Los esfuerzos de los abogados defensores de Cristina Santillán no fueron suficientes y la enfermera, que atacó a su marido, Ricardo Orlando Hernández, de dos hachazos una madrugada de septiembre de 2014 fue encontrada culpable por el jurado popular. Tras cuatro jornadas extensas de juicio en la ciudad bonaerense de Azul, los 12 ciudadanos condenaron a la mujer pero no por el delito de homicidio (el hombre murió meses después), lo que le hubiera implicado una pena a prisión perpetua, sino por el delito de «lesiones gravísimas».
Es que el jurado consideró que Santillán no mató a Hernández, a pesar de que él murió tras una seguidilla de internaciones derivadas del ataque. Por eso, el lunes 28, la jueza Alejandra Raverta, del Tribunal Oral 2 de Azul, impondrá la pena, que podría ir de los tres a los 15 años de prisión.
Santillán está presa desde aquella madrugada del 16 de septiembre de 2014 en la que, mientras Hernández dormía, le clavó dos hachazos en la cabeza a su marido. Hace un año que cumple el castigo preventivo con prisión domiciliaria. En caso de que la magistrada le otorgue la pena mínima, la enfermera habría cumplido y recuperaría la libertad.
El caso generó estupor en Azul. Es que Santillán trató de defenderse de la acusación de homicidio durante el juicio con pruebas y testimonios que buscaron confirmar que Hernández la maltrataba prácticamente desde que empezaron a estar juntos, en 1977.
(Gentileza El Tiempo)
Al comienzo del juicio, la fiscal Laura Margaretic cambió la acusación original de «homicidio agravado por el vínculo» a «homicidio agravado por el vínculo mediando circunstancias extraordinarias de atenuación». El equipo de defensores oficiales de Santillán, integrado por Diego Fernández, Mariana Mocciaro y Diego Araujo, intentaron que el jurado comprendiera que lo que hizo la mujer fue una consecuencia de casi cuatro décadas de violencia de género.
Durante la selección del jurado, Margaretic exigió que los ciudadanos no fueran vecinos de Azul, para evitar subjetividades. Por eso el juicio estuvo cargado de una tensión especial y el veredicto fue enunciado durante la madrugada del sábado 26, cerca de las 2 de la mañana. «Nosotros el jurado, en nombre del pueblo, encontramos a la acusada María Cristina Santillán culpable de haber causado intencionalmente a su cónyuge lesiones gravísimas», enunció el presidente del jurado.
Durante el juicio existieron exposiciones que negaron la violencia, principalmente en voz de la madre del hombre muerto y del hijo mayor de la pareja. También testigos y peritos describieron una relación entre Santillán y Hernández condimentada permanentemente por humillación, golpes, insultos y abusos sexuales. En el entorno de Santillán describen la relación como un infierno dantesco. Su marido la penetraba cuando ella no quería, se paseaba con otras mujeres por la ciudad, le robaba el sueldo, la hacía levantar de madrugada para que le cocinace, se iba a de vacaciones y la dejaba en la casa.
No obstante, en el juicio se comprobó que Hernández estaba dormido mientras fue atacado por Santillán, lo que complicó la posición de la legítima defensa. Pero la atenuación de la acusación por parte de Margaretic permitió una condena «salomónica».
Las historias sobre la violencia que el hombre ejercía sobre su esposa desde que se conocieron, cuando ella tenía apenas 16 años, son estremecedoras. Cristina se crió en un entorno de abuso. «Pegame pero no en la cara», cuentan que le decía a su marido. Aceptaba la sumisión, pero no quería quedar expuesta en el trabajo. «Pedía comida diferente a la de la familia: él exigía bifes con ensalada y el resto comía fideos. Hacía su vida, vivía ahí porque era cómodo, ella estaba sometida a él, dormía encerrado con llave y la dejaba afuera, entonces Cristina se tiraba un colchón en el living», contó Fernández, que asumió la defensa cuando el abogado particular original fue corrido. Una fuente judicial de Azul que tuvo acceso a la causa desde el principio le dijo a este medio que aquel primer defensor jamás planteó la violencia en las pruebas. Eso pudo jugarle en contra durante el juicio.
El hacha que usó Santillán para atacar a su marido en 2014 (Gentileza El Tiempo)
Para la fiscal Margaretic, sin embargo, Santillán mató a su marido porque él quería divorciarse. El hombre estuvo internado seis meses y luego fue dado de alta y trasladado a un geriátrico, y luego a otro, donde murió como consecuencia de una infección por un virus.
El psiquiatra Enrique Storla participó del juicio tras haber examinado a Santillán como perito de la defensa. Días antes del veredicto, había opinado que los colegas que revisaron a la acusada de parte de la fiscalía «no tienen formación de género». Por eso, este sábado, tras conocer el veredicto, Storla se mostró indignado: «La condena es un triunfo del machismo social y judicial. El fallo es un pésimo antecedente para las mujeres a las que, a través de la institución judicial y policial, la sociedad patriarcal les cierra las posibilidades de liberarse de la violencia machista por medios no agresivos; mujeres que reaccionan como pueden y cuando pueden contra el cotidiano agresor», expresó el psiquiatra, quien acusó a Margaretic de tener una «actitud machista».