Fue tapa de varias revistas de moda en Irán su país natal, pero al posar semidesnuda fue amenazada con recibir 148 latigazos por difundir «una cultura antislámica». Entonces escapó a Turquía sin un centavo ni contactos.
A Negzzia –el nombre con el que oculta su identidad- la amenazó un fotógrafo que la había retratado en ropa interior y supo que todo había terminado en su país: o se escapaba o podían matarla. Por eso se fue a trabajar a Turquía. Pero allí las cosas tampoco le resultaron muy sencillas.
Emigrar
En Estambul, donde trabajó durante un año y medio, tampoco pudo escapar al machismo: «Me teñí el pelo de rojo y la gente me gritaba por la calle; lo peor eran las mujeres. Una vez, una me mordió por la calle», le dijo a la agencia EFE.
De allí se fue a París, donde sobrevivió solo un mes con sus ahorros. «Tuve que confiar en la gente que decía que me quería ayudar pero todos me iban echando de sus casas porque no me acostaba con ellos», reveló. Así fue cómo terminó en la calle.
«La primera noche en la calle fue muy dura, pero por dentro me sentí mucho mejor», dijo. Entonces, con parte de la ayuda de 400 euros que recibía cada mes por parte del Estado francés se anotó en un gimnasio para trabajar su cuerpo y poder seguir ejerciendo como modelo: «Por la noche dormía en un banco y por la mañana me duchaba en el gimnasio. Buscaba trabajo pero sin papeles era una misión imposible».
Pero tras obtener el estatuto de refugiada, hace un mes, Negzzia volvió a trabajar y ya hay varias agencias que se contactaron con ella. Su cuenta de Instagram, con 129.000 seguidores, es su particular book para quienes quieran contratarla. Y allí, a modo de presentación, se define como una súper mujer que se animó a rompaer con todas las reglas.
Belleza y agallas, al parecer, no le faltan.