Saladillo atraviesa su primera semana de fase 3 en la pandemia, el momento más restrictivo desde la flexibilización de la cuarentena. ¿Qué efectos genera este retroceso con las nuevas restricciones? ¿Cuánto influye la duración de esta incertidumbre?
La psicóloga Magda Becerra Galeano habló con ABC Saladillo sobre estas problemáticas en niños y adultos. A continuación, la entrevista completa:
-¿Cómo repercute en la salud mental los nuevos retrocesos y restricciones luego de 8 meses de cuarentena?
Genera ansiedad, miedo, frustración; se incrementa la incertidumbre, porque todo lo logrado se pierde y es como volver a la elaborar un duelo. La libertad de salir se ve coartada, entonces se produce mucho malestar subjetivo. Además, mucha tensión: hay un constante incremento de casos, hay muertes, hay gente que ha perdido un familiares y no pudo empezar a abordar bien los duelos, por ejemplo despedir un familiar, el covid 19 es un virus que se transita en soledad… esto genera mucho malestar y efectos en el psiquismo. Afecta a todos –independientemente de si su actividad se restringió o no-. También influye en la forma de proyectar y pensar estrategias para resolver situaciones ante la incertidumbre: hay situaciones que te exceden, un otro que controla –llámese gobierno, policía-; hay que aprender a aceptar que esta nueva realidad altera a todos porque no se sabe qué va a pasar.
-Si bien no se aplicaron mayores restricciones para los niños, ¿en qué medida los afecta este retroceso de fase?
Hay indirectamente una afectación, si bien los niños son los menos afectados por sus capacidades lúdicas y recreativas, porque son los que están más preparados para asimilar el encierro y en otras palabras podríamos decir que están más acostumbrados a diseñar mundos, aventuras, escenas, dentro de cuatro paredes. Se ven afectados porque hay un cansancio y un desgaste en los adultos y los niños lo escuchan, en las casas se escucha y se registra. Esto genera manifestaciones, malestares, cambios en los comportamientos. El hecho de no poder compartir con sus amigos, pares y familiares termina afectando la subjetividad tanto de adultos como de niños.
-¿Los adultos solemos trasladar estas sensaciones a los niños? ¿Cómo evitarlo?
Algunos padres con quizás menos registro de su entorno, de su familia, pueden llegar a generar ambientes bastante tensionantes o estresantes en sus casas. En líneas generales, el malestar se traslada al ámbito familiar: todos se ven afectados. El simple hecho de hablar de la pandemia continuamente, sobreinformándose en redes sociales o televisión, genera una tensión y una sobrecarga en cualquier ambiente.
¿Cómo evitarlo? Tratando de sostener conversaciones más enfocadas en conductas saludables, relacionarse a través de compartir alguna merienda o juego, actividades que relajen la dinámica de la familia y hagan lugar a otros modos de encuentro.
Se puede y requiere un trabajo arduo, un proceso de elaboración personal, de aprender a aceptar los cambios que trae esta pandemia y priorizar los momentos en familia. Si bien los hogares se convirtieron en un escenario de convivencia forzada las 24 horas, lo importante es encontrar espacios y momentos de compartir con el otro, hacer uso de la lúdica y la creatividad para enfrentar la incertidumbre de esta nueva realidad. También pensar que esto nos excede: por más que querramos, no sabemos qué va a pasar.
-¿Cuáles son las señales para que los adultos se den cuenta si los niños o adolescentes están sufriendo en demasía la situación y necesitan ayuda profesional, u otro tipo de medidas?
Lo importante es prestar atención si en la conducta de los niños o adolescentes hay cambios abruptos que se sostienen en el tiempo, esto podría ser indicador de que algo está sucediendo, entonces ahí habría que consultar a un profesional.
-Se acerca fin de año, ¿es momento de tomar decisiones o proyectar a futuro?
Transitamos un tiempo en el que todo lo que teníamos planeado sufrió un gran impacto; ya no hay nada seguro y estable. Creo que hay que ser consecuente con estos tiempos inciertos y pensar proyectos a corto plazo, en el que pensar una consciencia de cuidado sea la prioridad, que sea el proyecto más fuerte a seguir. Siempre hay que tener proyectos o metas, pero hay que tener en cuenta que hay situaciones que nos exceden. Esta nueva realidad nos excede y estamos atravesándola como podemos, con las herramientas que tenemos y recursos que hemos obtenido hasta el momento.