En algunos sectores, sorprendidos, los bañistas hablaban del «agua turquesa» por el cambio de color de una superficie ausente de olas. La única rompiente, y mínima, existía sobre la orilla. Sin ese detalle la fotografía podría ser propia de un lago del Sur.
«El fenómeno no pasa por cambios propios del agua sino porque la falta de vientos permitió que la arena que habitualmente está en movimiento haya decantado», explicó a LA NACION el licenciado Raúl Guerrero, oceanógrafo del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep) que tiene su sede en Mar del Plata.
Es que hace casi diez días que aquí, en particular en el frente que se extiende desde el faro hasta el norte de La Perla, casi no existieron olas. «Es una pileta» se convirtió en la frase de la semana entre los bañistas que disfrutaron unas playas muy distintas a lo que encuentran por aquí habitualmente.
Los cuerpos se veían completos bajo el agua, desde hombros hasta los pies, y con una zambullida profunda, con ojos bien abiertos, se podían divisar con claridad caracoles y pequeñas piedras en el lecho marino. Y más cerca de la superficie, cardúmenes de cornalitos y pejerreyes, muy cerca de los bañistas.
Marcelo Balado, instructor de buceo, habló de «un día de fiesta» para quienes practican esta actividad. «Estaban todos enloquecidos», dicen por esta oportunidad de disfrutar condiciones nada frecuentes. «Quizás una o dos veces al año, no más», aseguró. En estas excursiones subacuáticas pudieron divisar peces, delfines y otras especies que con el mar más movido están pero no tan visibles. «Lo que los buceadores vamos a buscar a Puerto Madryn lo tuvimos por un rato acá, en Mar del Plata», destacó.
Guerrero destacó que ayer se llegó a la condición más extrema de este fenómeno, por lo que llamó la atención como nunca esa manto marino casi plano y de tonos azules y celestes más intensos, más caribeño que de estas proximidades del extremo Sur del mundo. «Fueron tres días de vientos calmos o casi nulos y la arena fina que enturbia el agua e influye en su color fue hacia el fondo», insistió. El resto, dijo, lo hizo el reflejo del cielo sobre la superficie.
También admitió que a partir de esta fecha y hacia el resto del otoño este frente de costa tiene vientos más calmos, por lo que se suele dar algo similar a lo visto anteayer pero no se advierte tanto porque ya no es época para baños en el mar.
Destacó además que la temperatura del agua subió pero descartó que pueda ser derivación de cambio climático u algún otro origen más radical. Lo relacionó de manera directa con este mar calmo que se vio en estos últimos diez días y marcas térmicas en la ciudad y la zona que se mantuvieron con máximas muy cerca de los 30 grados. «El agua sigue tomando ese calor del aire», indicó.