Faltaba un minuto para ratificar la derrota contra Estados Unidosen los cuartos de final de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y el Oveja Hernández decidió sacar a Manu Ginóbili para que reciba la merecida ovación de la buena presencia argentina en el Arena Carioca 1.
El reloj siguió su curso y el partido terminó. El hombre de los San Antonio Spurs nuevamente se robó las miradas de todos. Buena parte de la plantilla del Dream Team fue directo a saludarlo. Era un secreto a voces que que era su último partido con la selección argentina.
Caminó unos pocos metros para reencontrarse en la última arenga con sus compañeros, pero la garganta delató que el ídolo de 39 años estaba haciendo fuerza para no llorar por la emotividad del momento. Miró un punto fijo evadiendo sus sentimientos.
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«El primero y el ultimo siempre tienen un sabor particular», aceptó sobre su retiro en la entrevista con TyC Sports.
«Estoy un poco triste porque me hace emocionar. Esto fue un suplementario. Vino de arriba. Fue un gran regalo que me tocó vivir. Muy afortunado de haber vivido esto cuatro veces», reconoció ante ESPN al terminar el partido mientras debajo de su brazo brillaba la pelota del duelo que los árbitros decidieron regalarle.
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«Cambiemos de tema. No necesito piropos», frenó a su ex compañero Fabricio Oberto devenido en cronista cuando empezaba a regalarle elogios que lo estaban emocionando. Intentó que su última imagen no sea entre lágrimas y sí la del brazo en alto hacia los fanáticos argentinos que no se cansaron de ovacionarlo.
La última función de Ginóbili se cerró con 14 puntos y 7 asistencias, colocándolo entre los seis máximos anotadoresen la historia de los Juegos Olímpicos.