Una sospecha se ha convertido, estos últimos días, en una casi certeza: el asesinato de Marielle Franco, la joven negra de 38 años, socióloga, feminista y salida de las favelas de la Maré, fue cuidadosamente planificado por sus verdugos.
Tanto que para ejecutar a la concejal, del Partido Socialismo y Libertad, llegaron a utilizar balas especiales y no por su calibre -9 milímetros-, que sólo pueden ser portadas por fuerzas de seguridad, sino porque salieron de los stocks de municiones de la Policía Federal brasileña.
Todo indica que los criminales, que operaron en tres vehículos sin cubrirse los rostros ni ocultar patentes, no sólo pensaron en un“mensaje mafioso” contra la militante social. Buscaron también involucrar en el ajusticiamiento a otros cuerpos de seguridad, como es el caso de la Federal.
Experto en seguridad y ex secretario nacional de Seguridad Pública en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, el coronel José Vicente da Silva, no dudó: “Esta fue una ejecución con un recado”.
Repudio de una manifestante en una marcha de protesta por el asesinato de Marielle Franco (foto: AP)
Para aquellos que llegaron a “cuestionar” la militancia de la concejal, el coronel advirtió: “Ella se convirtió en mártir por todo lo que representa: ser mujer, negra, madre, nacida en una favela. Y por que denunció la violencia de la que fue víctima”.
Son pocos los que dudan a esta altura que se trató de “una amenaza a las instituciones”. Según un investigador del Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidad de San Pablo, Bruno Paes Manso, el inicuo femicidio fue una demostración de fuerza. “Estos delincuentes dijeron: aquí (en las favelas y en Río) mandamos nosotros, aunque traigan a todas las Fuerzas Armadas”.
De hecho, eligieron una víctima que, por ser concejal, representaba también a las instituciones políticas y gubernamentales del país. Eso explica en gran parte la tremenda conmoción que produjo el asesinato.
El crimen fue pensado en función de provocar una alta “repercusión política y social”. Y apuntó a desacreditar, de acuerdo con la evaluación de los comandantes de las FF.AA, a la institución. De esa forma forma, indicaron, los asesinos podrían “ensuciar” la gestión directa de los militares en la seguridad de la capital fluminense.
El general Walter Braga Netto, a cargo de la estrategia de la intervención, quitó precisamente del medio a la policía militar (que en realidad es provincial) en las operaciones que encara en las distintas comunidades. Y la reemplazó por agentes de la Federal. También realizó cambios en la superestructura de esa institución.
Para el gobierno de Michel Temer, el tremendo crimen contra Marielle fue un punto de inflexión. El presidente brasileño había albergado hasta hace unos días una insólita esperanza. Con su grupo más íntimo de ministros llegó a pensar que si la “intervención federal” en Río resultaba exitosa, podría presentarse en octubre próximo para su reelección. Ese sería el emblema que le permitiría candidatearse por su partido, el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).
En declaraciones al diario Folha de Sao Paulo, uno de sus allegados, el ministro Moreira Franco, sostuvo que el gobierno “debía continuar e la acción para demostrar el empeño en el combate a la delincuencia”. Y garantizó que no habría retrocesos.
El jefe de Estado y sus colaboradores solo piensan en los réditos políticos de las decisiones que tomaron hace un mes para apagar la imagen de extrema violencia que se abate sobre la “Tarjeta Postal” brasileña. Es una referencia a las bellezas naturales de una ciudad que hoy yace enferma por la propagación del narcotráfico y de las bandas parapoliciales. Ambas mafias vive de explotar a los habitantes de las favelas.
Por ser uno de los mentores de ese proyecto de “limpiar” el rostro carioca, Raúl Jungmann fue quizá uno de los ministros más golpeados por el asesinato de Marielle y el conductor de Uber que la llevaba. “La intervención nunca se propuso actuar mágicamente” declaró.
Por cierto, la sociedad continúa en vilo. Y todo sugiere que irá a alumbrar nuevas movilizaciones en todo el país. Ya se programan para este domingo manifestaciones em San Pablo: “Contra el Genocidio Negro”. Será a partir de las 14 horas en la avenida Paulista.
El próximo martes la manifestación será en Río de Janeiro, frente a la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, donde 25 años policías militares ametrallaron a ocho chicos de la calle mientras dormían en las puertas del templo católico, en pleno centro carioca.