Esta italiana se convirtió en la primera mujer en alcanzar un puesto de profesora oficial en una universidad europea y, además, fue la segunda en lograr un doctorado.
La carrera multidisciplinar de Laura Bassi, con logros tanto en Humanidades como en Ciencias, no tenía precedentes en la Italia del siglo XVIII, donde sobresalieron numerosas mujeres eruditas en plena Ilustración y a pesar de la discriminación académica y salarial que siempre sufrieron. Considerada una niña prodigio por su capacidad de aprendizaje y su interés por todo lo que la rodeaba, Bassi superó a todos y en todo gracias a los mentores con los que siempre contó, logrando graduarse en Filosofía con 21 años, debatiendo con gran soltura y argumentos sobre cualquier materia y luchando por su sueño de dar clases y trabajar en igualdad de condiciones con los hombres.
Para recordar este hecho, Google decidió dedicarle su tradicional doodle a Laura Bassi, que selló el crecimiento de las mujeres en el mundo de la ciencia y la educación.
Laura Bassi aprovechó el entorno y las circunstancias privilegiadas en las que vivió. A pesar de pertenecer a una familia de clase media, siguió la estela de muchas mujeres que, antes que ella, destacaron en la vida por dedicarse a lo que les apasionaba sin enclaustrarse en las tareas domésticas a las que la sociedad las predestinaba. De esta manera, y con su carácter piadoso, trabajador y solidario con los más necesitados, pudo ser científica, docente, esposa y madre.
Aunque con ciertas limitaciones, pues aún era un tiempo en el que una mujer erudita e intelectual era vista como una poderosa amenaza para los hombres, Bassi recibió una educación como ellos y demostró que las mujeres podían ser educadas tanto en matemáticas y física como en filosofía, ser investigadoras exitosas, maestras brillantes y también madres de familia.
Laura Maria Catarina Bassi, el nombre con el que la bautizaron, nació en Bolonia en una fecha que no está clara entre finales de octubre y de noviembre de 1711. Su padre, Giuseppe Bassi, era un abogado que procedía de una familia acomodada y decidió potenciar la educación de su hija desde el primer momento con tutores privados. Desde los cinco años aprendió latín, francés y matemáticas con el religioso Lorenzo Stegani, primo de su padre. Más tarde, a los 13 años, y cuando ya claramente era una niña prodigio, se adentró en la filosofía, la metafísica, la lógica, la anatomía y la historia natural con el médico, profesor universitario y amigo de la familia Gaetano Tacconi, que decidió promocionarla en los círculos académicos de la ciudad y que se convirtió en su principal mentor y aliado durante los siguiente siete años de su vida.
Las extraordinarias capacidades intelectuales de la pequeña Bassi pronto fueron conocidas y reconocidas entre la intelectualidad de Bolonia, y los propios académicos visitaron la casa Bassi para conocer de primera mano la brillantez de mente y la capacidad lógica y analítica de la menor.
Un día de la primavera de 1732, una gran multitud, que incluía varias de las principales figuras de la ciudad y sus alrededores, se congregó en el Palazzo Pubblico, la residencia del jefe del Senado de la ciudad de Bolonia. La cita era con la Ciencia.
El centro de atención ese 17 de abril era Laura Bassi quien, a sus 21 años de edad, se enfrentaba a siete examinadores para defender 49 elaboradas respuestas que había dado a preguntas de intelectuales sobre física, metafísica y la naturaleza del cuerpo y el alma.
De tener éxito, recibiría los símbolos de la licenciatura: un libro, un anillo, una corona de laureles de plata y un manto de armiño.
La candidata era excepcional, pues no sólo no era noble, sino que además era mujer. Pero también era conocida -y admirada- por su destreza intelectual y amplios conocimientos.
La gente solía acudir a su casa para escucharla discutir sobre la historia de la filosofía y la física con los principales profesores y académicos de la ciudad.
Uno de los que la visitó personalmente para confirmar que su fama era merecida fue el arzobispo de Bolonia, Prospero Lambertini, futuro papa Benedicto XIV, quien quedó tan encantado que desde entonces fue su patrocinador.
Bassi no decepcionó a los asistentes al evento: deslumbró con sus respuestas y se convirtió en la segunda mujer de la historia en recibir un doctorado.