Leandro Alem, anoticiado de la reunión concretada por Mitre con Roca y Pellegrini traicionando los postulados de la Unión Cívica y la lucha de la Revolución del ’90 contra el régimen oligárquico, pronuncia la famosa frase: «Yo no acepto el acuerdo, soy radical en contra del acuerdo, soy radical intransigente».
Ese 26 de Junio de 1891 se convoca al Comité Nacional que Alem presidía, e integraban, entre otros, Aristóbulo del Valle, Elpidio González, Lisandro de la Torre, y los futuros presidentes de la Nación Hipólito Yrigoyen y Marcelo T. de Alvear. Se ratifica la aspiración por lograr establecer los derechos políticos de las grandes mayorías, excluidas de la participación política a través del fraude, y Alem define a la UCR como “la causa de los desposeídos».
Hoy, 130 años después, cabe dejar en claro una vez más que el radicalismo nació para representar a los sectores más vulnerables que luchaban por transformar una sociedad dominada por los sectores conservadores y privilegiados, que impedían la concreción de esas aspiraciones populares apelando al fraude y la represión.
A ese poder oligárquico se enfrentó la UCR hasta obligar a la sanción de la Ley Sáenz Peña que consagra el sufragio universal y secreto masculino. Es importante destacar que el radicalismo fue el primer partido político argentino en presentar un proyecto de ley de voto femenino en 1919, que no prosperó por la oposición de la mayoría conservadora en el Congreso. Habría que esperar hasta 1947, cuando el peronismo en el poder consagrara finalmente ese derecho. Ese peronismo, definido magistralmente por Crisólogo Larralde, aquel dirigente radical autor del artículo 14 bis de la Constitución Nacional, cuando parado en una esquina junto a un puñado de militantes de la Juventud Radical, al ver pasar las columnas de trabajadores les dijo: “No se equivoquen. Ahí van nuestros hermanos”.
Estas fechas de recuerdo y homenaje a los inspiradores y fundadores del radicalismo nos obligan a cuestionarnos el presente. ¿Qué diría la actual conducción de la UCR ante la reunión y el acuerdo entre Mitre, Roca y Pellegrini? ¿Qué harían ante la reacción de Alem, lo acompañarían o lo expulsarían? ¿De quiénes están más cercanos en su pensamiento, Macri, Larreta, Vidal, Bullrich, Espert, Milei o Cachanosky, de Mitre o de Alem? ¿Pensarían como Larralde? ¿Acompañarían a los reformistas de 1918? ¿Estarían de acuerdo en crear YPF? ¿Promoverían una ley de medicamentos? Son algunos de los interrogantes que nos surgen y nos entristecen.
El 10 de diciembre de 1983, en su discurso de asunción como Presidente, Raúl Alfonsín nos desafió a seguir un camino inexorable, cuando afirmó: “Vamos a luchar por un Estado independiente. Hemos dicho que esto significa que el Estado no puede subordinarse a poderes extranjeros, no puede subordinarse a los grupos financieros internacionales, pero que tampoco puede subordinarse a los privilegiados locales. La propiedad privada cumple un papel importante en el desarrollo de los pueblos, pero el Estado no puede ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos. Las oligarquías tienden siempre a pensar que los dueños de las empresas o del dinero tienen que ser los dueños del Estado. Otros, a su vez, piensan que el Estado debe ser el dueño de todas las empresas. Nosotros creemos que el Estado debe ser independiente: ni propiedad de los ricos, ni propietario único de los mecanismos de producción”
Más adelante, ya nuevamente en el llano, Alfonsín nos enseñó que «si la sociedad se hubiese derechizado, lo que la UCR debe hacer es prepararse para perder elecciones, pero nunca hacerse conservadora». Los principios ideológicos y doctrinarios fundacionales de la UCR inspiraron y alentaron a generaciones enteras a luchar por la república, la democracia, la libertad, la igualdad y los derechos humanos. Habemos quienes, a 130 años de la creación del radicalismo, seguimos pensando igual y siendo los mismos.
*Dirigente del Espacio de Pensamiento Alfonsinista (EPA), provincia de Buenos Aires.