Es un desastre ecológico», dice sin dudar a LA NACION, la doctora Mariana Torrero, del Programa para el Estudio de Procesos Atmosféricos en el Cambio Global de la Universidad Católica Argentina.
La experta en material medioambiental se refiere así al derrame de más de un millón de litros de cianuro en la cuenca hidrográfica del río Jáchal, ocurrido el 13 septiembre ultimo producto de una fuga en la mina de Veladero, a 370 kilómetros al noroeste de la capital de San Juan.
«El vuelco de esta sustancia tóxica sobre el curso de agua produce de manera directa la contaminación del recurso hídrico y afecta a la vida presente. También genera en consecuencia graves problemas en aquellos pobladores que la emplean para uso y consumo humano, en los animales al ser el agua de bebida y en la agricultura por ser el agua para riego», afirmó Torrero.
Y agregó: «Si bien el cianuro es un elemento que se encuentra presente en muy pequeñas cantidades en muchos de los alimentos que consumimos a diario, la magnitud de este suceso ocasionó la presencia de esta sustancia en proporciones excesivamente elevadas, lo que seguramente produzca efectos nocivos en corto o largo plazo en los pobladores de la región, en plantas y animales, en el suelo, en el ambiente».
Ayer, la Universidad Nacional de Cuyo, de la provincia de Mendoza, vecina a San Juan, informó las conclusiones de un estudio ambientalrealizado un día después de ocurrido el derrame, a pedido de los habitantes de la localidad de Jáchal, adyacente a la mina.
«Los metales verificados por el informe fueron en especial manganeso y aluminio. Estos metales se encontraron con valores muy elevados con respecto a lo permitido por ley nacional para el uso de riego y consumo animal», asegura el informe de la casa de estudios.
Detalló que en el caso de manganesio se detectaron 1,48 miligramos por litro en el río La Palca, cuando la ley nacional para riego y consumo animal acepta hasta 0,2 miligramos por litro. También comprobaron 70 miligramos por litro de aluminio, cuando la norma permite un máximo de cinco miligramos por litro.
Barrick Gold informó que el 13 de septiembre se produjo un incidente en una válvula de la cañería del proceso de lixiviación -extracción de materia soluble mediante un disolvente- lo cual provocó el derrame 1072 metros cúbicos de líquido cianurado sobre el canal Norte de la mina.
Esto motivó el pánico en los habitantes de la zona ante la posibilidad de contaminación de recursos hídricos circundantes al yacimiento.
Si bien organismos oficiales de San Juan y la Justicia local descartaron una posible contaminación, ya que no se comprobó la presencia de cianuro en las muestras de agua, que realizaron ellos, la Universidad Nacional de Cuyo confirmó que muestras tomadas al agua del poblado de Mogna, cercano a Jáchal, revelaron la presencia de boro, cloruros, sulfatos y arsénico a niveles no aptos para consumo humano.
Probada contaminación
«Con este estudio se ha logrado probar que el cianuro contaminó el agua de los ríos de la montaña sanjuanina al reaccionar con los metales pesados y peligrosos para la vida, y estos fueron arrastrados `aguas abajo»’, sostuvo la prestigiosa casa de estudios.
La doctora Torrero afirmó que ya sea «por falta de mantenimiento, por error humano, o por desperfecto técnico en la mina, cualquiera que sea la razón, ninguna es suficiente para que no se hayan puesto en acción y de forma instantánea los mecanismos de seguridad ante tal contingencia. Lo ocurrido es un desastre ecológico».
Y recordó lo manifestado por el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si (LS)presentada este año, respecto a la «cuestión del agua» (LS 27-31). En ella el Papa subraya que el derecho humano al agua es un derecho inherente al ser humano por lo tanto, el acceso y goce del agua segura, en calidad y en cantidad, debe estar garantizado más allá de cualquier condición socioeconómica, cultural, religiosa, política, o situación coyuntural o circunstancial que pueda presentarse.
«El agua potable y limpia es la que permite la vida y es el sustento de los ecosistemas y por ello deben arbitrarse los mecanismos pertinentes para que toda la población pueda tener acceso a ella. Muchas regiones en el mundo sufren hoy la escasez de agua, la llamada pobreza del agua social, por no tener acceso al agua segura o por sufrir sequías, sin embargo también es posible llamar pobres del agua social a aquellos que por algún motivo posean alguna fuente de agua pero no puedan disponer de ella, y este es el caso de lo acontecido en Veladero», concluyó Torrero.