En el terreno del amor adolescente, las redes sociales y las aplicaciones virtuales de citas, su connotación está relacionada con el enamoramiento o la atracción. Es decir, que la palabra cambiará su sentido de acuerdo al contexto donde sea utilizada.
En su principal acepción que es aplastar, machacar, triturar, el término aparece en bebidas como el Lemon Crush (un trago hecho con limonada). A su vez, con ese mismo sentido figura en el nombre de un famoso juego de Facebook: el Candy Crush, cuyo objetivo principal es aplastar caramelos.
Crush también es sinónimo de flechazo, de amor platónico o a primera vista. Los adolescentes son quienes más lo utilizan y suena fuerte en las redes sociales. A veces para describir a jóvenes que se gustan, se comunican en forma virtual, hablan por teléfono, pero que dificilmente prospere su relación ya que viven en países diferentes.
O bien, se aplica en aquellos que sueñan con ciertas personas que tienen como contacto en Facebook o Instagram, las desean, las siguen, les ponen likes, pero sienten que son inalcanzables. De hecho, hay quienes dicen que se llama «crush» porque es el sonido del corazón roto cuando confirma que se trata de un amor imposible.
Otra de sus connotaciones en el contexto del amor alude a quien se vio atraído repentinamente. No por casualidad el término es utilizado en la aplicación virtual de citas, Happn, que denomina «Crush» al encuentro de dos personas que se cruzaron y se gustaron.
Otros «verbos» también muy populares como stalkear, scrollear, shippear y likear y siglas como LOL, TBH o ILY son ya parte del diccionario centennial por excelencia. Pero la velocidad con la que surgen estos términos complica que sean incorporados fuera del mundo digital que los jóvenes de la Generación Y habitan. Y eso, a la RAE no le gusta, por algo criticó el uso del término en su Twitter y sugirió reemplazarlo por «amor platónico».
¿Por qué el crush es popular en las redes sociales?
La presencia de la imagen como protagonista y su modificación a través del retoque digital, además de la búsqueda constante de ser «megusteados» genera en los usuarios de redes sociales nuevas necesidades.
Las apps de citas, por ejemplo, según explica Tamara Tenenbaum en su libro «El fin del amor: Querer y coger en el Siglo XXI», fueron pensadas con una interfaz parecida a la de los videojuegos y su consumo es similar. Se busca y se likea sin analizar mucho, como un entretenimiento.
El uso constante de estas apps puede generar adicción y a su vez ansiedad de tener varios crushes en quien las usa, aún si luego no van a buscar relacionarse con ninguna de las personas que les interesan.
En ese sentido, como en las redes queremos gustarle a muchas personas, eso multiplica las chances de flecharse con alguna de ellas.