El desarrollo sostenible es una asignatura pendiente en gran parte del mundo. Sin embargo, los Estados acordaron, en el seno de Naciones Unidas, 17 objetivos claves para 2030. ¿Qué desafíos propone la problemática ambiental tan difícil de resolver? El Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Argentina, René Valdés, responde esa y otras preguntas. Por Patricia Fernández Mainardi.
El pasado 23 de julio, tuvo lugar en la Universidad del CEMA, el seminario «Líderes, seguridad humana y compromiso por un mundo sostenible» organizado por Fundación Criteria, como puntapié de un diálogo que se profundizará en la Diplomatura «Seguridad Humana para el desarrollo sostenible» que la mencionada Fundación realizará en la UCEMA a partir del mes de agosto.
Durante el evento, el Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Argentina, René Mauricio Valdés, quien participó como disertante junto al diputado de la Ciudad de Buenos Aires, Omar Abboud, y a Rodolfo Tarraubella del Centro Internacional de Formación para Autoridades y Líderes de la Argentina, se refirió a la seguridad humana como un aspecto clave de los objetivos de la ONU.
«Este concepto surge hacia el final de la Guerra Fría, cuando afloraron nuevos problemas que, hasta el momento, habían permanecido ocultos. La seguridad, al centrarse en conflictos interestatales, pasaba por alto amenazas mucho mayores, como guerras civiles, inestabilidad económica, degradación del medio ambiente, epidemias y hambrunas», dijo Valdés.
La idea central planteada por la ONU articula tres variables: crecimiento económico, inclusión social y sostenibilidad ambiental para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) que, en septiembre de 2015, adoptaron los líderes mundiales en pos de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad, como parte de una nueva agenda hacia el año 2030.
El concepto de seguridad humana surge hacia el final de la Guerra Fría, cuando afloraron nuevos problemas que, hasta el momento, habían permanecido ocultos.
«Cuando hablamos de desarrollo sostenible nos referimos a un acuerdo mundial efectuado por todos los Estados que integran las Naciones Unidas. Cada uno de los ODS tiene una lista de metas y éstas tienen indicadores. El llamado que se hizo a los países que los suscribieron es que tomen esas metas y las adapten a su realidad. Erradicar la pobreza, por ejemplo, no implica lo mismo en Argentina que en Haití o en Alemania», explicó el Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Argentina.
Siempre se postergó la discusión de los temas ambientales. Hoy, ya no es posible. Argentina está muy atrasada en este tema. En las discusiones de campaña política, por ejemplo, aparece como una cuestión secundaria.
Vale la pena señalar que, de acuerdo a los informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Argentina es una tierra de contrastes. Si bien se logró avanzar en diversos temas, como el acceso al agua y a la electricidad, nuestro país es extenso: la macroeconomía se caracteriza por la volatilidad, los mercados de trabajo por la precariedad e informalidad y, entre otros aspectos, existen altos niveles de pobreza. Nuestra realidad no es ajena a la del resto del mundo. Y, como explicó Valdés, las variables ambientales no han sido priorizadas ni local ni globalmente: «Siempre se postergó la discusión de los temas ambientales. Hoy, ya no es posible».
Argentina es un país seriamente afectado por el calentamiento global. El agua de las provincias que están junto a la Cordillera de los Andes proviene del deshielo. Los glaciares ya no son los mismos que hace 30 años.
-¿Cómo se ubica Argentina de acuerdo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible?
-Curiosamente, donde menos hizo hincapié Argentina fue en las variables ambientales. De hecho, son las que más tarde se adoptaron en muchos países. Recordemos que la agenda 2030 tiene tres dimensiones básicas: económica, social y ambiental. En lo económico y social, Argentina logró muy buenos indicadores. En lo ambiental es donde estamos más atrasados. Aún se discute muy poco en relación a este tema. Más allá de los círculos profesionales, no se lo menciona. En las discusiones de campaña política, por ejemplo, aparece como una cuestión secundaria. Argentina emite pocos gases de efecto invernadero, aunque medido per cápita son niveles muy altos. Sin embargo, es un país seriamente afectado por el calentamiento global. El agua de las provincias que están junto a la Cordillera de los Andes proviene del deshielo. Los glaciares ya no son los mismos que hace 30 años. En esas provincias están preocupados por las medidas que no se toman para evitar la reducción de los glaciares, porque sino se van a quedar sin agua.
-La seguridad humana, de alguna manera, apunta a mejorar la situación de aquellos sectores que quedaron relegados. Se habla de la cuarta revolución industrial, ¿puede aumentar la cantidad de relegados?
-Hay un riesgo y se está discutiendo fuertemente. Se están considerando cuestiones como la sustitución masiva de empleos a partir de la automatización y de la robótica. En este sentido, hay una discusión. Por un lado, están los más apocalípticos que plantean que las máquinas inteligentes van a reemplazar al trabajo humano, tanto manual como cognitivo. Por el otro lado, están quienes dicen que no, que lo que ocurre es una transformación de empleos más primitivos, más básicos, hacia otro tipo de trabajos. El problema es que la evidencia de los dos lados es muy fuerte. Yo fui testigo de lo que ocurrió en la zona nordeste de EE.UU.; allí las plantas desaparecieron. Esos empleos que se perdieron iban a ser sustituidos por otro tipo de trabajos que no surgieron y estamos hablando de Estados Unidos. Es un tema que hay que evaluar.