Con un gol de Messi, de penal, Argentina venció con lo justo 1-0 a Ecuador y comenzó con el pie derecho las Eliminatorias. El equipo lució ordenado defensivamente pero le faltó peligrosidad.
Fueron 325 días de sequía albiceleste. La pandemia se interpuso en el vínculo entre la gente y el equipo de todos, y más allá de este regreso sin público en la inmensidad de una Bombonera vacía, aunque con efecto parlantes, desde la virtualidad tan mentada de estos tiempos difíciles la vuelta de la selección reinstaló el gesto de complicidad, tevé mediante, con los hinchas.
Fue apenas 1-0, con un gol de penal, y con más lucha y orden que fútbol ante un rival rudo como Ecuador. Pero el seleccionado se puso en marcha, y eso es lo importante al fin y al cabo.
Argentina propuso desde una formación, a priori dinámica y con verticalidad, ser protagonista desde el arranque mismo en un debut de Eliminatorias, inédita para siete futbolistas que estuvieron en la alineación inicial: Franco Armani, Gonzalo Montiel, Lucas Martínez Quarta, Nicolás Tagliafico, Rodrigo De Paul, Lucas Ocampos y Lautaro Martínez.
Todos comandados por el símbolo y emblema de este equipo, Lionel Messi, quien anoche comenzó a transitar su quinto premundial consecutivo.
Y lo hizo, como de costumbre, gritando el primer gol en este largo camino hacia Qatar 2022. Una torpeza de Pervis Estupiñan derribando a Ocampos en el área, le permitió al ‘10’ encaminar el triunfo en el estreno. Iban apenas 12’.
El entramado defensivo diseñado por un especialista como Gustavo Alfaro, no era lo suficientemente fino como para anular a Messi, que cada vez que tomaba el balón Argentina limpiaba el camino. Le costó sí a Lautaro Martínez darse vuelta en la puerta del área, pero en ocasiones apareció Ocampos y su versatilidad para dar una mano, por derecha o por izquierda.
La permanente atención defensiva de Ecuador, no le dio libertades a la Albiceleste que cuando podía construía, pero le faltaba llegada.
Defensivamente Argentina fue sólida, con la obediencia táctica de Marcos Acuña, siempre acertado en cuándo salir a apretar al rival o esperarlo y tratar de ganar una contra.
En la estirada del arquero Domínguez a un disparo direccionado de Ocampos a los 2’ luego de una asistencia de Lautaro, pareció marcar tendencia de lo que sería el ST . Nada de eso sucedió.
La selección fue mucho más ordenada y previsible que imaginativa. Para colmo el árbitro chileno Roberto Tobar validó el recurso insistente de la falta por parte de los ecuatorianos sin mostrar tarjetas, y el trámite se hizo cortado y falto de ritmo.
El Huevo Acuña se fue lesionado y le dejó su lugar al Toto Salvio. Salió Ocampos (de gran sacrificio), entró Nico Domínguez pero la generación de juego brilló por su ausencia. Argentina impuso vértigo pero con poca resolución, aunque en definitiva se quedó con lo más importante: los tres puntos en el debut.
“Era importante empezar ganando porque sabemos lo difícil que son las eliminatorias. Sabíamos que iba a ser duro, quisimos muchas veces presionar y salir jugando pero nos faltó tranquilidad”, resumió Messi al final del encuentro. Se ganó, se dio el primer paso y ahora espera Bolivia, en la altura de La Paz.
El Huevo Acuña siempre cumple
En un contexto de partido que no tuvo muchas jugadas fluidas, Marcos Acuña volvió a ser una fija sobre el sector izquierdo.
El Huevo abrió la cancha y se ofreció para jugar, pero como a todo el equipo, le faltó conexión.
Ante la ausencia de juego asociado, el zapalino se las ingenió para desbordar en un par de oportunidades y mostrarse como opción.
Como cada vez que juega, Acuña entendió su rol y supo ocupar espacios. Sabe que es un actor secundario pero necesario.
El jugador del Sevilla fue el tercer volante junto a Leandro Paredes y Rodrigo De Paul, pero la presión de Ecuador y la falta de precisión de Argentina no les permitió rendir como lo habían hecho en otros partidos.
En lo individual, el zurdo no mostró falencias, pero el tándem con Nicolás Tagliafico no funcionó.
Era un partido para que los laterales fueran alternativas para atacar, aunque eso ocurrió muy pocas veces, porque la actuación colectiva fue bastante pobre.
La gran noticia para Acuña es que sigue estando en la consideración de Scaloni cada vez que lo necesita. Y cuando el entrenador lo pone tiene una garantía:el neuquino va a dejar todo y un poco más. La actitud es algo que a Acuña nunca se le podrá reprochar.
El ex Ferro y Racing es uno de esos futbolistas que necesitaba la selección para renovarse, porque entiende que para que jueguen los Messi, Lautaro u Ocampos, es necesario que haya otros que se sacrifiquen.
No le pasó cerca a su mejor nivel, pero cumplió. La actuación de Huevo es una de las certezas del técnico, cuyo ciclo busca reconstruir tras el fracaso de Rusia 2018 y las buenas señales de la Copa América del año pasado en Brasil.
Acuña tiene un lugar ganado en el plantel de la selección y su presencia siempre será orgullo para el fútbol regional, que ve en cada convocatoria cómo uno de sus hijos pródigos se codea con los mejores del país y de Sudamérica, camino a otro Mundial.