«Diganme que ustedes también lo sintieron», expresó un usuario en su cuenta de Twitter. Se refería a lo que se produjo a las 10:27 del viernes 30 de noviembre de 2018: un sismo de 3.8º 32 kilómetros al sur de la Ciudad de Buenos Aires, 50 kilómetros al oeste de La Plata y 140 kilómetros al este de Chivilcoy. Los habitantes porteños y del conurbano bonaerense percibieron un temblor admisible como un movimientos sísmico y el tema rebotó en las redes sociales en búsqueda de complicidad.
El fenómeno fue leve pero generó alerta. Buenos Aires no cubre precisamente una geografía proclive a estos eventos extraordinarios. El día en que la ciudad alberga el comienzo del G20, una cumbre de trascendencia global que se nutre de la presencia de los 20 líderes mundiales más importantes, sucedió algo que no ocurría hace 130 años.
El Instituto Nacional de Previsión Sísmica (INPRES) confirmó que se trató de un sismo superficial. Según su registro histórico, que comprende sismos ocurridos en el territorio de la Argentina desde 1692, el último temblor que se percibió en el área de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires data del 5 de junio de 1888. En su informe, resume el cuadro de situación: «Afectó a todas las poblaciones de la costa del Río de la Plata, especialmente las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. Produjo leves daños y su epicentro se localizó en el centro del río. La intensidad del sismo fue de VI grados Mercalli Modificada».
Según la escala Mercalli Modificada (MM), el grado VI es un fenómeno que genera un movimiento percibido por todas las personas, provoca pánico y temor en la comunidad, daños ligeros en las estructuras y desplazamiento de muebles pesados. En contraste con los sistemas de medición más populares, revistió una magnitud de 5.5° en la escala Richter: más severo y dramático que el actual.
Ese hecho fue catalogado como «el terremoto del Río de la Plata». Fue un «sismo intraplaca», de acuerdo a las definiciones científicas, porque sucedió dentro de la placa tectónica donde se sostienen las ciudades rioplatense, y no sobre los límites. Algunos reportes históricos recogen la descripción del diario montevideano La Tribuna Popular que se publicó al día siguiente: «La madera de las casas crujía fuertemente, las lámparas se bamboleaban, los muebles se movían y los cuadros caían de las paredes. Se rompieron objetos de cristalería y se pudo ver porcelana saltando de los aparadores de la cocina».
La geóloga Irene Pérez del INPRES recordó en diálogo con TN que hubo un movimiento sísmico similar en la provincia de Buenos Aires pero sin implicancias en las áreas de la Capital Federal. «El 9 de agosto de 2016 ocurrió un evento de características similares: se produjo en la zona de Guaminí y también tuvo una magnitud de 3.8º en escala de Richter».