El cordobés Carlos Duarte participó este viernes del programa de Telefé junto a la mujer que recibió su CV y lo subió a Facebook. Cómo le fue y cuánto dinero ganó.
«¿Cuánto falta para que Carlos Duarte esté frente a Santiago del Moro?», decía el final de una nota publicada el domingo 8 de septiembre en la sección especial Contámelo otra vez de la edición impresa de Clarín. Faltó muy poco. Sólo 24 horas después, Carlos recibió el llamado de la producción de «Quién quiere ser millonario».
Este viernes, el cordobés se sentó junto al conductor del momento, en el programa del momento. Entre ese rubio y ese morocho -ambos del interior- hubo duelo de carisma. Pero uno de los dos se quebraría por la emoción.
Carlos es “el chico que escribió su CV a mano porque no tenía plata para imprimirlo”. Participó en pareja con Eugenia López, su «salvadora viral». Ella, de 40 años, es la empleada de la confitería del centro de Córdoba que recibió la “impresentable hoja” -como se excusó él al dársela- y la subió a Facebook y a Instagram por si alguien necesitaba a un chico de 21 años para hacer una changa. Ese chico superaría su destino y pasaría al trabajo en blanco.
La historia dio la vuelta al mundo y Carlos consiguió un puesto en la fábrica de vidrios más importante del país. Se cumplió un año desde su primer día de trabajo formal, ascendió y ahora, todo «cableado» -como se dice en la jerga de la televisión a estar con el micrófono vincha puesto- está entre el humo y las luces imponentes de ese estudio de Martínez.
«Esto es como Hollywood, ¿viste?», le dice a Clarín. Por al lado, muy rubia, de anteojos de sol y «altísima» según él, pasa Silvia Suller. La mediática bajaba de la silla que Carlos estaba a punto de ocupar. Ella ganó $ 750.000. La vara del carisma estaba demasiado alta. La ex de Silvio Soldán tenía a la tribuna hipnotizada y, por su historia, habló más de lo esperado. «No sé qué me pasa. Estoy muy nervioso», admite Carlos. A pesar de esa sensación, ofrece a Clarín una botella de agua mineral. La simpatía, intacta.
Un gigante «shhh» se escucha en el estudio y la productora lo lleva atrás del decorado. Como antes llegó hasta los diarios de la India, Carlos estaba por llegar a la televisión. En prime time.
«Tranquilo. A disfrutar. Que para eso viniste», le dice ella. Aplausos, y Santiago del Moro. «Ya nos vas a contar tu historia que es increíble», anticipa el conductor. Ahí cada uno empieza a medir sonrisa. «¿De quién son las esferas de Dragon Ball?», es una de las primeras preguntas sencillas, que lo llevan a asegurarse los $ 30.000. Pero aparece el «famoso» CV escrito a mano y Carlos se emociona tanto que en la banqueta se lleva la cara casi hasta las rodillas en medio de un fuerte llanto. El público aplaude. La tribuna se conmueve. El rating después dirá.
Llega la primera pregunta en la que los participantes deben detenerse a pensar. «¿Cómo se llama el personaje que interpreta John Travolta en la película Grease? A) Baby John B) Danny Zuko C) Brett Sinclair D) Danny Wild». Carlos supo la respuesta. «Es la B, Danny», le dice a Eugenia. «¿La sabés? ¿Vos la viste? ¿Por qué mirás tantas películas, Carlos?», pregunta ella para hacerlo reír. «Cuando estaba al pedo», responde él y ahí todos ríen. «¡La respuesta es correcta!». $ 50.000 ganados. Los comodines intactos.
Próxima pregunta: «¿Cómo se llama el tema que Residente canta junto a Bad Bunny?». «Hace poco salió ese tema. Lo escuché. Vi el video. Es la A. Bellacoso», sigue Carlos. Ahora ya jugaba por $ 100.000. «Según su origen hebreo, ¿qué significa la exclamación ‘Aleluya’? A) Somos hermanos B) Corazones abiertos C) Bendice a tus hijos D) Alabar a Dios». Casi sin demora Carlos responde: «La respuesta es ‘Alabar a Dios'». «¿Son muy creyentes ustedes?», pregunta el conductor. «Sí», dicen a coro. Clímax de aplauso pausado y «¡La respuesta es correcta!».
Carlos, en el momento en que se quiebra al recordar su historia. (Fotos: Emmanuel Fernández)
Carlos, en el momento en que se quiebra al recordar su historia. (Fotos: Emmanuel Fernández)
Inmediatamente después, llega el momento del cuarteto.
Inteeento volar, pero no llevo alas. Se me quedaron tantas cosas en tu cama, quee siento que hasta el tiempo see me escaapa.
Carlos y Eugenia bailaron ese «temón» de Ulises Bueno en medio del programa de formato británico más vendido en el mundo. El hermano del «Potro» Rodrigo ya le había dedicado un saludo en Instagram apenas surgió su fama viral. Ahora debían jugar por $ 130.000. Se acercaba el final. Uno «inesperado», como suelen decir los títulos de los virales.
«¿Cuál era el nombre de Eiffel, el constructor de la famosa torre de París?». Carlos decidió usar el comodín del público. La tendencia fue la correcta: Alexandre Gustave Eiffel. Carlos hace caso a los pulsadores.
La última pregunta ya es por $ 180.000. «¿Cuál de los siguientes países no formó parte del boicot antisoviético y participó en los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980?». Las opciones eran Argentina, Canadá, Brasil o Estados Unidos.
Carlos Duarte, en su primer día de trabajo.
Carlos Duarte, en su primer día de trabajo.
«Vos todavía no habías nacido», le dice su «salvadora viral». «Yo no tengo idea», admite él. La salida es recurrir a Fito Frati, el ex participante del programa que detrás de cámara había firmado un contrato confeccionado por la producción para ayudarlos. Fito fue otro de los participantes que conmovió con su historia: como fotógrafo, se codeó con decenas de famosos, quedó en la calle, vivió al costado de la Panamericana y ganó $ 500.000.
Fito se pone de pie. «¿Estás confiado?», pregunta el conductor. «Por una cuestión sociopolítica, para mí fue Argentina», responde. «Para vos Argentina. Pero no estás 100% seguro», pincha Del Moro. «Una cuestión sociopolítica, por eso», insiste Fito. «Tienen otro comodín también, por si lo quieren usar», es la última puesta en duda sobre esa respuesta. Pero Carlos confía en su comodín.
«La respuesta es incorrecta».
La música se apaga y las luces se van al amarillo que antecede a la despedida. Antes de eso -y antes de que los integrantes de la tribuna y el público se lamentaran por Carlos-, detrás de cámara uno de los productores le da la espalda al estudio, mira hacia la mesa donde está la locutora, los sonidistas y quien le retoca el make up a Del Moro y les da la mala noticia. «Perdió», dice con los labios, sin sonido.
Fueron 58 países los que se sumaron al boicot de Estados Unidos a los Juegos en plena Guerra Fría. Entre ellos estaba Argentina. Dictadura mediante. Brasil sí participó.
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Si se hubiese plantado, Carlos se iba con $ 130.000. Confió, perdió y se llevó $ 30.000.
«Es esa época, todo el mundo se adhería a Estados Unidos. Canadá y Brasil eran amigotes. Y nosotros siempre dimos la nota. Por eso lo pensé así. Yo quedé pésimo. Soy muy competitivo, no me gusta perder ni a las bolitas», le dice Fito a Carlos detrás de cámara. «Por favor, está bien. No hay problema. Muchas gracias», le contesta Carlos.
¿Qué va a hacer con la plata ganada?, pregunta Clarín. «Va la mitad para cada uno –dice el chico del CV–. Con mi parte, yo voy a seguir ayudando en mi casa». La respuesta, esta vez, es correcta.