Las previsiones no eran buenas desde la estadía en Uyuni y la organización de la competencia motora más exigente del mundo canceló la novena etapa del raid, que debía celebrarse hoy íntegramente en Bolivia, aunque el tramo final del enlace los trasladaba a Salta, la primera parada de la Argentina. Las razones de la cancelación se encuentran en el mal tiempo que afectó en los últimos días al sur de Bolivia, con intensas lluvias que dejaron anegado el campamento de Mochará, a 30 kilómetros de Tupiza y que aumentaron el caudal de los ríos que debían atravesar los pilotos. «Es una zona sensible para la lluvia y el vivac quedó en una situación complicada. Sabíamos desde el inicio que esta etapa iba a ser la más delicada. Preferimos ser conservadores y no tomar riesgos», argumentó Marc Coma, director deportivo del Dakar.
La etapa del hoy hubiera contado con un recorrido total de 755 kilómetros entre Tupiza y Salta, de los cuales 242 eran cronometrados para todas las categorías participantes y en lo que sería el ingreso a la Argentina tras el tránsito de la carrera por Perú y Bolivia. Pero el paso previo, en Tupiza, fue logísticamente el más complejo en lo que va de la versión 2018. El campamento no pudo funcionar de la manera habitual y las tareas de las 3000 personas que componen la ciudad nómade se vieron alteradas al estar asentados en el medio de la nada. «Esto es el auténtico Dakar. ¡Un día dakariano!», esgrimieron varios.
Lógicamente, la suspensión del tramo generó controversias entre los pilotos. «Para nosotros no es una buena noticia que se haya anulado la etapa, porque tenemos que recortar tiempo, pero así es la carrera», dijo Federico Villagra, segundo en la general de camiones detrás del ruso Eduard Nikolaev. En sintonía, el salteño Kevin Benavides, segundo en motos, lamentó la cancelación del recorrido en la llegada a su tierra. «Es un poco triste que se suspenda una etapa. Somos pilotos y nos gusta correr. El consuelo es que estoy llegando a mi lugar y eso me genera un orgullo», dijo.
En la previa, desde ASO (Amaury Sport Organisation) ya habían advertido que el tramo final en Bolivia tendría tinte de odisea para los competidores. «El campamento de Tupiza está inundado y es muy probable que nos ubiquemos al costado de la ruta», fue el mensaje. En efecto, el vivac se reconvirtió y la ruta 14, a lo largo de más de cinco kilómetros, lució con enormes filas de vehículos. Así, podía observarse a gigantes como Peugeot o Kamaz con los equipos oficiales ocupando más 100 metros en línea recta. Algunas de las carpas, inclusive, irrumpían una parte de la calzada. Un escenario insólito que no escapa de las desventuras que puede ofrecer el rally a sus participantes. «Preferimos no arriesgar a nadie y enviar el recorrido directamente hacia Salta», agregó Coma.
El campamento fue un verdadero barrial. Levantado sobre una superficie de 12 hectáreas, para los organizadores el último paso en Bolivia antes de adentrarse en la Argentina resultó un dolor de cabeza en la parte logística. El vivac «original» prácticamente funcionó sólo con su comedor, baños, duchas y el sector destinado para migraciones, previo ingreso a la Argentina. A escasos metros, en el campamento improvisado a lo largo de la ruta 14 los camiones de asistencia aguardaron a los competidores para reparar los vehículos, que llegaron tras haber recorrido casi mil kilómetros sin mantenimiento. Uno de los grandes favorecidos fue Stéphane Peterhansel. El francés, 13 veces campeón, había destrozado los amortiguadores de su rueda trasera izquierda y el triángulo de dirección. Ayer, en un puñado de minutos, vio cómo una docena de mecánicos dejaban su Peugeot en óptimas condiciones. Algo similar ocurrió con el cordobés Jeremías González Ferioli, segundo en cuatriciclos, quien había experimentado problemas eléctricos en su máquina.
No obstante, el beneficio de estos infortunios generales fue para los competidores que no atravesaron inconvenientes en el último día de carrera. Por caso, el líder en cuatriciclos, el chileno Ignacio Casale, abandonó Tupiza ayer por la tarde. Con esto, aumentó sus noches de descanso en Salta. Una buena parte del equipo Himoinsa optó por un camino similar y lo mismo hizo el finlandés Mikko Hirvonen. Al atardecer, entonces, la ruta 14 también experimentó una pequeña caravana que buscó refugio en Salta.
Esta es la quinta edición que el Dakar pasa por suelo boliviano y no resultó una situación nueva. Las imágenes del tramo final del recorrido recuerdan a la competición del año pasado, cuando se cancelaron etapas y redujeron especiales. Con más de 2000 kilómetros de recorrido, el país del altiplano volvió a tener problemas similares a los que transitó hace apenas 12 meses. Con una gran apuesta económica por parte del gobierno de Evo Morales, resta saber qué sucederá en 2019 porque Bolivia tiene previsto pisar nuevamente fuerte en el trazado.
Argentinos en el podio
El Dakar entra al país con argentinos en los podios de todas las categorías, salvo en autos. Kevin Benavides arriba a su ciudad, Salta, como escolta en las motos, a solo 22s del líder Adrian Van Beveren; su hermano Luciano, debutante en el Dakar, llega 15°, el segundo mejor argentino de la clase. En cuatriciclos, Jeremías González Ferioli y Nicolás Cavigliasso persiguen al puntero, el chileno Ignacio Casale, aunque a 1h45m y 1h49m, respectivamente.
En la disciplina más pesada, la de los camiones, Federico Villagra recorta la ventaja que le lleva el ruso Eduard Nikolaev: al pisar suelo argentino, se redujo a 46m25s. Solo en la categoría de autos no hay un piloto argentino entre los tres primeros. Allí, Carlos Sainz (Peugeot) supera a Nasser Al Attiyah por 1h06m y a Stephane Peterhansel (Peugeot) por 1h13m. El mejor compatriota es Sebastian Halpern (Ford), 11°, a 6h56m. Orly Terranova (Mini) sigue en carrera, pero está 26°.