La película ‘La forma del agua’, del realizador mexicano Guillermo del Toro, fue la vencedora del Óscar a la mejor película en la 90 edición de los Premios Óscar de la Academia de Hollywood que se celebró en Los Ángeles, Estados Unidos.
Según la sinopsis de la película esta se produce en medio de la Guerra Fría cuando en un laboratorio de alta seguridad se produce una conexión insólita entre dos mundos, aparentemente alejados.
Como en toda historia de bella y bestia habrá amor transgresor, con cómplices y villanos, los mismos militares impulsados por la guerra fría y los espías soviéticos que quieren eliminar a este ser que por suerte no se les parece, y sin imaginar que ya tiene aliados dispuestos a jugarse por el amor que Elisa profesa por su príncipe azul homoreptil, que puede darle sentido a su vida.
En toda esta fantasía que Del Toro invita a recorrer al espectador se recorta su gran amor por el cine de todos los tiempos, tanto en cuestión de lenguaje como en su singularidad visual, y eso le permite, por fin, deslumbrar sin desbordar, no caer en el efecto por el efecto, como ocurre con frecuencia en los últimos tiempos.