Al grito de «resistencia«, una multitud rodeaba en la tarde del viernes el sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, lugar en el que se refugió Luiz Inácio «Lula» da Silva, en las últimas horas concedidas por el juez Sérgio Moro para que el dirigente de PT se entregue voluntariamente a la Justicia. el expresidente está acompañado de sus abogados y compañeros políticos y, según trascendió, estaría negociando su entrega.
El juez Moro dispuso este jueves un plazo de 24 horas -que vencían esta tarde a las 17– para que Da Silva se presentara en Curitiba. No ocurrió: el exsindicalista está en San Pablo y conseguiría una extensión para presentarse ante las autoridades. Tampoco será esposado, por disposición del magistrado «en razón de la dignidad del cargo que ocupó».
Logística. De acuerdo con el portal Estadao, el jefe de la custodia de la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, Jorge Chastalo, indicó que ya estaban elegida la custodia de Lula. Por temor a incidentes, los oficiales intentan no buscar a Da Silva en el sindicato y esperan que se presente en una dependencia policial de San Pablo por su cuenta. De hacerlo así, sería trasladado en helicóptero hasta Curitiba.
Si el expresidente no se presentara, según Chastalo, quedará a criterio de la Policía local «ejecutar la medida (detención) el momento en que lo halle oportuno». No obstante, las próximas horas son inciertas: desde el juzgado a cargo de Moro adelantaron que, incluso si no se entregara, no será declarado prófugo.
Moro había dispuesto que el expresidente sea alojado en una celda especial en la llamada «Cárcel del Lava Jato», como se conoce al Complejo Médico Penal de Pinhais, ubicado a 40 minutos de Curitiba. Desde marzo de 2015, esa prisión alberga a 11 personas involucradas en el mayor caso de corrupción en Brasil como el extesorero del Partido de los Trabajadores, Joao Vaccari o el gobernador de Rio de Janeiro Sérgio Cabral.