En 1916 se inaugura en nuestro país el sistema político democrático, ese sistema de ideas donde el pueblo debía decidir sobre quienes serían sus representantes, y no sólo unos pocos “hombres de bien”, donde el voto debía ser a “libre conciencia”, y no cantado a viva voz con “riesgo de vida” , donde todos los hombres ( en ese momento aún no votaban las mujeres) debían participar del destino de la nación, donde se podían postular diversas ideas políticas, y no un único partido. En fin, un sistema que aún con errores, es el mejor sistema posible en el que una sociedad le puede asegurar a los ciudadanos un marco de convivencia que los incluya a todos.
Pero el juego de la política es a veces complejo, (¡si lo sabremos en la Argentina 2023!) y al que le toca perder no siempre acepta las reglas que se habían pactado previamente. Es así como en nuestro país, sucedió que en varias oportunidades hubo grupos de actores políticos-civiles y militares que decidieron intervenir por la fuerza al gobierno de turno para sacarlo.
Así estuvimos hasta 1983, donde finalmente los acuerdos políticos decidieron dar un cierre definitivo al gobierno militar, para que recuperemos los derechos y libertades que habían sido macabramente quitados.
En ese momento comenzamos un viaje, no sin obstáculos, y vaya que los hubo
( crisis económicas, políticas y sociales variopintas), un viaje en el que el sistema fue adquiriendo forma, fortaleza y estructura. Supo sortear varias escaramuzas para sobrevivir, y este 30 de octubre se cumplen 40 años de aquel histórico día donde esta travesía comenzó.
Si debiéramos colocarle un apellido a nuestra patria, ese apellido podría ser
“Resiliente”, Argentina Resiliente. Bien parece que tenemos como sociedad esa capacidad de afrontar circunstancias adversas y salir adelante una y otra vez, y en cada una de esas veces salimos con más fuerza. Somos una nación que es capaz de elevarse esplendorosa como el ave fénix de su propio dolor y salir fortalecida.
Pero las circunstancias que nos llevan a renacer nunca son fáciles, y es necesario además, atravesar un profundo proceso de aprendizaje, donde tengamos muy claro en nuestra memoria los errores del pasado, subsanarlos y nunca más volver a cometerlos.
Cada caída en nuestro país ha sido intensa, pero cada renacer lo es aún más. Y de aquellas experiencias nos hemos traído importantes lecciones: dictadura nunca más, eliminar al enemigo nunca más, sálvese quien pueda nunca más, grieta nunca más.
Ya hemos aprendido una y mil veces que los errores de la democracia solo se reparan con más democracia, y nunca con menos. Larga vida a nuestro pueblo y a la democracia. Salud!