En un masivo encuentro con jóvenes en Morelia, capital de Michoacán, Francisco les pidió que «no se dejen excluir, no se dejen desvalorizar, no se dejen tratar como mercancía».
Al invitarlos a «atreverse a soñar», el pontífice dijo a 50.000 jóvenes congregados en el estadio Morelos que«es mentira que la única forma de vivir, de poder ser joven, es dejando la vida en manos del narcotráfico o de todos aquellos que lo único que están haciendo es sembrar destrucción y muerte».
«Esta es la juventud del papa», coreaban los entusiastas asistentes agitando pañuelos de colores, mientras otros respondían «Francisco, hermano, ya eres michoacano».
«El papa nos llama a estudiar, a trabajar, a ser dignos y a no dejarnos arrastrar por las tentaciones materiales y del crimen. Es difícil cuando no hay oportunidades, pero con fe sí que se puede», dijo Filemon Alonso, estudiante de 16 años de Morelia tras el encuentro.
Horas antes, Jorge Mario Bergoglio instó a religiosos de México a no resignarse ante las amenazas del narcotráfico, responsable de gran parte de la violencia que golpea al país.
«¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas?», preguntó el papa en una festiva misa ante unos 20.000 religiosos y seminaristas. «Frente a esta realidad nos puede ganar una de las armas preferidas del demonio: la resignación», advirtió.
Otras 300.000 personas acompañaban la ceremonia fuera del recinto.
Los religiosos cantaron e improvisaron coreografías en un ambiente de fiesta mientras esperaban la llegada de Bergoglio, el primer papa latinoamericano.
Francisco hizo también una breve visita a la majestuosa catedral de Morelia para un encuentro con unos 600 niños, con quienes hizo una oración antes de escuchar un coro de infantes de la localidad.
«Sigan siendo creativos, buscando la belleza, y nunca se dejen pisotear por nadie», le dijo a los niños del coro.
Michoacán es uno de los estados más peligrosos para los curas mexicanos, que no han escapado de la violencia de los cárteles de la droga.
Unos 40 sacerdotes, seminaristas y laicos religiosos han sido asesinados en la última década en México.
Los mensajes de este martes marcaron la segunda vez en su gira por México que el papa llama a los religiosos a tener coraje frente al narcotráfico.
Aunque Morelia queda lejos de la denominada Tierra Caliente, en 2008 fue víctima de la violencia del crimen organizado con un atentado sin parangón: dos granadas estallaron en la abarrotada plaza principal en los festejos de la Independencia dejando ocho muertos.
En septiembre de 2006, Michoacán fue noticia cuando cinco cabezas humanas aparecieron rodando en un bar de Uruapan, una subregión de Tierra Caliente, con un mensaje: «Esto es justicia divina».
Lo firmaba el cártel de La Familia Michoacana, uno de los varios que han irrumpido en este estado clave para el narcotráfico y cuyo líder, Nazario Moreno «El Chayo», aseguraba estar protegiendo a los michoacanos del sanguinario cártel Los Zetas.
La Familia creó una «biblia» mezcla de «denuncia social, autoayuda y pinceladas cristianas» donde se establecía que sus miembros, por ejemplo, no podían tomar alcohol ni drogas, recuerda Jaime Rivera, catedrático de la Universidad Michoacana.
A finales de 2010, el cártel se reinventó en Los Caballeros Templarios, siguiendo su misticismo y usando como símbolo la cruz roja de las Cruzadas católicas de la época medieval.
Más allá de su discurso pseudoreligioso, el cártel extorsionaba, violaba, secuestraba y mataba a tantos vecinos de la productiva zona de Tierra Caliente, que centenares de campesinos se alzaron en armas en su contra a inicios de 2013.
«Ojalá el gobierno haga bien su trabajo, que no tengamos que tomar las armas otra vez. Pero es difícil, hay autodefensas llenas de infiltrados de lo que queda de Los Caballeros y no entendemos por qué el gobierno no los desarma», comenta a la AFP Hipólito Mora, exlíder de una autodefensa rural.
Los curas también sufrieron el conflicto entre las autodefensas y Los Templarios en la capital de Tierra Caliente, Apatzingán.
El obispo de la ciudad, Miguel Patiño, tuvo que ser resguardado por las autoridades ante un supuesto ataque inminente del crimen organizado y el vicario y defensor de las milicias, el padre Gregorio López «Goyo», daba misa con chaleco antibalas.
Después de su visita a Morelia, el papa pondrá punto final el miércoles a su gira de cinco días por México en Ciudad Juárez (norte), fronteriza con Estados Unidos.