Las metas inalcanzables que conducen a la frustración son moneda corriente. De hecho, según un estudio, 9 de cada 10 personas no logran lo deseado. De dónde surge esta costumbre
“Para el año que viene me propongo…”, es una frase muy común que se suele escuchar luego del balance del año, en las vísperas de Año Nuevo, y que muchas veces incluye deseos que quedan sin cumplir, ya que no suelen ser metas bien establecidas sino un propósito vacío.
Y es que para establecer los primeros pasos en el nuevo año, resulta imprescindible evaluar el progreso en los meses que han pasado. Lo cierto es que a pesar de que son 365 los días del año en los que la persona tiene la oportunidad de trabajar en el tan deseado propósito, un estudio de la Universidad de Scranton, Pensilvania, reveló que 9 de cada 10 personas que establecen propósitos de Año Nuevo fracasan debido a que se plantean de forma vaga, sin definir un tiempo para lograrlo, ni el proceso o método.
Para la psicóloga y escritora Celia Antonini, el ser humano es una persona que mide todo por año: “Solemos medir todo ya que nos pensamos en base a los años: ‘Hace ocho años tuve un hijo’, ‘hace seis me mudé sola’, y cuando llega fin de año la persona siente la necesidad de hacer un balance de cómo estuvo el año y luego se propone cambiar algo que le faltó o que no pudo cumplir”.
La necesidad de trazar un propósito
“Nuestra mente funciona como si fuera un péndulo. Va hacía atrás, es decir, al pasado, vuelve al presente y va hacia adelante. Y aunque sea un futuro muy cercano, no podemos dejar de predecirlo. Lo cierto es que llega fin de año y solemos hacer este tipo de balances y trazamos nuevos objetivos. Sin embargo, son pocas las personas que trabajan durante todo el año para cumplirlos y nunca llegamos al resultado que deseamos”, enfatizó Antonini.
Por qué las personas no cumplen los propósitos
El estudio brindó una especie de “fórmula mágica” para poder cumplir el propósito de cada uno. “Hay que tener objetivos específicos, definirlos de forma muy concreta, clara y acotada. Que no quede duda acerca de qué exactamente quiere lograr la persona; además deben ser medibles, porque es la única manera de saber su avance”, se precisó en el informe.
Por otro lado, las metas también deben ser asignables, lo que significa que se deben especificar qué personas son responsables de lograrlas; realistas, es decir, que las metas deben ser alcanzables, pero no fáciles, y deben tener tiempo, una fecha específica para lograrlas.
Una excusa o una fecha de inicio
A pesar de que el comienzo de un nuevo año parece ser la excusa para proponer nuevos métodos de trabajo o metas que puedan cambiar un poco la rutina de cada persona, para Antonini la fecha no es una excusa: “No necesitamos tener una excusa para proponernos algo, sino pensar que logré en el 2019 y qué quiero para el 2020. La clave está en el compromiso, ya que es mucho más costoso desearlo que hacerlo si no se trabaja para lograr lo que uno desea”.
“Cuando la persona piense en el propósito para el 2020 tiene que tener en claro que no importa el sueño, el mejor propósito que se puede hacer es no olvidarse de ese sueño y trabajar todos los días por aquello que quieren y desean. A medida que uno trabaje por lo que quiere, resulte o no, la persona va a sentirse bien con uno mismo”, concluyó la especialista.