«Debemos ser absolutamente prudentes y claros: un policía tiene un deber de actuar y hacer cesar los efectos del delito, evitando que se ponga en riesgo su vida o la de terceros, pero no puede apartarse de los límites que la ley fija. Indudablemente no lo impulsa el dolo propio de quien desde un inicio se ha propuesto consumar un delito ya que, como adelantamos, eso no daría lugar a discusión alguna en el plano que nos ocupa. Pero sus excesos no lo eximen de incurrir en responsabilidad penal si, aun con otro propósito aceptado, no guarda razonabilidad en el medio al que decidió recurrir para obtenerlo. Y eso le fue expresamente advertido por los reglamentos en los que fue instruido», sostuvieron los jueces en su fallo.
Para los integrantes de la Sala VI la instrucción no está terminada y sugieron una reconstrucción de los hechos.
El episodio por el que fue procesado Chocobar ocurrió el 8 de diciembre pasado, a las 8.15, en la esquina de Garibaldi y Olavarría, cuando Juan Pablo Kukoc, y su cómplice, de 17 años -a quien por tratarse de un menor se identificará como Jorge-, asestaron diez puñaladas al turista norteamericano Frank Joseph Wolek, para robarle dos cámaras fotográficas.
La escena fue advertida por tres vecinos que comenzaron a perseguir a ambos asaltantes. A esa persecución se sumó Chocobar, quien salía de su casa para ir a tomar el colectivo 24. Chocobar vive en La Boca, pero trabaja en la policía local de Avellaneda.
Según las declaraciones de los testigos y del policía, Chocobar dio la voz de alto en dos oportunidades y realizó tres disparos intimidatorios al aire para que Kukoc se detuviera. Este segundo episodio ocurrió en la esquina de Olavarría e Irala. Para entonces, el sospechoso Jorge se había separado de Kukoc y logró escaparse de los vecinos y de Chocobar.
Entonces, Chocobar siguió solo la persecución de Kukoc, quien en esa parte del trayecto se había quitado la campera de Boca que llevaba y que usó para envolver la mano en la que, supuestamente, llevaba el cuchillo con el que amenazaba a los vecinos y al policía que intentaron capturarlo, según consta en la descripción del hecho que figura en la resolución dictada por el juez de menores Enrique Velázquez.
Antes de llegar a Irala y Suárez, Chocobar volvió a dar la voz de alto y disparó dos balazos que hirieron al sospechoso en la parte posterior del muslo izquierdo y seis centímetros por encima de la cresta ilíaca. En su indagatoria, Chocobar dijo que disparó porque, en un momento de la persecución, el sospechoso se dio vuelta, se puso de frente y amenazó con atacarlo. También expresó que apuntó para que los disparos dieran de la cintura para abajo, con el objetivo de evitar provocar lesiones en partes vitales del imputado.
La autopsia determinó que los dos balazos fueron disparados por la espalda. Al procesar a Chocobar por homicidio cometido con exceso en la legítima defensa, el magistrado sostuvo que el policía sabía que al disparar podría provocar la muerte del sospechoso y afirmó que su conducta no fue profesional debido a que disparó con una mano.
Kukoc falleció cuatro días después en el hospital Argerich. En su poder, los efectivos de la Policía de la Ciudad encontraron un cuchillo de una hoja de 15 de centímetros de largo, similar al que habría usado para atacar a Wolek.
Fuente: La Nación.