La situación excepcional que estamos atravesando con el avance del coronavirus en el país ha visibilizado, quizás como nunca antes, el trabajo de los profesionales de la salud. Se multiplican los aplausos y agradecimientos en cada hogar para quienes son nuestro principal activo en esta lucha y que, paradójicamente, son los más desprotegidos.
Escribo estas líneas en mi carácter de legisladora de la Provincia y titular de la Comisión de Salud, pero principalmente como profesional del área. Conozco de primera mano las falencias estructurales que arrastra un sistema sanitario históricamente desfinanciado e hiperdemandado.
Al ejercicio de una actividad precarizada y mal retribuida, que obliga a miles de hombres y mujeres en toda la Provincia a trabajar una cantidad de horas ridícula para llegar a fin de mes, se suma la falta equipamiento seguro para que puedan llevar adelante su profesión en condiciones aceptables.
El crecimiento exponencial de los infectados con COVID-19, y la certeza de que en las próximas semanas llegaremos al pico de la pandemia, ha encendido las alarmas en cada hospital y en cada clínica, ante la llegada a los mismos de insumos que no cumplen con las normas sanitarias correspondientes. Barbijos que no son de uso médico, camisolines cortos sin puño y la falta de protectores oculares, entre otras carencias notables.
En otras palabras: estamos descuidando a quienes se formaron durante años para, precisamente, cuidarnos a nosotros. Los esfuerzos del Gobierno para comprar respiradores y los reactivos necesarios para ampliar la capacidad de diagnóstico del coronavirus inundan día tras día los medios de comunicación. Y está muy bien que así sea. Pero entendamos algo, lo más valioso que tenemos en la Provincia y en todo el país son los recursos humanos, y en la medida que no los equipemos con materiales de protección que cumplan con los requisitos de seguridad establecidos (EPP: Equipos de Protección Personal), estaremos pegándonos un tiro en los pies.
El debate sobre la contratación de médicos extranjeros no debe darse en un plano ideológico sino humano. ¿No deberíamos asegurarnos antes que los profesionales de la salud de la Provincia de Buenos Aires trabajen en un contexto seguro para que puedan cumplir con lo que se espera de ellos? ¿Para que no se sometan a un riego evitable ellos mismos y sus familias, que los esperan después de jornadas interminables de trabajo?
El relato heroico que adorna el esfuerzo cotidiano de los trabajadores de la salud no tendría que ser tal. Ningún profesional, técnico ni auxiliar debería estar sometido a hacer maravillas para salvar una vida en condiciones que no son las adecuadas. Ya son más de diez los médicos infectados y todavía no estamos cerca del máximo de la demanda del sistema de salud. De continuar así, estaremos dándole una ventaja descomunal a un enemigo invisible e implacable, y ello significa, ni más ni menos, arriesgar las vidas de aquellos que están dejando todo para salvar las nuestras.
Hay, como siempre, excepciones que nos invitan a creer que es posible cambiar la realidad que estamos atravesando. Varios distritos de la Provincia, como Saladillo, están haciendo un esfuerzo mancomunado entre el muncipio, la familia hospitalaria y el aporte generoso de vecinos y empresas para conseguir los insumos que necesitan con urgencia médicos y enfermeros.
Pero está claro que las experiencias locales positivas, basadas en la solidaridad y llevadas adelante por personas con un compromiso social enorme, no pueden hacernos perder el foco del asunto. Es muy preocupante la desprotección que sufren día a día los trabajadores de la salud en toda la Provincia.
Aquí no hay chicanas ni planteos oportunistas. El área de salud arrastra problemas que trascienden por mucho un período de gobierno. Hago un pedido sincero y urgente a las autoridades del Ministerio de Salud, al IOMA, al Colegio de Médicos y a todas las entidades con responsabilidades e incidencia en el ámbito sanitario para que multipliquemos los esfuerzos y saquemos de la situación de vulnerabilidad en que se encuentran miles de trabajadores de la salud en toda la Provincia. Que cada familia desde su casa reconozca con aplausos su trabajo está muy bien; quienes tenemos un mandato político —y especialmente aquellos con responsabilidades ejecutivas— tenemos que hacer mucho más.
Alejandra Lordén
Diputada Provincial / Vicepresidente UCR Nacional
Médica – Matrícula Provincial 110426
Especialista jerarquizada en Ginecología y Obstetricia