Luego de pasar las últimas horas del 2016 intercambiando saludos con los fieles en la Plaza San Pedro, Francisco cuestionó al mundo por «idolatrar la juventud» pero no tener interés en la gente joven.
«La gente joven no tiene lugar en esta sociedad, y están siendo empujados hacia los límites de la vida pública», sostuvo, según cita el diario The Independent.
«Eso los lleva a moverse por todos lados buscando trabajo, o siendo forzados a mendigar por trabajo, y ni siquiera eso los mantiene a salvo».
El Papa dedicó su oración a los jóvenes del mundo. Foto: AFP
Francisco habló así en el tradicional Te Deum que dedicó a la juventud, con la que la sociedad tiene una «deuda», según el pontífice.
«Hemos privilegiado la especulación en lugar de trabajos dignos y genuinos que les permitan ser protagonistas activos en la vida de nuestra sociedad. Esperamos y les exigimos que sean fermento de futuro, pero los discriminamos y condenamos a golpear puertas que en su gran mayoría están cerradas», criticó en su homilía.
Francisco recordó que «se nos pide asumir el compromiso que cada uno tiene, por poco que parezca, de ayudar a nuestros jóvenes a recuperar, aquí en su tierra, en su patria, horizontes concretos de un futuro a construir».
«No nos privemos de la fuerza de sus manos, de sus mentes, de su capacidad de profetizar los sueños de sus mayores. Si queremos apuntar a un futuro que sea digno para ellos, podremos lograrlo sólo apostando por una verdadera inclusión: esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario», agregó en la homilía de las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios.
En su última homilía del año y antes de iniciar mañana 2017 con una misa matutina en la que recordará la Jornada Mundial de la Paz que se celebra en todo el mundo, Francisco agregó que «mirar el pesebre nos desafía a ayudar a nuestros jóvenes para que no se dejen desilusionar frente a nuestras inmadureces y estimularlos a que sean capaces de soñar y de luchar por sus sueños. Capaces de crecer y volverse padres de nuestro pueblo».
«El pesebre nos invita a asumir esta lógica divina. Una lógica que no se centra en el privilegio, en las concesiones ni en los amiguismos; se trata de la lógica del encuentro, de la cercanía y la proximidad. El pesebre nos invita a dejar la lógica de las excepciones para unos y las exclusiones para otros», pidió.
En esa dirección, recordó que «desde varios lados somos tentados para vivir en esta lógica del privilegio que nos aparta apartando, que nos excluye excluyendo, que nos encierra encerrando los sueños y la vida de tantos hermanos nuestros».