronita con los profesores a la hora del examen. Se acomodan sus horarios de estudio entre turnos con los médicos y afirman con seguridad que si se quiere, se puede: “No hay edad para estudiar”, coinciden.

Aída Dulofeu es la alumna más grande que tiene la Universidad de Buenos Aires. Con sus 90 años viaja tres veces por semana en el colectivo 74 desde José Marmol hasta Avellaneda, donde estudia en la Facultad de Piscología para ser licenciada en músicoterapia. Ella, una ex directora de escuela que también terminó la carrera de psicóloga cuando tenía 65 años, cuenta que sólo le queda dar una materia para cumplir su objetivo.

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“Siempre me encantó estudiar, de chica cuando me preguntaban qué quería ser respondía lo mismo: estudiante. Nunca paré, no puedo. Necesito mantener la mente activa, seguir aprendiendo cosas porque yo siento que tengo tiempo para más, no me imagino en mi casa esperando la nada”, dice Aída, con sus ojos delineados y su libreta estudiantil intacta.

Jesus Vazquez. Fotos Ruben Digilio
Ella es una de las casi 130.000 personas que, según el último censo, tienen más de 90 años. Son cada vez más porque la esperanza de vida viene creciendo (en los últimos 25 años, aumentó 3 años la cantidad de tiempo que vivimos). Y su carácter de “noventona” la hizo superar incluso la barrera que dice que las mujeres argentinas viven, en promedio, hasta los 79 años y los hombres hasta los 72.

La edad cronológica, se sabe, ya no define nada. Lo repiten los especialistas y lo confirman las estadísticas. Una de las últimas encuestas sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores, reflejó que el 91% de ellos sale habitualmente de su casa, el 60% piensa que es posible enamorarse, un 80% sostiene que tiene una vida sexual activa, el 60% hace actividad física y el 20% viajó en el último tiempo.

Herta Scheurley. Fotos: Ruben Digilio
Lo respaldan también los 200 alumnos que tienen más de 70 años y que estudiarán en 2018 en la UBA. La carrera que más de ellos tiene es la de Derecho, con 77. Otros 66 en Filosofía, 19 en Ciencias Sociales, 16 en Ciencias Económicas, 12 en medicina y el resto distribuidos entre Psicología, Agronomía, Ingeniería, Arquitectura y distintos posgrados. Son pocos (entre todos representan el 0,07% del total de estudiantes) pero el número crece cada año.

“Pasé por muchas situaciones difíciles en mi vida ¿Cómo me voy a poner nerviosa al rendir un final?”, cuenta Angela Clemente, paciente oncológica que recibió ya 14 intervenciones quirúrgicas pero que nada la detiene: “Mi médico me dice que no me hace bien estudiar tanto, pero yo no puedo. Preparar las materias e ir a cursar es como un motor que me mantiene activa”, relata la estudiante de abogacía.

Nuevos estudios aseguran que el 60% de las personas de 70 no se sienten viejas. Y que viven como los que tenían 45 años cuatro décadas atrás. Son los adolescentes de la década del 60. Nacieron escuchando Beatles y Los Gatos. Son la generación del movimiento Hippie y del Che Guevara. Vivieron la ruptura de muchas reglas impuestas, sintieron los cambios de la sociedad y abrieron las puertas para que en los años ’80 (cuando andaban por los 40) se derribaran varios tabúes como por ejemplo el divorcio.

Lo sabe Herta Sheurle, 80 años cumplidos justo el día de la entrevista con este diario. Estudiante de Psicología, dice que cuando tenía 18 años y terminó el secundario tenía dos objetivos: ser psicóloga o actriz. Sus padres le negaron las dos porque decían que la actuación era para mujeres “de mala vida” y la psicología era para los locos. No le importó, se mudó a Alemania y allí hizo su carrera de actuación, y más tarde los caminos de la vida la llevaron a estudiar el traductorado de alemán – castellano, trabajo con el cual se jubiló.

Pero siempre le quedó pendiente aquello de la psicología y su idea fue simplemente estudiar: “Me anoté en el 2002, voy lenta pero nadie me apura. Doy materias todos los años y avanzo, me faltan sólo cuatro materias y estoy segura que voy a terminar y así cumplir mi sueño de chica”, dice convencida. Ella, como tantos otros, sabe que nunca será tarde.