Finalmente, el encuentro se hará el próximo jueves, en el marco de la gira del Presidente por Europa.
Las primeras señales de que Alberto Fernández le iba a pedir una audiencia al Papa -la segunda desde que llegó a la Presidencia- causó una ostensible incomodidad en El Vaticano.
Es que todavía está en carne viva la herida que provocó en la relación de Francisco y la Iglesia con el mandatario la aprobación de la legalización del aborto en el país del pontífice. Y, sobre todo, el hecho de que Fernández la haya impulsado con tanto empeño en medio de la crisis sanitaria y el consiguiente agravamiento de la situación económica y social.
También molestó que el Presidente -a juicio de la Iglesia- haya presionado a varios senadores para que votaran afirmativamente el proyecto.
Pero el deterioro del vínculo con el Papa se terminó de profundizar cuando la Casa Rosada -en vísperas de la crucial votación en el Senado- hizo trascender que supuestamente el Papa quería que se votara la iniciativa legal cuanto antes y así se cerrará de una buena vez la polémica. “Francisco -dicen en Roma- se sintió manipulado con una falacia”. De hecho, su dialogó con el presidente se cortó.
Por eso, al recibir los primeros indicios de que Alberto Fernández quería ver otra vez al Papa, la secretaría de Estado del Vaticano le transmitió al gobierno -con sus depurados modos- la conveniencia de que el encuentro se postergara.
Roma solo podía optar por la persuasión porque los usos y estilos de su diplomacia dicen que un jefe de Estado, como es el Papa, no debe negarle una audiencia a un presidente de la Nación, mucho menos de un país con mayoría de población católica (y que es de su patria).
Que la reunión sea en el marco de una gira del presidente por varios países para obtener apoyo a su estrategia de renegociación de la deuda con el FMI y el Club de Paris no le sumaban una buena razón para pedir la audiencia papal, opinan en Roma.
Francisco ya dejó en claro -en línea con la posición tradicional de la Iglesia- su apoyo a consideraciones generosas de las deudas de los países en vías de desarrollo. Ademas, hace poco recibió al ministro de Economía, Martín Guzmán, que fue con ese fin.
En todo caso, parece más claro en El Vaticano que lo que busca Alberto Fernández es un espaldarazo político del pontífice en un momento de debilidad como consecuencia del acoso que sufre de la vicepresidenta, de sus allegados y de la Cámpora.
Y en un contexto de una fuerte caída en su popularidad desde que decidió abrazarse al discurso confrontativo de Cristina Kirchner. Ya tomaron nota que el gobierno quiere darle gran difusión al encuentro: invitaron al viaje a una docena de periodistas.
El gobierno alimenta las expectativas. Por caso, aclara que la audiencia no será en Santa Marta como se pensó inicialmente (es que ese día -este jueves- es feriado en El Vaticano), sino en el majestuoso marco del Palacio Apostólico. Y que al término Francisco saludará a la comitiva presidencial. Pero eso puede leerse de otra manera: que la visita será oficial y, por tanto, deberá atenerse a un estricto protocolo que, entre otras cosas, limita el tiempo de reunión de 20 minutos a medida hora.
De todas maneras, está claro el apoyo del Papa a una consideración generosa del pago de la deuda externa. “La deuda no la paga ni Alberto Fernández, ni Cristina Kirchner, ni Mauricio Macri”, dicen en la Iglesia para aclarar que la actitud de Francisco no conlleva un favoritismo partidario.
Al fin y al cabo, el presidente le había pedido ayuda al iniciar su mandato y por eso sorprendió en la Santa Sede que simultáneamente impulsara la legalización del aborto.
Lo que no puede negarse -según coinciden todos los observadores- es que Guzmán tiene la “bendición” de Francisco. Lo conoció meses antes de las últimas elecciones en una visita que le hizo acompañando al premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz -su mentor- que a su vez llegó de la mano de la fundación pontificia Scholas Occurentes con el fin de gestar contenidos para las universidades de una economía con rostro humano.
No es un dato menor en el contexto del acoso que también sufre Guzmán dentro de la coalición oficialista. Pero en el caso del Presidente habrá que ver si se lleva de su paso por el Vaticano todo el rédito que supone. El riesgo que corre es que -con sus sutiles modos- la Santa Sede deje en claro tras el encuentro que el vinculo del Papa con él no atraviesa por el mejor momento.