¿Por qué los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci huyeron hacia Santa Fe? La Justicia, las fuerzas de seguridad y los gobiernos involucrados en la “cacería humana” ensayaron innumerables hipótesis sobre las motivaciones de los prófugos para trasladarse a esa provincia. La respuesta a tanto misterio está en la tapera donde se escondieron la primera semana de enero. El dato se guarda bajo siete llaves porque los mismos que les dieron refugio luego los habrían delatado.
Los prófugos llegaron a Santa Fe el 31 de diciembre a la noche. A las 23:44, según consta en la causa judicial, hicieron una llamada captada por una antena de esa provincia. Los investigadores creen que era un aviso a alguien que los estaba esperando. El horario tampoco sería una casualidad: aprovecharon un relajo natural de los retenes en las rutas por el Año Nuevo.
Esa misma noche se habrían alojado en el campo ubicado entre la localidades de Gessler y San Carlos Sur, lugar al que llegó la Gendarmería el jueves 7 de enero a la madrugada.
¿Por qué fueron a ese lugar? Durante la última semana se mencionaron varios hipótesis. Pasemos en blanco.
El allanamiento de la casa de Luis Zacarías, ex secretario de Cristina Kirchner, en la ciudad de Coronda, desencadenó una serie de conjeturas, pero no hay nexos probados entre el clan Zacarías (dos están procesados) y la banda de los Lanatta y los Schillaci, aunque ambos tuvieron contactos directos con Aníbal Fernández.
Los investigadores también especularon con una red de apoyo narco que llega hasta Mario Segovia, el denominado “Rey de la efedrina”, preso en la cárcel de Ezeiza, donde también están los ex prófugos. Según pudo saber Clarín, Segovia es dueño de varios lotes en Fisherton (Rosario), comprados a través de un testaferro. El dato figura en un informe de la Unidad de Información Financiera (UIF) al que accedió este diario. Pero los prófugos estaban más solos de lo que se piensa. “Si hubieran tenido apoyo de ese grupo ya estarían en Paraguay (donde se supone que está Ibar Esteban Pérez Corradi)”, razonó una fuente judicial.
La clave para entender el camino hacia Santa Fe está en los llamados. En base a fuentes oficiales y judiciales, Clarín pudo saber que uno de los teléfonos secuestrados en la camioneta Kangoo, que los prófugos dejaron en el galpón, tenía comunicaciones con una característica de Santo Tomé, pequeña ciudad de las afueras de la capital santafesina. El enigma tiene una respuesta: los Lanatta y los Schillaci se habrían comunicado con una pareja de ese lugar que tiene campos en San Carlos Sur y le habrían dado refugio en la famosa tapera. “Tenían una relación desde hacía algunos años y se vieron obligados a ayudarlos”, contó una fuente judicial que conoce la trama. Según esa versión, corroborada en fuentes oficiales, otra mujer que vive en un campo aledaño al de la tapera colaboró con la comida. Esa mujer habría tenido en el pasado una relación sentimental con “El Facha” Schillaci.
En la causa que lleva adelante el juez Sergio Torres (esta semana lo reemplazará Bonadio), ya declararon las tres personas involucradas. Ahora hay un debate sobre su verdadero rol porque los integrantes de la pareja terminaron aportando el dato para los allanamientos y desde el sábado pasado son testigos protegidos. Igualmente el operativo no fue exitoso. La Gendarmería y la ex SIDE, que se apropió del logro, fallaron por algo más de 1000 metros porque erraron el camino.
Con los tres condenados por el Triple Crimen en la cárcel, ahora la Justicia intenta coordinar los esfuerzos para que avancen todas las causas abiertas por la fuga y se profundicen los expedientes vinculados con la efedrina. El viernes, el fiscal de Mercedes Juan Bidone se reunió con jueces de Comodoro Py para consensuar los próximos pasos. Hay pruebas secuestradas en Santa Fe (agendas de Martín Lanatta, anotaciones de Schillaci y datos de llamadas) que tendrán incidencia en varias causas.