Severo Sosa vive en Nueva Córdoba y cuando se acercó a un bar para tomar algo con un amigo y su esposa tuvo una reacción particular frente al uso de lenguaje inclusivo de la moza.
-¡Hola chiques!
-¿Chiques?- le dije yo, también con una sonrisa.
-¡Así es! Somos un bar inclusivo,- Orgullosamente lo decía.
-Mira que bien, me viene bárbaro entonces, porque en un ratito viene mi hermana que es ciega. ¿Tienen la carta en braille?
-Ay no, eso no tenemos-, me dijo la verdad, un poco preocupada.
-¡Apa! Y no vas a creer, pero viene con mi hijo, que es autista. ¿Carta con pictogramas para la gente autista, tienen?-, Le pregunté.
-Y no, perdón -, me dijo visiblemente nerviosa.
Así comenzó el diálogo que Sosa decidió compartir con sus contactos de Facebook bajo el título “Inclusión de cotillón”, y que logró más de 70 mil me gusta en dos días.
“Es una problemática en todos los bares, es normal que no estén preparados para una inclusión verdadera para atender al público”, explicó en comunicación con TN.
En este sentido dijo, desde su experiencia, “todos los discapacitados se tienen que enfrentar todos los días a cuestiones cotidianas porque las instituciones no están preparados para recibirlos”. Y comenzó a enumerar: “Las calles, las rampas y los accesos no están preparadas para las personas ciegas”.
Consultado sobre su posición frente al uso del lenguaje inclusivo, el cordobés explicó que no es eso lo que le molesta sino “el discurso que se emplea diciendo que si uso el lenguaje inclusivo ya soy inclusivo. El lenguaje inclusivo no garantiza que seamos una sociedad que trabaje en la inclusión. Con una E no alcanza”.
También hizo referencia al alcance que logró su publicación: “Mucha gente se ha plegado porque hay una policía del lenguaje que si uno no usa el lenguaje inclusivo es señalado. No podemos obligar a nadie a utilizar el lenguaje inclusivo”. Y propuso: “Vamos por más y verdadera inclusión”.