Gracias a la Ley Justina, la cantidad de donantes de órganos incrementó exponencialmente. La clave está en la nueva mirada de las personas, quienes se encuentran más flexibles a la idea de donar.
En total, durante 2018 se realizaron 701 donaciones de órganos, permitiendo trasplantar a 1.681 personas. Para los médicos y especialistas, significó una “marca histórica de donantes y trasplantes de órganos en el país”, según informó hoy el Incucai.
Los 701 donantes “fueron generados por la intervención de los profesionales y técnicos de 230 establecimientos hospitalarios del país”, mientras que “el 74% de los procesos con donación de órganos se concretó en establecimientos públicos”, detallaron desde el organismo.
En tanto, precisaron que de los 1.681 trasplantes realizados, 986 fueron renales, 409 hepáticos, 125 cardíacos, 84 renopancreáticos, 43 pulmonares, 21 hepatorenales, seis cardiorenales, cinco pancreáticos, uno cardiopulmonar y uno hepatointestinal.
Alberto Maceira, presidente del Incucai, adjudicó el récord a “la nueva ley de trasplante de órganos, tejidos y células (más conocida como ley Justina) y a que el sistema de salud supo interpretar el alma de la norma”.
“Desde la ley Justina la oposición de las familias a donar bajó del 40% al 17%. El récord es producto del incremento de donaciones en los últimos seis meses”, destacó el especialista. De esta manera, nuestro país alcanzó la tasa de 15,75 donantes por millón de habitantes, la más alta de su historia.
La anterior marca histórica se había registrado en 2012, con 630 donantes, mientras que, en comparación con 2017, la donación de órganos creció 18%, precisó el Incucai en un comunicado.
La nueva ley, que entró en vigencia el 4 de agosto tras ser aprobada por unanimidad en ambas cámaras del Congreso, se inspiró en Justina Lo Cane, una nena de 12 años que murió en la Fundación Favaloro mientras aguardaba un trasplante de corazón.
Dispone que “todas las personas mayores de 18 años sean donantes de órganos o tejidos, salvo que en vida dejen constancia expresa de lo contrario”, por lo que los familiares del fallecido “ya no son los encargados de tomar esa decisión”.
“La concreción del trasplante es posible gracias a la sociedad representada en el acto de donar, a la intervención de los profesionales y trabajadores de la salud de todo el país y al trabajo de los organismos provinciales de procuración”, subrayó Maceira.