La Argentina está llena de historias que hablan de la pasión por los autos, pero algunas superan ese vínculo genuino y lo llevan a un plano superior. ¿Cuál puede ser la inspiración tratándose de meras piezas mecánicas? Los hombres y las historias que hay detrás.
Hablar del Torino es hacerlo acerca del modelo más emblemático de la industria nacional, porque si bien en su ADN se combinan un auto estadounidense y los trazos del carrocero italiano Pininfarina, fue hecho “a pedido” para ser producido localmente, con una historia posterior en el mundo de las carreras que selló su imagen para siempre.
Y en esa historia estuvieron involucrados Juan Manuel Fangio y Oreste Berta, que a su vez fueron inspiración -y en parte mecenas- de otro argentino ilustre como Horacio Pagani, creador de la marca de súper deportivos que lleva su apellido.
Para Alan Cereijo, un joven estudiante satanfesino, todo ese combo fue el combustible para alimentar un homenaje que imaginó en su cabeza, que le llevó cuatro años concretar y cuya historia también merece ser contada. Alan, como tantos otros, desde muy chico se sintió atraído por los autos, pero siempre con la idea de ir un paso más allá.
Ver en televisión el programa Overhaulin, en el cual el reconocido restaurador Chip Foose proyectaba y modificaba los autos de sus clientes, no lo tomó como un entretenimiento sino como “mi primera escuela”. Para entonces ya había hecho la primaria en Flor de Oro, y cursaba la secundaria en Avellaneda, donde se recibió como Técnico en Instalaciones electromecánicas.
“Me gusta cualquier auto que esté bien hecho, por la calidad y atención al detalle que tenga”, dice Alan y en la palabra detalle esconde la esencia de la obra que acaba de concluir pero que aún no presentó en sociedad: el Torino Nº3 Berta-Pagani, el cual se fabricó en La Fortaleza de Alta Gracia a pedido del segundo bajo las órdenes del primero, a imagen y semejanza de uno de los tres que corrieron las ya míticas 84 Horas de Nürburgring en 1969.
– ¿Cuándo y por qué se te ocurrió realizar este “homenaje a escala”?
-En diciembre de 2016 pude, después de mucho tiempo, conocer personalmente a Oreste Berta, mi referente desde que era chico, cumplí un sueño. Comencé a ir a su empresa a participar en algunos trabajos y, después de un tiempo, un día charlando con uno de los hijos de Oreste, surgió la posibilidad de realizar un homenaje a Oreste Berta y Horacio Pagani, ya que en ese momento estaba en la empresa el Torino 380W Nº 3 de Nürburgring versión Berta-Pagani, el auto que se había hecho para que Oreste y Horacio corrieran las Mil Millas Sport de 2014.
Al estar yo ahí podía tomarle todas las medidas para hacerlo. Además, estaba buscando de hacer algún trabajo de modelismo, ya que soy un apasionado de los detalles, y este tipo de proyectos me lo permite.
Esta obra representa el trabajo, esfuerzo, compromiso, la disciplina y constancia, los valores que ellos tuvieron que poner en práctica para lograr sus objetivos, sus sueños, y ahora con el ejemplo regalarnos estas historias de vida súper emocionantes.
– ¿Qué experiencia previa tenías haciendo algún trabajo similar a este?
-Comencé de niño a hacer cosas, a los 13 ya había fabricado mi primer arenero en tamaño real, luego hice dos más, a los 15 y 16 años, junto con varias restauraciones de motos antiguas, trailers de carga y demás. Pero a escala sólo hice una bicicleta mountain bike en 1:5, un trabajo que duró 15 días porque era para la facultad, y mi segunda experiencia en modelismo es la obra del Torino que acabo de terminar.
– ¿Cómo definiste la escala y cuál fue la principal dificultad que encontraste?
-Elegí escala 1:6 porque te da una buena posibilidad de hacer muchos detalles por el tamaño resultante y es relativamente cómodo para transportarla, más grande ya se dificulta y más chico pierde presencia.
– ¿Cuántos tipos de materiales hay en esta recreación?
-La obra está hecha en madera, fibra de vidrio, aluminio, cobre y plástico para la luneta, parabrisas y ópticas.
– ¿Te habías fijado plazos o decidiste demorar lo que hiciera falta?
–No me fijé plazos, pero sí estaba seguro de que no iba a dejar de hacer bien el trabajo por querer terminarlo. Siempre estuve muy comprometido conmigo y con el homenaje y jamás se me cruzó por la cabeza dejarlo, como también lo estuve con los demás trabajos que hice anteriormente. Me parece que siempre hay que tratar de terminar los trabajos, como resulten, pero terminarlos, principalmente por una cuestión psicológica y emocional.
– ¿Tenés medidas la cantidad de horas que invertiste?
-Había comenzado a contar las horas de trabajo en el auto, pero después hay muchas horas “intangibles” que son las que a la noche cuando te vas a dormir te ponés a pensar cómo fabricar una pieza o cómo simular una textura, por lo que decidí dejar de contar para no tener un resultado del cual no iba a estar seguro. Pero si conté la cantidad de piezas fabricadas, que en total suman 1397 piezas, todas hechas a mano, y 1038 tornillos utilizados para ensamblar todo.
– ¿Por qué decidiste incluir a Oreste Berta y Horacio Pagani, cómo fue que los hiciste ¡y en madera!?
-Desde el principio sabía que quería recrear una situación, una escena, contar una historia, lo que en modelismo se conoce como diorama. No me gustaba la idea de que fuera sólo el auto, sino también que estuvieran los personajes de la historia, en este caso junto al auto haciéndole algunas cosas.
Oreste está al lado de la mesa de trabajo, donde hay repuestos, planos técnicos, tiene una pieza mecánica y un destornillador en su mano. Y Horacio está sentado en el asiento del conductor con la puerta abierta, con el mate cebado en la mano para también darle presencia a las costumbres. Y en su otra mano tiene algunas fotos originales de la carrera de Nürburgring de 1969, donde en una de esas fotos decidí que esté Fangio, para darle una presencia sutil al artífice de toda esta historia.
– ¿Cómo fue ese encuentro y qué te dijo Oreste?
-Oreste fue viendo todo el proceso, algunas veces por fotos y otras personalmente. Lo último que vio fue su figura en escala, que fui a mostrársela para tener su OK, que él esté de acuerdo por cómo se veía en escala. Luego de eso le di color, texturas y lo ensamblé a la base de presentación. Pronto voy a ir a mostrárselo personalmente ahora que la obra está completamente terminada.
-En un momento donde la impresión 3D está “de moda”, ¿por qué decidiste no echar mano a ese recurso, algo que también sería muy válido?
-Desde el primer momento sabía que quería hacerlo de manera artesanal, porque todos los trabajos que venía haciendo (los buggy, restauraciones, etc.) eran artesanales y personalizados. Además, me encanta desarrollar la creatividad y la motricidad fina en mis manos, es decir, enseñarles a mis manos a trabajar.
Para mí eso es importante ya que son nuestras principales herramientas y saberlas conducir, es valioso. También, al ser artesanal, generalmente es un proceso más lento y quería poner en práctica el control de mis emociones. Esas emociones que pueden surgir y alterarse al realizar un trabajo tan largo y que pasan tantas cosas, como estar todo un día para hacer una pieza y quizás al final del día se te rompe y hay que volverla a hacer. Hay que estar preparado para aceptar eso (se ríe).
– ¿Te obsesionaste en algún momento con alguna pieza u objeto y lo volviste a hacer más de una vez hasta lograr lo que tenías en mente?
–En realidad, me obsesione con todo el trabajo. A veces eso es positivo en este tipo de proyectos para mantenerte enfocado. Hay varias piezas que volví a hacerlas más de una vez hasta que quedaran a gusto, como por ejemplo los carburadores que los hice dos veces a cada uno, la cabeza de Oreste la hice tres veces, la tapa del baúl y el techo también…
Y después muchas terminaciones superficiales de piezas las hice más de una vez hasta lograr que la apariencia visual, es decir la textura, color, tono, suciedad y desgaste sea lo más parecido a la realidad.
– ¿Quedó tal como lo habías proyectado o superó tus expectativas?
-Quedé contento con el resultado, pero hay un montón de cosas en las que puedo mejorar y si en algún momento fabrico una obra similar, las haré mejor. Lo importante es darse cuenta y aprender, dice siempre mi amigo Nito.
– ¿Tenés conocimiento de alguien que haya hecho algo similar, con tanto detalle, tanto acá como en el exterior?
-Sí, conozco a Jordi Reixach Rodríguez de Barcelona España, que para mí y para muchos es el mejor modelista del mundo. Los hace completamente artesanales, trabaja en chapa y con herramientas de relojería, es realmente impresionante. Estamos en contacto y pronto -si se da la posibilidad- nos conoceremos personalmente.
– ¿Quiénes te ayudaron a concretarlo?
-A la obra en sí la hice solo, pero sin dudas que me ayudó mucha gente de alguna u otra manera. Empezando por la familia Berta por permitirme comenzar con este proyecto o el continuo apoyo que recibí de mis amigos y familia, tan importante, ya sea escuchándome hablar tantas horas de este homenaje o dándome devoluciones acerca de un tema determinado o prestándome una cámara para sacar las fotos.
También familiares y amigos de Horacio, que siempre estuvieron muy presentes durante todo el proceso, y a toda la gente que, principalmente por Facebook e Instagram, siguió el paso a paso de fabricación y me dejaban mensajes que motivan mucho.
– ¿Te gustaría que tu Torino sea expuesto? ¿Qué destino tenés en mente?
-Hasta ahora las presentaciones fueron virtuales con fotos y un video que todavía está en proceso. Pero voy a hacer exposiciones físicas en diferentes lugares, para todos aquellos que quieran ver la obra personalmente. Algunas ya están confirmadas y otras por confirmarse, voy a ir avisando por mis redes los lugares y fechas.
– ¿Tenés algún otro trabajo proyectado?
-Posibilidades de trabajo hay, pero no todas son viables de hacer. En estos momentos estoy viendo que hacer y hacia dónde ir.
Alan Cereijo (@alan.cereijo) tiene 26 años, en medio de la realización de esta obra se recibió el año pasado de la carrera de Diseño Industrial. Aún no sabe para dónde lo llevará el destino profesional pero sí tiene bien en claro que le gustaría seguir vinculado al mundo de los autos súper deportivos.
Por Sergio Cutuli – Cosas de Autos