En el mundo hay unos 32 millones de kilómetros de carreteras, aproximadamente unas diez veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Sin embargo, apenas 4.000 de ellos han conseguido trascender su propia naturaleza y convertirse en un símbolo. O si no, ¿qué otra ruta en el mundo tiene su propia canción, aparece recurrentemente en la obra de artistas de todo el mundo e, incluso, ha llegado a inspirar un género cinematográfico como es la road movie?
Elevada por las artes a icono de la contracultura estadounidense, aventurarse a recorrerla es en sí una aventura porque ni siquiera existe, los mapas de carreteras oficiales hace tiempo ya que le dieron la espalda. Recorrer la Ruta 66 es un acto de rebeldía, implica perseguir un sueño, rehacer el camino que millones de personas emprendieron mucho antes en busca de un porvenir o, simplemente, para huir del hastío de una vida convencional.
La Ruta 66 es un paseo por la historia reciente de los Estados Unidos, un viaje de pequeños moteles, gasolineras, puentes de hierro y viejas «trampas para turistas».Cuando tenemos la suerte de dar con alguna de las secciones originales de la ruta, surcar ese asfalto maltratado por el paso del tiempo nos retrotrae a su época de mayor esplendor, cuando esta carretera era un símbolo de esperanza y disconformidad. Ese sentimiento es el que ha permitido que siga muy presente en el imaginario colectivo y el que ha inspirado, y lo seguirá haciendo, miles de historias.
Con una longitud total de 3.940 km, la Ruta 66 discurre entre las ciudades de Chicago y Los Ángeles y atraviesa ocho estados y tres husos horarios. El trazado se estableció el 11 de noviembre de 1926, aunque no se señalizó hasta el año siguiente. Originariamente, sólo 800 millas estaban pavimentadas, el resto eran caminos de tierra. No fue hasta 1937 que la carretera estuvo asfaltada de principio a fin.
El recorrido cuenta con dos partes bien diferenciadas. La primera atraviesa el cinturón del maíz del Medio Oeste y está formada por los estados de Illinois, Missouri, Kansas y Oklahoma. La segunda parte del viaje la conforman los estados de Texas, Nuevo México, Arizona y California. Aquí el terreno se vuelve árido y el desierto va adquiriendo mayor protagonismo conforme avanzamos hacia el Oeste.
Un poco de historia
El origen de esta legendaria carretera está ligado a las grandes migraciones: antes del siglo XX, la costa oeste estaba aislada del resto del país por grandes barreras naturales. Aventurarse más allá de las Rocosas era muy peligroso porque implicaba afrontar rutas sin señalizar y sin mantenimiento alguno. Hasta tal punto era así, que antes de la construcción del ferrocarril transcontinental, en 1867, era más rápido y seguro circunnavegar el continente americano por el Cabo de Hornos que tratar de cruzar el país.
No fue hasta el año 1923 que el gobierno vio la necesidad de contar con una auténtica red nacional de carreteras que vertebrase el país y diera respuesta al vertiginoso avance de la industria automovilística. Fue entonces cuando Cyrus Avery, un avispado empresario de Oklahoma, encabezó la primera asociación de la Ruta 66 y logró federar los ocho estados. De este modo nació la Gran Ruta Diagonal, que más tarde pasó a conocerse como Main Street of America, la calle principal de América.
Local de blues en la ruta 66 junto al distrito financiero de Tulsa, Oklahoma. Local de blues en la ruta 66 junto al distrito financiero de Tulsa, Oklahoma. Fuente: Lugares – Crédito: Miguel Ángel Soto
Durante la Segunda Guerra Mundial, la 66 se convirtió en una vía fundamental para transportar armas, tropas y material a través del país. A consecuencia de este tráfico pesado, su pavimento sufrió graves desperfectos, pero se mantuvo como la única vía para cruzar el país de este a oeste. De hecho, muchos pueblos por los que pasaba crearon campamentos para motoristas, donde los viajeros podían dormir en su auto de manera gratuita. Así, se levantaron miles de estaciones de servicio, restaurantes, cafés, bares, mercados y atracciones turísticas.
Con el paso del tiempo, el itinerario fue objeto de numerosas mejoras y cambios de trazado. Sin embargo, el súbito aumento del tráfico trajo consigo un incremento de los accidentes. La Ruta 66 ya no era segura y comenzó a ser conocida como Death Alley (callejón de la muerte), Bloody 66 (sangrienta 66) o Two Lane Killer (asesina de dos carriles).
Ese fue el principio del fin. Eisenhower, impresionado por la política interior alemana en el ámbito de las infraestructuras, diseñó en 1957 un ambicioso proyecto de vías interestatales, destinado a remodelar por completo el mapa de carreteras norteamericano. Tras ser reemplazada progresivamente por la nueva red de autopistas, la Ruta 66 fue descatalogada oficialmente el 27 de junio de 1985, tras casi 60 años como carretera federal.
Sin embargo, la gente que prosperó durante su esplendor ha seguido luchando para mantenerla viva. Gracias al esfuerzo de estas personas y de otros muchos empresarios atraídos por su potencial turístico, se ha conseguido señalizar gran parte del trazado con letreros de Historic Route 66.
Precisamente, uno de los mayores activos de la Ruta 66 es su gente. En cada pueblo, motel o establecimiento habrá personas dispuestas a compartir sus historias y anécdotas de carretera sin exigir nada a cambio. Para ello hay que recorrerla sin prisas, disfrutando de ese contacto con la historia viva de la 66. En este sentido, entre dos y tres semanas es tiempo más que suficiente para disfrutar del viaje como se merece.
Es la única ruta en el mundo que tiene su propia canción, aparece de manera recurrente en la obra de artistas de todo el mundo y hasta llegó a inspirar un género cinematógrafico, la road movie.
Cada año que pasa surgen nuevos puntos de interés y se recuperan establecimientos históricos. Gran parte de la responsabilidad la tiene la película Cars, un homenaje a la Ruta 66. Para su creación, los dibujantes de Pixar se inspiraron en personas y lugares reales.
Otro de los incentivos es visitar dos de las urbes con más personalidad de Estados Unidos: Chicago y Los Ángeles. La primera destaca por su increíble arquitectura junto al lago Michigan; la capital californiana, por ser el lugar donde todos los sueños se hacen realidad, al menos en el mundo del cine.
Una vez abandonamos Chicago, los edificios van cediendo terreno en favor de los suburbios. Al principio cuesta orientarse, pero en cuanto enfilamos los primeros carteles de Historic Route 66, la tarea se vuelve más sencilla.
Conforme nos adentramos en el corazón del estado comienzan a aparecer los primeros campos de cultivo, estamos en el «Granero de América». Poco antes de llegar a Springfield, capital del estado y hogar de Abraham Lincoln, está el Cozy Dog Drive In, un restaurante de comida rápida famoso por sus salchichas rebozadas servidas en un palo.
Uno de los íconos de la Ruta 66 a su paso por Illinois es el gigante Gemini, una escultura de 9 metros de altura de un astronauta, auténtica reminiscencia de la carrera espacial de mitad del siglo XX.
Gemini Giant Solo, una escultura de 9 metros de altura de un astronauta que hace referencia a la carrera espacial de mitad del siglo XX. Gemini Giant Solo, una escultura de 9 metros de altura de un astronauta que hace referencia a la carrera espacial de mitad del siglo XX. Fuente: Lugares – Crédito: Miguel Ángel Soto
En la frontera con Missouri se encuentra el Chain of Rocks, un extraordinario puente de hierro que conecta con la ciudad de San Luis, la puerta hacia el oeste. En la actualidad solo está permitido el paso a peatones y bicicletas, lo que lo convierte en un agradable paseo sobre el Mississippi.
Más allá, los grandes campos de cereales se alternan con zonas boscosas escasamente pobladas. Aquí se encuentran algunas de las secciones más bellas de la ruta en su vertiente este, entre las que destaca el área de Devil’s Elbow.
Poco después de atravesar Springfield, la ciudad donde nació la Ruta 66, hay una parada obligada en Gay Parita, el tributo de un hombre, Gary Turner, a esta carretera y al estilo de vida pasado que simboliza. Tras su jubilación, Gary y su esposa reconstruyeron en su ubicación original la vieja estación de servicio Sinclair, desaparecida en un incendio a mediados de los 50. Gary es un tipo entrañable que disfruta charlando con los viajeros y del que se pueden escuchar las historias más interesantes acerca de la 66.
Nuestro paso por Kansas es fugaz, tan solo 20 kilómetros de recorrido, pero hay suficientes incentivos para detenernos. Es el caso de Cars on the Route, en Galena, una gasolinera reconvertida en restaurante e inspirada en los personajes de Cars.
Ahora es el turno de Oklahoma, donde se acentúa la presencia detrading post, viejos bazares propiedad de los indios en los que podremos encontrar casi cualquier cosa que se nos pase por la cabeza. Muy kitsch.
En este estado hay varias atracciones imprescindibles, como la ballena azul de Catoosa, una instalación con toboganes sobre un pequeño lago. Fue un regalo de cumpleaños de un empresario local a su mujer, que coleccionaba figuritas de porcelana.Un poco más adelante se encuentra el granero circular de Arcadia, el único de planta circular que permanece en pie en Estados Unidos.
A lo largo de la Ruta 66 podremos visitar varios museos consagrados a su legado. Uno de los más completos se encuentra en la ciudad de Clinton, en Oklahoma. Imprescindible.
Una vez cruzada la frontera con Texas, la ciudad de Amarillo nos ofrece dos lugares fundamentales. El primero es el Big Texan Ranch y su reto del solomillón. El otro es el Cadillac Ranch, una instalación pública de arte de los 70 consistente en una decena de cadillacs semienterrados en la tierra. La tradición invita a dejar un graffiti, y siempre hay botellas de spray a medio usar por el suelo.
La localidad de Adrian se encuentra a mitad de camino. Junto al Midpoint Café se encuentra la placa que nos anuncia que estamos a la misma distancia de Chicago y Los Angeles.
La entrada en Nuevo México marca el inicio de las montañas, que adquieren un precioso tono rojizo. En Tucumcari, cuya calle principal es un escaparate de viejos moteles y gasolineras, está el Blue Swallow Motel, uno de los más famosos de toda la 66 y de los pocos en los que hay que reservar con antelación. Es célebre por sus barbacoas nocturnas.
A partir de aquí existen dos recorridos alternativos hasta Albuquerque: el trazado anterior a 1937, denominado Santa Fe Loop porque asciende hasta esta bella localidad; y la ruta posterior a 1937, que sigue la senda de la autopista interestatal I-40. Aunque más larga, es recomendable la primera opción ya que el trayecto por la sierra es espectacular y permite disfrutar de una ciudad con un encanto especial, con sus característicos edificios de adobe y galerías de arte.
La luna sobre el Gran Cañón.
Al poco de entrar en Arizona se puede visitar el único parque nacional que hay en la Ruta 66, Petrified Forest, famoso por sus árboles fosilizados. Apenas unos kilómetros de carretera aparecen los tipi indios del conocido WigWam Motel de Holbrook.
Al pasar por Flagstaff hay un bajón en las temperaturas: es una de las regiones con mayor nivel de lluvias, lo que supone una especie de oasis verde entre tanto desierto. Muy cerca de aquí está el Gran Cañón del Colorado.
Hasta la frontera con California hay una serie de pueblos plagados de tiendas de souvenirs y reclamos diversos. No en vano, esta parte de la Ruta 66 es la más turística. En Seligman, por ejemplo, se pueden comprar recuerdos para toda la familia, al igual que en el concurrido Hackberry General Store.
Oatman es, sin duda, el lugar más pintoresco antes de cruzar la frontera con California.Un antiguo pueblo minero en una de las áreas de mayor altitud de toda la Ruta 66, con la peculiaridad de que por sus calles deambulan libres los descendientes de los burros que utilizaron los mineros para transportar el oro. En todos las tiendas venden comida para alimentarlos. La carretera que sube hasta Oatman es famosa entre los amantes de las dos ruedas y cada fin de semana se realizan concentraciones de motoqueros.
Por fin llegamos al último estado de la Ruta 66, California, la tierra prometida. Tras la travesía por el desierto de Mojave se atraviesa Barstow para llegar al bosque de botellas de Elmer Long, un excéntrico artista cuya larga barba blanca lo emparenta directamente con los integrantes del grupo ZZ Top.
Finalmente, si se consigue sobrevivir al tráfico de entrada a Los Ángeles, se llega al muelle de Santa Mónica, el broche perfecto para un viaje que nunca se olvida.
Si pensás viajar…
Para hacer el trayecto completo disponga de por lo menos diez días, o dos semanas.
CHICAGO, Illinois
ACME Hotel Company. 15 E Ohio Street. En downtown Chicago, se encuentra a sólo dos cuadras de Magnificent Mile. Sus flamantes habitaciones tienen la última tecnología: LCD de 46´ inteligente con adaptador para Apple y PC, sistema de audio inalámbrico de Bowers and Wilkins Zeppelin y wifi de 100 MB.
Ohio House Motel. 600 N Lasalle St. Es muy sencillo pero con una buena ubicación (a cinco cuadras de la avenida Michigan) y tarifas lógicas. Las 55 habitaciones tienen TV por cable, HBO, wifi, estacionamiento y llamadas locales gratuitas. Además, el Ohio House Café que está en la esquina sirve las cuatro comidas los siete días de la semana. Consulte por las habitaciones recién renovadas.
Inn of Chicago. 162 E Ohio St. A media cuadra de Magnificent Mile, este hotel de 1927 fue recientemente renovado con un diseño contemporáneo. Tiene cómodas habitaciones con buena blanquería, gimnasio y bar.
SPRINGFIELD
Pasfield House Inn. 525 S. Pasfield Street. Una casa georgiana de 1896 restaurada por un apasionado de Lincoln y la historia local, el político y empresario Tony Leone. Muy cerca del Lincoln Museum, la ubicación es ideal para quienes llegan interesados en la leyenda trazada por el 16° presidente de los Estados Unidos.
ST LOUIS, Missouri
Hotel Ignacio. 3411 Olive. Coqueto hotel boutique de exterior art déco e interior ultramoderno. Son 49 habitaciones decoradas según cuatro temas- Fine Art, Performing Arts, Arquitectura y Música-, que dan cuenta de la proximidad del Centro de Arte de la ciudad.
LEBANON, Missouri
Munger Moss. 1336 East Route 66.Mítico motel rutero atendido por sus dueños, Ramona y Bob Lehman, desde hace más de 50 años. Tiene cartel con luces de neón, como los de antes, habitaciones temáticas y decoración bastante kitsch.
GALENA, Kansas
4 Women on the Route. 119 North Main Street. La vieja estación Kan-O-Tex de Galena fue adquirida por las cuatro mujeres que le dan nombre: Betty Courtney, Melba Rigg, Renee Charles y Judy Courtney. Hay sándwiches, ensaladas, hamburguesas. De lunes a sábado, de 8 a 17 (el grill cierra a las 15).
TULSA
Si bien Tulsa no es la capital de Oklahoma, es el principal centro cultural y de comercio del estado. Supo ser la capital del petróleo, pero para los cultores de la carretera, es más conocida por ser hogar de Cyrus Avery, el padre de la ruta 66.
Cedar Rock Inn. 4501 W 41st Street. Al oeste de Tulsa, en la agradable finca Redberry Farm, un B&B de cinco habitaciones atendido por sus dueños, Sandi & Randy Dittmann.
OKLAHOMA CITY
Skirvin Hilton. 1 Park Avenue. Histórico hotel construido en 1911 por Bill Skirvin. Fue vendido al empresario hotelero Dan James en 1945 y cerró en 1988, hasta que reabrió de la mano de Hilton en 2007.
CLINTON
Best Western Trade Winds Courtyard Inn. 2128 Gary Blvd. En la habitación 215 se alojó el mismísimo Elvis en cuatro ocasiones, cuando pasó por Clinton. Todavía contiene muebles originales.
Oklahoma Route 66 Museum. 2229 West Gary Blvd. Es «el» museo dedicado a la ruta. La visita incluye un film narrado por el fanático Michael Wallis con tomas maravillosas sobre su construcción y sus primeros viajeros.
AMARILLO, Texas
Holiday Inn Express & Suites. 8330 West Amarillo Blvd.
GALLUP, Nuevo México
El Rancho Hotel. 1000 E. Highway 66, Gallup. Se anuncia como «casa de las estrellas de cine», porque acá se quedaron, entre otros, Humphrey Bogart, Ronald Reagan y Jane Fonda, y además se filmaron varias películas.
WILLIAMS
Dónde dormir
The Railway. 233 N. Grand Canyon Blvd. De la misma empresa que opera el tren del Grand Canyon Railway. El hotel se ubica a sólo un par de cuadras de la Ruta 66. El edificio actual es de 1995. Ampliado en varias oportunidades, cuenta con 298 habitaciones repartidas en 5 categorías.
The lodge on route 66. 200 East Route 66. Cerca del Gran Cañón, 18 habitaciones + una cabaña, amplias y de diseño elegante.
Dónde comer
Twisters. 417 E. Ruta 66. Williams. Imperdonable obviarlo. El local, estilo años 50, está decorado con memorabilia de Coca-Cola. Se destacan sus steaks, sus hamburguesas y hot dogs.
JEROME
Spirit Room. 166 Main St. Bar del motoquero de Jerome. Muy buena barra en la que se pide, sobre todo, draught beer (cerveza de barril, sin pasteurizar) y nada para picar ni comer. Vaya sin hambre. Shows de música en vivo. Cierra cuando se va el último.
SELIGMAN, Arizona
Historic Route 66 motel. 500 W Highway 66. En uno de los tramos más históricos de la ruta, son 16 habitaciones renovadas, con TV y heladera. Se dice que en este lugar, Burl Ives y Bobby Troup escribieron el «himno» «Get your Kicks on Route 66».
OATMAN
Oatman Hotel. 181 N Main St. Route 66. Buena parada para una hamburguesa de búfalo y una cerveza, con música country de fondo. Las papas fritas caseras, cortadas bien gruesas, son otra de sus sensaciones.
AMBOY
Roy’s Motel & Cafe. 87520 National Trail Highway. En el medio del desierto de Mojave, es lo único visible después de varios kilómetros desolados. Su doble cheeseburger es tan popular que ningún viajero se le puede resistir. El motel es un anexo del café, con habitaciones sencillas a precios accesibles. Tiene estación de servicio.
SANTA MONICA
Shore Hotel. 1515 Ocean Avenue. Al final de la ruta, este hotel con vista al mar es como un premio. De diseño moderno y espíritu ecológico.